sábado. 20.04.2024

¿De qué democracia hablamos?

NUEVATRIBUNA.ES - 10.8.2010Hace unos meses se empezó a difundir en los medios de comunicación la supuesta preocupación en el seno del PSM para definir a los candidatos a las próximas elecciones municipales y autonómicas por Madrid en 2011. Esta situación no era nueva porque, siempre que se acercan unos comicios, los partidos viven momentos de incertidumbre sobre las mejores cartas a jugar par presentar su oferta al pueblo.
NUEVATRIBUNA.ES - 10.8.2010

Hace unos meses se empezó a difundir en los medios de comunicación la supuesta preocupación en el seno del PSM para definir a los candidatos a las próximas elecciones municipales y autonómicas por Madrid en 2011. Esta situación no era nueva porque, siempre que se acercan unos comicios, los partidos viven momentos de incertidumbre sobre las mejores cartas a jugar par presentar su oferta al pueblo. El Partido Socialista, al igual que otras fuerzas políticas, generalmente ha vivido estos momentos previos a las elecciones como situaciones de crisis. A pesar que existen unas reglas del juego plasmadas en los estatutos cuyo fin es precisamente facilitar los procesos de elección de candidatos, lo cierto es que cada periodo preelectoral suscita inquietudes personales.

Desde que Tomás Gómez Franco ganó la Secretaría General de Madrid, en gran medida por el apoyo de José Luis Rodríguez Zapatero, fue reacio a las primarias que plantearon Socialistas por el Cambio. Sólo cuando el Federal, en el mes de julio, sugiere la viabilidad de otra candidatura con mejores posibilidades para el proyecto socialista, se declara partidario de unas elecciones primarias para elegir al candidato del PSM a la Comunidad de Madrid.

Tomás Gómez afirma constantemente que cuenta con el apoyo del 96 por ciento de los socialistas madrileños. El argumento no carece de fundamento ya que es cierto que somos muchos los que apoyamos a Tomás como secretario general capaz de reorganizar internamente el PSM y convertirlo en el partido moderno, plural y activo que necesitamos.

Pero tan cierto es este apoyo cuasi unánime a Tomás Gómez por parte del cuerpo de delegados y miembros del Comite Regional del PSM como que Joaquín Leguina o Rafael Simancas -tal vez con menos apoyo de delegados en su día- fueron menos cuestionados como cartel electoral, tanto por la militancia en general como por la sociedad.

Un breve repaso a la reciente historia del PSM, nos trae a la memoria cómo Joaquín Leguina ocupó la Secretaría General hasta 1991, cargo orgánico que ganó por primera vez con el 27 por ciento de apoyo en 1979, desbancando por entonces a Alonso Puerta.

Durante la huelga general de 1988, estalló la lucha entre guerristas y renovadores, una pelea tan encarnizada que significó la salida de Leguina de la Secretaría General. De esas disputas se benefició Teófilo Serrano, primero guerrista y en el momento de su elección, en 1991, renovador. En 1994 le sucedió Jaime Lissavetzky con más del 86 por ciento de votos a su favor.

Rafael Simancas, obtuvo la Secretaría General en 2000 con poco más del 55 por ciento del apoyo de la FSM, superando el 76 por ciento en 2004. En el 2007, Tomás Gómez consiguió el respaldo del 91 por ciento gracias al espaldarazo de José Luis Rodríguez Zapatero.

Desde entonces, ha cosechado críticas que han ido aumentando y ganando presencia en los medios de comunicación a medida que han ido avanzando los tres años de ejercicio de su cargo de secretario general. Las más frecuentes son: la toma de decisiones importantes sin tener en cuenta a la militancia, el olvido de compromisos adquiridos en resoluciones del Congreso Regional, el empobrecimiento de la vida de partido y la pérdida de conexión con los ciudadanos. Lo que se le reprocha es justamente lo opuesto a la oferta teórica de un socialismo abierto, transparente y cercano a los ciudadanos.

