viernes. 29.03.2024

Un triunfo de la democracia

urnas PSOE

La primera idea-fuerza de la vuelta a su puesto de Sánchez ya se ha expuesto: una victoria de la democracia frente a los poderes lácticos, poderes que no sólo son los barones del PSOE sino, también, los económicos y los mediáticos

En este 21 de mayo la victoria de la candidatura de Pedro Sánchez a la Secretaría General del PSOE por un 50% supone –entre otras cosas también importantes- un triunfo de la democracia. El año 2016 y anteriores han sido años de malas noticias para la democracia española: la ley mordaza del PP, el golpe palaciego de Felipe González y sus secuaces contra Sánchez, la corrupción generalizada del PP, la persistencia en las encuestas del voto mayoritario al propio PP por su esquilmación persistente a las arcas públicas, etc. Es verdad que puede haber democracia con partidos autoritarios o dictatoriales como el PP, pero ésta siempre se resentirá examinada desde la ética y desde la responsabilidad de los votantes y los votados. La mera disciplina de voto frente al voto en conciencia es ya una tara democrática y eso es una de la grandes ventajas del sistema democrático yanqui. La militancia de uno de los partidos claves de la democracia española ha hablado y se ha impuesto a los poderes fácticos de los barones autonómicos y de algunos notables como González, Zapatero, Rubalcaba, etc., que no se resisten a aceptar que su tiempo ya ha pasado; también frente a los poderes económicos y mediáticos. Lo importante para el PSOE y para la izquierda española es analizar las consecuencias de esta victoria notable del defenestrado con malas artes frente al “aparato” del partido.

La primera idea-fuerza de la vuelta a su puesto de Sánchez ya se ha expuesto: una victoria de la democracia frente a los poderes lácticos, poderes que no sólo son los barones del PSOE sino, también, los económicos y los mediáticos. Ha sido una vergüenza ver cómo todos o casi todos los medios de comunicación, casi todos los periodistas –fueran ideológicamente de izquierdas o de derechas- han denigrado la candidatura de Sánchez, han apostado por Susana Díaz descaradamente, omitiendo que la misión del periodismo no es la de opinar sino la de informar; incluso ver cómo parte de estos medios han conspirado contra el actual vencedor. Es una vergüenza para profesión periodística y para los periodistas, muchos de los cuales ya quedan marcados y, éticamente, desahuciados para ejercer su profesión.

La segunda idea-fuerza es la de que con esta victoria interna del PSOE se abre la posibilidad de una alternativa al PP de Rajoy ¡sin necesidad de que el PSOE sea el partido más votado! Susana Díaz, quizá por los consejos de F. González, ha dicho persistentemente a los militantes del PSOE, a sus votantes y a todos los españoles, que el PSOE sólo gobernará si gana al PP. No le vale –esto no lo ha dicho pero es la consecuencia política- con que en unas próximas elecciones la suma de votos y escaños de PSOE y Podemos superara a la suma del PP y Ciudadanos. Ha sido un error táctico de la candidatura de la andaluza porque dejaba a la militancia socialista y a los posibles votantes del PSOE desarmados de estímulos para votar al partido de Pablo Iglesias, Jaime Vera, Julián Besteiro, Largo Caballero, Indalecio Prieto, etc. La teleñeco de Felipe González ha cometido también el error de despreciar a la militancia, y en el debate a tres hablaba de la falta de apoyo del partido a Pedro Sánchez porque no le apoyaban González, Zapatero, Rubalcaba, etc. Susana Díaz repetía una y otra vez que ella era ganadora porque había ganado en Andalucía y Sánchez había perdido dos veces, confundiendo el voto de su Comunidad con el voto a nivel nacional, es decir, sin tener en cuenta las inercias históricas y la diversidad política de los españoles. Era una estupidez que no ha pasado desapercibida a los militantes. Por si fuera poco tampoco era verdad que fuera una ganadora en su Comunidad porque había perdido votos en las últimas elecciones respecto a las anteriores, aunque el PSOE andaluz hubiera sido el partido más votado. El cuarto error de Susana Díaz es que no ha tenido respuesta al “no es no” de su oponente principal, ni ha presentado un programa “macro” con el cual abordar los grandes problemas de los ciudadanos como son el paro, los salarios de miseria, la precariedad laboral, el salario mínimo, una posible renta de integración o universal, etc. Nada sobre la reforma laboral o la ley “mordaza”. Susana Díaz es una cabeza hueca, una oquedad que se ha hecho evidente ante la militancia y también –y esto es más difícil- frente a los posibles votantes del PSOE en el futuro.

La tercera consecuencia es la de que ahora el PP tiene que ganarse el apoyo de Ciudadanos y de algunos nacionalistas si quiere sacar leyes. Ahora el PP es un partido más débil y Mariano Rajoy puede estar tentado a adelantar las elecciones. Más aún tendrá coartada para ello si el Parlamento catalán declarara la independencia de Cataluña o se viera como posible en un futuro próximo. El problema para el PP es que la corrupción le desborda y puede llegar a hacer mella entre sus votantes, que puede que a una parte de ellos la ética les llegue al menos a los tobillos y puedan darle la espalda. Eso no le daría ninguna ventaja al partido de Rajoy en próximas elecciones, que pudiera ocurrir que ni siquiera pudiera repetir el número de escaños actuales aunque siguiera siendo el partido más votado.

La cuarta consecuencia es que este resultado, si bien es una buena noticia para el conjunto de la izquierda española, es una mala noticia para la visión “pablista” de Podemos que, de momento, domina en la formación morada. Seguro que Pablo Iglesias hubiera preferido una victoria de Susana Díaz porque eso le daría argumentos al líder de Podemos para su principal y yo diría único objetivo actual: desbancar al PSOE como principal partido de la izquierda española. Este resultado para Podemos puede tener dos derivas muy diferentes: puede persistir el partido en el “pablismo” de su líder y enclaustrarse en sus cinco millones de votos y gracias, o puede definitivamente convertirse en un partido consecuentemente de izquierdas en todos sus aspectos: ideológicos, estratégicos y tácticos, y dejar ese aroma pequeño-burgués que le acompaña al partido y a su líder. Parece que quieren rectificar ahora con la moción de censura el inmenso error de permitir que Rajoy fuera presidente de Gobierno frente a que lo fuera Pedro Sánchez, pero esa mala conciencia se hace a costa de un error táctico como es la moción de censura en solitario porque nadie la va a apoyar. Quizá tenga más justificación la análoga en la Comunidad de Madrid. Veremos la deriva de Podemos ahora con Pedro Sánchez al frente del PSOE, pero no lo tiene fácil si no cambia el objetivo señalado.

El reto que tiene Pedro Sánchez es que, no sólo ha de convertirse en el líder del PSOE, sino que ha de convertirse en el líder y referente de toda la izquierda española. La resistencia del Podemos de Pablo Iglesias a darle su apoyo casi incondicional le obliga a ello. Creo que para que Pedro Sánchez llegue a la Moncloa ha de cumplirse dos condiciones: que el PSOE se haga socialdemócrata –nunca lo ha sido- y que Podemos se haga consecuentemente de izquierdas, porque aún no lo es. De momento ninguna de las dos condiciones se cumple, pero algunos pasos se están dando y el del día 21 de mayo era uno de ellos.

Un triunfo de la democracia