jueves. 18.04.2024

¡A prevaricar, a prevaricar!

nuevatribuna.es | 21.01.2011Ayer escuché en la radio que eso de la prevaricación estaba ya zanjado. Y sentí un inmenso alivio. Como cuando te quitas un enorme peso de encima. Tantos años con la obsesión y así de un plumazo, se acabó la historia, ya no hay que preocuparse.

nuevatribuna.es | 21.01.2011

Ayer escuché en la radio que eso de la prevaricación estaba ya zanjado. Y sentí un inmenso alivio. Como cuando te quitas un enorme peso de encima. Tantos años con la obsesión y así de un plumazo, se acabó la historia, ya no hay que preocuparse. Me acordé de cuando en mi pubertad, en el confesionario me preguntaba el cura: “¿cuántas veces hijo?” Y lo entendí todo de golpe, al tiempo que se me vinieron a la memoria los largos años de esfuerzo inútil, pendiente constantemente de los informes jurídicos. Ahora me doy cuenta de que estos líderes modernos de hoy (no es una tautología aunque lo parezca) tienen razón.

Porque no es lo mismo prevaricar por vicio, que prevaricar por una buena causa. Y que aunque prevaricar sea adoptar una resolución injusta a sabiendas según el código penal vigente, no olvidamos que San Pablo dijo aquello de más vale “casarse que abrasarse” y por eso mismo una cosa es fornicar y otra hacer uso del santo matrimonio. Además, todos somos prevaricadores. Bueno, de obra solamente pueden serlo los que tienen mando en plaza. Pero de palabra, pensamiento y omisión, absolutamente todos. Fíjense, ayer me decía muy indignado mi amigo Josito que si estuviera en su mano jubilaba él con la pensión mínima a los cien economistas, banqueros y políticos que nos están amargando la vida con el recorte de las pensiones y la contrarreforma laboral. Y yo le dije que eso es una prevaricación como la copa de un pino, porque sabemos que lo que están haciendo con nosotros y que tan magníficamente resumía ese genio intelectual de Díaz – Ferrán, diciendo que hay que trabajar más y cobrar menos, pues es por nuestro bien. Justamente lo mismo que le decía a mi madre mi primer maestro, cuando se iba a quejar de los reglazos que me había dado en las uñas: “la letra con sangre entra”. Y anda que no prevarican los jóvenes sin curro y los despedidos en la cola del paro y los jubilados y los sindicalistas y los ecologistas. Todos largando injusticias a sabiendas contra los políticos. Diciendo – como dice mi amigo Josito, que está echado al monte – que les va a votar su puñetera madre. Y lo dicen así, tan anchos, injustísimamente. ¡Pobres madres! ¿Qué culpa tendrán ellas? Saltándose además el tratamiento correcto, que debería ser: “su puñetero / a padre / madre”. Y no digamos de pensamiento, ahí cae todo el mundo. Con razón escribió Santa Teresa que la imaginación es la loca de la casa. La dejas volar y se lanza a prevaricar sin límites. A mí francamente es lo que más me ha costado evitar y debo admitir que de esa forma he prevaricado por tierra, mar y aire. Y por omisión, no vean. Cada vez que dejamos que nos roben la cartera económica o ideológica, pues estamos prevaricando por no denunciarlo públicamente, que como dice la ministra Leyre Pajín, debemos denunciar a quien incumple. Este es un país de prevaricadores natos y quien no prevarica es porque no puede. Hay que soltarse la melena como Aznar y decir en voz alta que donde esté una buena prevaricación de obra, por ortodoxas razones claro, y en compañía, que se quite la prevaricación en solitario y pacata. Por eso lo mejor es que quien ha prevaricado con toda las de la ley se encargue de organizar la cosa electoral y política, así habremos acabado definitivamente con el disimulo y prevaricaremos a gusto, con luz y taquígrafos, cada cual dentro de sus posibilidades. Así se marca la diferencia. Que no es lo mismo que la corrupción, porque los nuestros son siempre ejemplares ciudadanos y como Sartre decía y Rajoy nos enseña: “l’enfer c’est l’Autre”. No nos acaba de entrar en la mollera a los que procedemos de la cultura marxista que lo que tenemos que cambiar son los valores anticuados de izquierdas que aún defendemos, que nada tienen que ver con la política de hoy. Y claro – pienso yo – que por ello habrá que corregir el código penal y eliminar la prevaricación, como se quitó el adulterio y la sodomía. Por eso le he dicho a mi amigo Josito que no sufra, que vamos a actualizar aquél lema ácrata de las manis de los setenta y salir a coro gritando: ¡a prevaricar a prevaricar que el mundo se va a acabar!

Pedro Díez Olazábal participó en la fundación del Sindicato de Enseñanza de CC.OO y ha estado siempre vinculado a los movimientos sociales. Ha desempeñado los cargos de Alcalde de Arganda del Rey, diputado de la Asamblea de Madrid y Vicepresidente Tercero, portavoz en la Comisión de Medio Ambiente y Presidente de la Asamblea de Madrid.

¡A prevaricar, a prevaricar!
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