viernes. 29.03.2024

¡Ay¡, Mariano. Rebajas de verano

¡Ay!, Mariano, lo que te perdiste ayer por tomarte otro día de descanso. Por la mañana no acudiste al Congreso a defender el paquete -otro- de nuevas medidas que modifican los ya modificados presupuestos, imponen un recorte de gasto público de 65.000 millones de euros (cantidad difícil de concebir en antiguas/futuras pesetas) y aumentan los impuestos indirectos.

¡Ay!, Mariano, lo que te perdiste ayer por tomarte otro día de descanso. Por la mañana no acudiste al Congreso a defender el paquete -otro- de nuevas medidas que modifican los ya modificados presupuestos, imponen un recorte de gasto público de 65.000 millones de euros (cantidad difícil de concebir en antiguas/futuras pesetas) y aumentan los impuestos indirectos. El mayor tajo de la historia reciente de este país iba envuelto en un decreto que no quisiste defender, dejando ese desairado papel a Montoro. Tirar el decreto y esconder la mano no es un acto de hombres cabales, Mariano, reconócelo.

Ante una cifra como esa, es preferible que hable el Presidente del Gobierno a que lo haga Montoro, porque este ministro de Hacienda parece el sheriff de Nottinham recaudando a los pobres para dárselo a los ricos (sí, hombre, acuérdate de la película de Errol Flyn). Además Montoro tiene mucho peligro, pues en cuanto suelta uno de sus monólogos sube la prima de riesgo, porque nadie le cree y menos los “mercados”; bueno le creen en su partido, que es el tuyo, porque está lleno de gentes de fe con sueldos del Estado y eso fortalece mucho la confianza en el Gobierno. La verdad, Montoro tiene su sitio en el club de la comedia, pero como ministro de Hacienda ha entendido su papel al revés, y en vez de perseguir a los defraudadores, les premia, y persigue a los que ya pagan. ¿No será disléxico? Oye, ¿y no será disléxico el ministro del Interior? Es que, no sé si lo sabes, porque no vas, pero ha cortado las calles que dan al acceso al Congreso y lo ha rodeado con un cordón policial. Parece Saigón en sus buenos tiempos. ¿No será que hay demasiados disléxicos en el Gobierno?

Bueno, a lo que iba. Ya sé que cuando se tiene mayoría absoluta, a pesar de los aplausos y el jaleo de la bancada propia, es un peñazo acudir al Congreso a escuchar los reproches de sus señorías, pero esa molestia va con el sueldo, entiéndelo. Es cansado oír los lamentos del portavoz de CiU, dichos con la boca pequeña -algo tiene que decir-, cuando está de acuerdo con el decreto, porque eso es lo que están haciendo en Cataluña, incluso con adelanto. Algo similar ocurre con el PNV, que siempre estará ahí dispuesto a un pacto (remunerado, eso sí). Y qué decir de las minorías más críticas. Ya sé que no gustan las del BNG, ni las de IU (si Lara fuera un poco más listo y se actualizara…) o las de UPyD, que, por cierto, te puede dar un disgusto en las próximas elecciones generales. Pero quizá lo más cansado sea escuchar a Rubalcaba, que ha perdido el norte y no distingue entre lo que es hacer una oposición responsable y hacer de extra. Sueña con el consenso y aburre a las ovejas.

Todo eso es molesto, ya lo sé, pero es un trámite. Al final los recortes salieron sin apoyos de otros partidos del parlamento español, pero fueron discutidos y aprobados por el Parlamento alemán, que es lo que realmente te importa. Además, ¿qué te van a enseñar a ti, estos mindundis de la oposición, cuando tú eres un maestro en hacer oposición? Para buena oposición la que hacíais vosotros a Zapatero; eso era una oposición-oposición; una oposición-FAES: muchos y escogidos insultos, pataleos, escándalo, mucha mentira y crispación a tope. Y ahí estaba el pobre Zp aguantando el chaparrón de improperios y dando la cara un día y otro, porque eso hay que reconocérselo; no como tú, cobardón, que quieres pasar a la historia como Mariano el Prudente. Pero sigo, porque ahora viene lo mejor, que es lo que te perdiste por la tarde: el encuentro con España. Sí, hombre, con la España real, de carne y hueso, con la España que trabaja, siente y piensa; no con la España retórica que tú manejas; la de las estadísticas y las encuestas de opinión, sino el encuentro directo y sin mediadores con el pueblo currante (y “parante·) y desde luego sufriente y contribuyente. Eso sí que tiene sabor popular y no lo que destila esa pandilla de chicos engominados y niñas pijas que agrupas en un partido con un nombre tan poco apropiado como Partido Popular, porque tú, perillán, bien sabes que sois el partido de los ricos famosos y de los ricos discretos, y, como muy para abajo, de los medio ricos, de los grandes gestores y de esos que llamáis emprendedores, que son realmente una cuadrilla de bribones. Pero vamos a lo nuestro.