El excesivo énfasis que se ha volcado en controlar el aparato ha llevado a las secretarías generales de muchas agrupaciones a impedir que un Partido con más de 130 años de historia cuente con más afiliados en Madrid. Se prefiere el control a sumar más militantes. Se echan de menos actividades y metodologías que promuevan mayor democracia interna en las agrupaciones y conexión con los ciudadanos y su tejido social. Cuando no hay participación, la fluidez de ideas, el debate constructivo, el compromiso y la implicación van a la baja. Tal vez por eso las primarias entre Tomas Gómez y Trinidad Jiménez serán un revulsivo para el desánimo de la militancia y de los militantes sin carné, que ven con preocupación la posibilidad de una nueva derrota electoral frente a una derecha enardecida y cada vez más radical.

Tomás Gómez tuvo la oportunidad de cambiar esta dinámica tan perjudicial. Pero de momento no lo ha logrado y queda pendiente esta esencial tarea que tanta falta nos hace. El proceso de elección de Caja Madrid, por ejemplo, fue tan transparente como la tan sonada reunión con Manuel Chaves, celebrada a escondidas de la Ejecutiva Regional.

La valía de los candidatos es clara, pero no se deben dejar de lado programas e ideas. El debate no debe de basarse sólo en nombres. Se necesita un proyecto ilusionante. Hace falta superar tics sectarios y ambiciones personales para construir una propuesta socialmente atractiva y útil.

En mi opinión, el gran reto de los socialistas madrileños es tomar como bandera la democracia participativa, activando a la militancia para que opine y aporte, abriendo las agrupaciones a los barrios y a los colectivos con los que conviven y convocando a toda su militancia al compromiso con esta importante decisión, la de celebrar una consulta más que necesaria con ausencia de presiones para su mejor legitimización. Las crisis también son fuente de oportunidades.

La reciente encuesta del CIS, que concluye que los ciudadanos perciben a los políticos como el tercer problema social más grave, debe concitar nuestra preocupación y autocritíca para saber en qué nos estamos equivocando. No podemos dar la imagen de políticos tradicionales que “son” para la ciudadanía el tercer problema social. Tenemos el reto de cambiar una cultura política heredada de delegación, elitismo y privilegio por otra de verdadera participación, con horizontalidad, transparencia y compañerismo – palabra en desuso - .

Asumamos que de nosotros se espera más que de otras formaciones, porque bajo los gobiernos socialistas se han hecho las transformaciones más importantes en la historia reciente de España.

Creo que éstos son los términos en que se debería dirimir el debate actual sobre la oferta socialista para Madrid, tanto en lo que respecta a los mejores candidatos para realizarla y hacerla creíble, como en los que se refiere a las ideas y propuestas con las que queremos revertir la dinámica ultraliberal en la que Esperanza Aguirre ha metido a la región para perjuicio de todos y todas.

Con democracia, siempre estaremos a la altura de las circunstancias.

Madrid también reacciona y sus ciudadanos, cansados de los escándalos de película del gobierno regional, darán la mayoría a una izquierda con proyecto de futuro.

En la actualidad, quienes más pervierten la noble acción de ser político en Madrid son Esperanza Aguirre y su clan. Algunos capítulos del balance de su desempeño del cargo como la corrupción, el espionaje, la deriva autoritaria, el populismo barato… no hacen sino desacreditar el papel de servidor público de un diputado, consejero o concejal. La corriente privatizadora del gobierno regional, denostadora de lo público y del estado de bienestar, hace necesario pensar en otro Madrid desde la solidaridad y contra el individualismo a ultranza.

Yolanda Villavicencio M. es diputada Socialista Asamblea de Madrid. Es licenciada en Económicas y Ciencias Empresariales, especialista en Cooperación Internacional al Desarrollo, especialista en Mujer y Desarrollo, máster en Migraciones y Relaciones Intracomunitarias y en los últimos ocho años ha dirigido la entidad AESCO, especializada en migraciones, cooperación al desarrollo y codesarrollo.

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