jueves. 28.03.2024

¿Cuál es el cambio?

El imperio del centro-derecha de la falsa alianza franco-alemana, deriva a Europa hacia una vía muerta más peligrosa que la propia crisis financiera, dilapidando la Europa Política y la Europa Social, sin reforzar la Europa Económica.

El imperio del centro-derecha de la falsa alianza franco-alemana, deriva a Europa hacia una vía muerta más peligrosa que la propia crisis financiera, dilapidando la Europa Política y la Europa Social, sin reforzar la Europa Económica. No pasa de ejecutar las exigencias de unos mercados que no son solo europeos, y que especulan día a día con la deuda pública de los Estados, intentando un jaque-mate al euro, y ansiando los futuros beneficios de un Estado de Bienestar privatizado.

Cada día la Suma Sacerdotisa Merkel sacrifica una doncella al dragón de los mercados, aplaudida por su acólito Sarkozy. Sin aplacar la voracidad del monstruo. Solo tratan de amparar a los bancos de sus respectivos países y de ir capeando el temporal de sus sendas expectativas electorales. A base de recortes, la economía europea se reactiva, que hasta el propio Obama lo ha dicho. Y los llamados Estados miembro han de pagar por su deuda pública tasas de interés superiores a las que pagan los bancos a quienes han salvado el culo. Por cierto que, si indagáramos a fondo los beneficios bancarios del presente año, encontraríamos a los bancos europeos inmersos en la carrera especulativa contra la deuda pública de los Estados.

La Europa política y social postulada por sus Tratados sucesivos está a los pies de los caballos. Con un dúo imperial Merkel-Sarkozy, que propugna un aberrante modelo que ha puesto frente del Banco Central Europeo al mismo Mario Draghi, gran privatizador italiano de los noventa, y vicepresidente de la Goldman Sachs europea que falseó para Karamanlis las cuentas de Grecia. Que ha devaluado el fondo democrático y soberano (aunque se hayan guardado las formalidades) de dos Pueblos, al obligarles a cambiar gobiernos sin elecciones. Colocando al frente del Estado italiano a un primer ministro no representativo (un senador vitalicio no lo es de ningún modo), miembro de la Trilateral, también –cómo no- vinculado al Goldman Sachs. Y, para cerrar el círculo, al frente del gobierno griego situaron a otro banquero, Papademos: quien estaba al frente del Banco Central de Grecia cuando Goldman Sachs falsificó sus cuentas. Una Goldman Sachs que eludió su propia quiebra con un rescate de los EE.UU., y hace año y medio recibió la acusación de la Comisión del Mercado Valores estadounidense por su implicación en el fraude de las “surprimes”, que está en el origen de la crisis financiera.

Son los vientos de ese nuevo centro-derecha que devasta Europa. Esos vientos que –bajo amenaza de ruina- han torcido el brazo a los Estados, han impuesto reformas políticas de urgencia (véase nuestro cambio constitucional), y ya hablan otra vez sobre la Europa de dos velocidades. Ese centro-derecha del Grupo Popular Europeo al que pertenece Mariano Rajoy, que hoy anda predicando por las plazas de España un abstracto cambio, basado en el sofisma de cuadrar un círculo imposible y lesivo: menos impuestos a las rentas del capital, bajada de salarios, y promesa de “no tocar” la sanidad ni la educación públicas, desmentida desde los gobierno autonómicos donde ostenta el poder. Con un inconsistente plan de crear empleo a base de subvencionar con 3.000 euros a los autónomos, y la reiteración de tautologías que Hamlet resumiría en su “palabras, palabras, palabras”.

Cambio imposible sobre el que va enseñando poco a poco la oreja: en los dos últimos días ha comenzado a admitir lo que negó en el debate con Rubalcaba. Despacha la sanidad y la educación al terreno de las Autonomías (“yo no he sido”), el ahorro lo producirá con las prestaciones por desempleo que dejará de pagar al fin de la estricta cobertura; y los dependientes dejarán de cobrar las prestaciones: “la ley no es sostenible”. Los más desfavorecidos serán sacrificados al dragón de la Merkel. No echará atrás las medidas que le censuró a Zapatero (el sueldo de los funcionarios, el retraso de la jubilación…); y solo respetará el granero de votos de los ocho millones de pensionistas, aunque sin comprometer nada concreto.

El cambio de Rajoy es un globo que él mismo pinchará a partir del 21 de noviembre. Un globo tan hueco como sus vacías generalidades de “confianza”, “como dios manda”, “como tiene que ser”, “sentido común”, “mire usted”… Y en lugar del globo, su única opción es la de una España sucursal de la orientación del centro-derecha que está a punto de arrasar Europa.

¿Cuál es el cambio?
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