Por la tarde tendrías que haber acudido a alguna de las manifestaciones que hubo en España, tenías 80 para elegir. Si te daba un poco de pereza meterte entre el gentío de Madrid, que grita mucho pero no muerde, podías haberte desplazado a Valencia, tierra amiga, que tanto os ha dado, para unirte con tus vecinos de Santa Pola, donde, al parecer, sigues teniendo plaza de registrador, y sin duda cuentas con el singular aprecio de gente agradecida.

La manifestación de Madrid, la que conozco de primera mano, estuvo muy concurrida, pudo haber 200, 300 ó 400 mil personas, aunque luego el portavoz de Esperanza Aguirre diga que fueron 10.000. Siempre lo hace, y es que resta miles de personas de las manifestaciones de izquierda, para sumárselas a las vuestras o de la Conferencia Episcopal, cuyas cifras nunca coinciden con el número de católicos practicantes, pero bueno, la cosa es así. Sigo.

En la “mani” de Madrid hubo mucho y diverso gentío, porque es mucha la gente damnificada: funcionarios, administrativos, maestros y profesores, trabajadores con y sin empleo, precarios y becarios, amas y amos de casa, pensionistas, jóvenes, emigrantes, médicos, enfermos, enfermeros, dependientes, bomberos, policías -de la “madera” y “guindillas”- o ¿te crees, Mariano, que la policía es tonta? Pues no; sabe sumar y sobre todo restar cuando les tocas la nómina. Y así todos, porque allí estaban todos los afectados por las rebajas de invierno, de primavera y de verano, pues habéis perjudicado a mucha gente con los recortes y con los impuestos: prácticamente a toda España, menos un reducido grupo de privilegiados.

Hubo muestras de descontento y de indignación, pero también hubo humor, creatividad, imaginación. Jodidos y, a pesar de todo, contentos de salir a la calle a demostrarlo. Creo que en estas manifestaciones está naciendo un nuevo siglo de oro de las letras expresado en textos breves, lemas y consignas coreadas, porque, aunque sea por unas horas, en cada manifestante hay un Quevedo y a la vez un bolchevique.

El repertorio de estas muestras de ingenio podría ser antológico, pero te voy a ofrecer sólo unas pocas en las que el gremio de la banca sale muy favorecido: “Banqueros ladrones”, “Banqueros embusteros”, “Manos arriba esto es un atraco”, “Menos Bankia y más banquillo”, “Gobierno de banqueros que roba a los obreros” y otras similares, que no detallo para no deprimir a Rato y a Goirigolfarri o como se llame. También hubo alusiones a la clase política: “El próximo parado que sea un diputado”, “No nos representan, que no”, “Somos trabajadores, no ladrones” y al poder judicial; el careto de Divar ilustraba varias pancartas de fabricación casera. Hubo algunos lemas un poco macabros, como “Tenemos cuerda para Rato” o “Nuestros recortes serán con guillotina”, y diversas conjugaciones del verbo joder, sugeridos por el exabrupto de la niña de Fabra, a cuya familia se dedicó la consigna “Hijos de Fabra”, que para mí tiene un significado enigmático. Y claro, Mariano, no podían faltar las alusiones al Gobierno: “Esto nos pasa con un gobierno facha” “Si esto no se apaña, caña, caña, caña”, “Con este gobierno vamos de culo”, dichas sean con el mayor respeto. Y es que la gente estaba desatada en su creatividad, pues con un par de folios y un rotulador aludía al problema -salario, despido, paro, desahucios, sanidad, tasas, enseñanza, pensiones, recetas, precios, impuestos- o sujetos de su preferencia -diputados, políticos, banqueros, judicatura o monarquía-, que también recibió su ración. Ayer, cada teléfono móvil era un emisor y un receptor de panfletos, y cada ordenador casero había sido una imprenta clandestina -se acabó la “vietnamita” (no sabes tú el juego que dio ese prodigioso instrumento durante la dictadura)- que convirtió al ciudadano indignado en un subversivo, porque ayer había muchos rebeldes, Mariano, que parece que, por contar con el interesado y caro apoyo de la derecha alemana, olvidas que gobiernas contra la mayoría de la población de España. Y eso es un error fatal.

¡Ay¡, Mariano. Rebajas de verano
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