Todo el proceso de liquidación del sector de Cajas de Ahorros, y su reconversión en bancos, es sumamente cuestionable especialmente en cuanto a la actuación y responsabilidad de los gobiernos, tanto de Zapatero como de Rajoy, como del supervisor: el Banco de España y su gobernador el inefable MAFO.
Sin duda la sociedad ha perdido con la desaparición de estas sociedades. Al margen de la mala gestión de muchos de sus directivos que han salido "de rositas", hay un coste importante derivado de la desaparición del dividendo social -es decir la desaparición de la obra social- y en un próximo futuro de un previsible proceso de exclusión bancaria de sectores de las clases populares.
El tema da para mucho pero aquí nos centraremos en un tema al que podríamos llegar a calificar como de una cierta estafa cometida con muchos pequeños ahorradores, que eran clientes de las cajas, a los que con motivo de la forzada salida a bolsa de los bancos de éstas se les colocaron acciones de éstos, de dudosa perspectiva, basándose en la confianza que los ahorradores tenían depositada en su caja.
La realidad de la actuación prepotente de las entidades financieras respecto a su clientela más vulnerable, y sin preparación financiera, ya ha sido suficientemente conocida en cuanto a la colocación de otros activos de riesgo como las "participaciones preferentes", las "deudas subordinadas" o las "cuotas participativas" en el caso de la CAM. Pero el caso que ahora se ha hecho evidente es el de los pequeños ahorradores convertidos en accionistas de bancos, creados de forma forzada por parte de Cajas con problemas, bajo la presión gubernamental y del supervisor, tal como han sido los casos de Banca Cívica y Bankia.
En ambos casos los máximos directivos de las entidades de ahorro han forzado, en la salida a bolsa de sus bancos, a la colocación de las acciones del tramo minoritario mediante campañas entre su clientela tradicional y poco sofisticada financieramente. En ambos casos se ha vendido a la clientela las acciones, volvemos a decir de dudosa evolución, como si fueran productos de la propia caja en la que ellos tenían depositados sus ahorros y confianza, como si se tratara de un producto más y sin plantearles el riesgo que representaban unos productos sometidos a la especulación bursátil.
Los resultados son bastante claros en ambos casos con la fuerte pérdida de valor de los productos adquiridos. Tomemos el ejemplo de Banca Cívica. Las acciones salieron en julio de 2011 al precio de 2,7 euros/acción. En marzo de 2012, ocho meses después Banca Cívica fue comprada por Caixabank al precio de 1,97 euros/acción. Es decir en estos pocos meses las acciones cayeron un 27% de su valor. El cambio se hizo de 8 acciones de Banca Cívica por 5 acciones de Caixabank. Las acciones de CaixaBank se valoraron al precio de 3,25 euros / acción. Hoy las acciones de CaixaBank rondan los 2,2 euros/acción, lo que supone que los accionistas de Banca Cívica han sufrido una pérdida adicional de un 30% más desde el cambio. En la bolsa las acciones de Banca Cívica antes de cumplir un año de cotización han perdido un 50% de su valor inicial.
El caso de Bankia por su importancia es el que más fielmente representa esta repercusión negativa para los pequeños ahorradores que confiaron en la entidad financiera y compraron títulos de Bankia a su salida a bolsa. Se trata de más de 350.000 pequeños ahorradores de las siete cajas de ahorro que estaban en la matriz de Bankia. La acción de Bankia salió a finales de julio de 2011 al precio de 3,75 euros/acción. Esta semana, pocos meses después, la acción de Bankia apenas cotizaba a 1,7 euros/acción, con una pérdida respecto a la salida a bolsa del 55%.
Es decir los dos bancos de cajas que a instancias de las reformas financieras puestas en marcha por el gobierno, avaladas e impulsadas por el supervisor, se hicieron salir a bolsa han acumulado pérdidas millonarias sobre su capital inicial. La mayor parte de esta pérdida ha sido soportada por cientos de miles de pequeños accionistas, clientes de las cajas de los que podríamos decir que como mínimo no fueron bien informados, ya que en muchos casos no fueron conscientes de los riesgos que conllevaba comprar unos productos, acciones con dudoso y problemático recorrido, los cuales se les vendieron como si fueran un producto cualquiera de las antiguas cajas.
Esta salida a bolsa de Banca Cívica y Bankia, con unas perspectivas como mínimo poco claras, como se ha demostrado, ha supuesto algo similar a una verdadera estafa con pérdida de ahorros de una amplia multitud de cientos de miles de pequeños ahorradores, a los que se hizo entrar en el peligroso mundo del llamado y alabado por muchos "capitalismo popular".
Y mientras los ahorradores-accionistas pierden en sus ahorros colocados en acciones, y los trabajadores de Bankia y Banca Cívica sufren por el futuro de sus puestos de trabajo, los máximos responsables comenzando por Rodrigo Rato de Bankia, Antonio Pulido y Enrique Goñi de Banca Cívica desaparecen por el “foro” y en algunos casos con jugosas propinas.