sábado. 20.04.2024

Ahora Egipto

nuevatribuna.es | 07.02.2011 Hace un par de semanas, comentando el desalojo del dictador Ben Ali de Túnez, les señalaba que podía tratarse de un primer caso del largo camino entre los países árabes hacia la democracia.Hoy estamos asistiendo al segundo acto en Egipto, de la misma reivindicación: trabajo y democracia.

nuevatribuna.es | 07.02.2011

Hace un par de semanas, comentando el desalojo del dictador Ben Ali de Túnez, les señalaba que podía tratarse de un primer caso del largo camino entre los países árabes hacia la democracia.

Hoy estamos asistiendo al segundo acto en Egipto, de la misma reivindicación: trabajo y democracia.

En lo que se conoce como región MENA, Oriente Medio y norte de África con Marruecos, Argelia, Túnez, Libia y Egipto; se calcula que algo más de cien millones de jóvenes, un tercio del total de su población y que representan la mitad de su potencial población activa, no tienen expectativas de trabajo. Y directamente más de un tercio de ellos no encuentran nada que hacer, ni acorde a su preparación ni ajeno a ella. Simplemente no tienen ningún trabajo ni expectativa de tenerlo.

Esto que ya fue el detonante del levantamiento en Túnez contra el régimen corrupto de Ben Ali (recuerden que un joven licenciado informático de 26 años se quemó a lo bonzo, desesperado, porque no le permitían ni siquiera vender fruta y verduras para sobrevivir) ha vuelto a ser el origen de las protestas en Egipto contra la dictadura de Mubarak.

En ambos casos se trata de dictaduras donde la corrupción y el robo a manos llenas de los dirigentes ha venido siendo consentido (entre comillas si quieren lo de consentido) por las democracias occidentales, léase Unión Europea y Estados Unidos fundamentalmente. Y todo por aquello de que estas dictaduras ejercían, supuestamente, de barrera a los radicales islamistas.

Error, gravísimo error. La falta de democracia y la corrupción han sido tradicionalmente un excelente caldo de cultivo para el radicalismo islámico. Y además los radicales se convirtieron a su vez en la coartada perfecta de todas estas dictaduras, de forma que han venido retroalimentándose los unos a los otros.

Es bastante “normal”, la posición en el caso de los Estados Unidos que tiene una larga tradición de errores al respecto; les puedo citar dos bien significativos como ejemplo: uno, haber apoyado y armado a los talibanes en Afganistán frente a la antigua URSS; y otro, hacer lo propio con Sadán cuando le intereso frente a Irán.

Hay muchos más ejemplos, pero estos dos son una muestra significativa de lo que les decía de los gravísimos errores americanos a la hora de buscar aliados y de armarlos.

En el caso de la Unión Europea, me parece todavía de mayor gravedad su ceguera, primero porque estamos hablando de países vecinos del espacio del Mediterráneo, para los que se debiera pensar que el mejor antídoto contra el extremismo islamista no es una dictadura corrupta, sino más democracia y desarrollo.

Si, en la última semana es cierto que empiezan a oírse otras voces y que parece, que a la “ceguera anterior”, están tratando de ajustarle algo mejor la visión, pero ya van tarde. La verdad es que van muy tarde.

Ahora son Túnez y Egipto, este último el país más poblado de la zona y donde los jóvenes, que representan el cincuenta por ciento de los desempleados, les han dicho a sus dictadores que no les aguantan más. Seguro que van a iniciarse ahora toda una pléyade de modificaciones, para intentar mantener lo esencial del poder y el apoyo de los Estados Unidos a unos regímenes que van a hacer todo lo posible por mostrar el desprecio de sus ciudadanos hacia ellos, como un riesgo fundamentalista para Occidente si finalmente les dejan caer.

Pero sus pueblos, encabezados por sus jóvenes, les han perdido ya el miedo, y lo que están reclamando es solo democracia y trabajo.

Así que bien haría la Unión Europea en implicarse en favorecer un cambio democrático y en que se persiga a fondo la corrupción, si perseguir los frutos de la corrupción que los dictadores colocan a buen recaudo en paraísos fiscales mientras sus poblaciones malviven por debajo del umbral de la pobreza. Paraísos fiscales que es menester recordar que existen porque cuentan con el amparo o el consentimiento de los Estados Unidos o de países de la propia Unión Europea. Porque esta, por desgracia, todavía sigue siendo una asignatura pendiente de las democracias.

Martín Landa | Sindicalista

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