jueves. 28.03.2024

Sistema eléctrico: no hay salida desde el solo mercado (II)

Los gobiernos sucesivos en España no han sido capaces de de enfrentarse al poderoso lobby eléctrico...

En esta segunda parte del artículo ya publicado se intenta aclarar y completar algunos de los análisis y propuestas de la primera parte del mismo. La cortina de humo creada por la subasta CESUR del mes de diciembre ha oscurecido los problemas estructurales del sistema energético español, que tiene causas específicas, pero que participa de los problemas del suministro de energía a las poblaciones desde diferentes métodos de producción. En esta segunda parte vamos a profundizar en las posibles soluciones a partir de estos problemas estructurales, problemas que no se analizan correctamente en los medios de comunicación aun cuando se informe de ellos por los periodistas. Los problemas de los sistemas de obtención de energía eléctrica son estos: 1) Los métodos de obtención son diversos, pero el producto final es homogéneo; 2) los diferentes métodos de obtención presentan costes estructurales –y por tanto costes medios- diferentes que el largo plazo no elimina, lo cual elimina a su vez la posibilidad de hacer coincidir el óptimo a corto con cualquier óptimo a largo plazo, es decir, los posibles óptimos una vez hechas las infraestructuras pertinentes. Dicho de otra forma, el análisis marginalista microeconómico a largo plazo de origen marshalliano no es aplicable; 3) las Administraciones no logran nunca –incluso cuando ponen empeño- que las empresas internalicen sus costes totales, siendo los ciudadanos con sus impuestos quienes acaben pagando estos cuando se producen catástrofes o cálculos equivocados, como han sido los casos del Exxon Valdez (1989) en Alaska, el derrame de 3400 toneladas de petróleo en el golfo de Méjico (2010), el Prestige (2002) en las costas gallegas, Chernobyl (1986) en Rusia, Fukushima (2011) en Japón, la reciente en Nigeria (2012), etc.; 4) los riesgos de la energía nuclear y la eliminación de los resididos radiactivos no forman parte suficientemente de los costes de este método de obtención de energía; 5) debe haber siempre un exceso de infraestructuras en los diversos métodos para satisfacer las demandas puntuales de energía que no pueda ser paliada con la energía derivada del petróleo.

Cuando existen empresas privadas que ofrecen suministros desde diversos métodos de producción el problema de la asignación eficiente de los recursos queda irresuelto. En España lo podemos comprobar cuando el lobby eléctrico –principalmente hídrico- sólo se preocupa de tres cosas: 1) que la Administración fije un precio que cubra a la empresa de mayores costes medios porque eso les asegura unas ganancias extraordinarias para el resto; 2) que se les pague vía precios y/o subvenciones el déficit tarifario; 3) eliminar en lo posible la prima a las renovables (en España, eólicas y solares principalmente) a pesar del objetivo de la agencia europea de alcanzar un 20% de producción eléctrica procedente de aquéllas. En cambio nada hacen por una asignación eficiente de los diversos métodos. Recordemos los tres problemas que ha de resolver un sistema de producción energética de un país: 1) se ha de producir de acuerdo con el mínimo de costes medios de cada método, pero no necesariamente de cada empresa oferente (y menos comercionalizadora), con lo cual se cumpliría el requisito de la optimalidad; 2) se ha de asignar las necesidades de producción por los diferentes métodos de tal manera que los costes marginales de cada método sean iguales (siempre que a corto plazo estos costes sean crecientes y superen a los costes medios); 3) la suma de estas ofertas ha de satisfacer la demanda nacional, importando energía eléctrica y/o petróleo, carbón, gas, etc. si falta, o exportando si sobra (en el caso español, energía eléctrica a Portugal y/o Francia). Ni siquiera con la mejor política enérgica puede satisfacerse estos tres requisitos por la característica comentada del producto eléctrico cual es que cada método de producción tiene diferentes costes medios sean cuales sean los precios de los recursos (carbón, gas, petróleo importados o no importados). No hay que esperar que se cumpla alguna vez que los costes medios sean iguales para los diferentes métodos, por lo que cabe esperar que los puntos de optimalidad del producto final sean diferentes siempre. Lo cual hace imposible que exista un precio que de lugar a niveles de asignación de recursos y producto final tal que satisfagan los requisitos de optimalidad, eficiente y demanda satisfecha y no excedida. Eso con la mejor de las políticas energéticas. Es de imaginar los desaciertos cuando la oferta energética está en manos privadas, que no se preocupan por encontrar ese punto medio mínimo de costes, ni asignar sus recursos de acuerdo con los costes marginales. Peor aún en cuanto al mínimo de costes medios porque lo que le importe al país –no a la cuenta de resultados de cada empresa- es ese punto mínimo por método y no empresa por empresa oferente.

Una empresa nacionalizada podría solventar algunos de estos problemas. Puede contabilizar, no por la vía de la cuenta de resultados los costes medios (cosa que hacen las empresas privadas), sino en función de los costes medios según los diferentes métodos de producción de energía eléctrica; puede, calculados los costes marginales a corto plazo, asignar los diferentes métodos de producción de tal forma que se utilicen cuando los costes marginales de estos en la producción final se igualen; por último partirán con mucho más acierto que en la oferta privada con los conocimientos de las necesidades de la demanda sin hacer depender la oferta de energía en función de los precios fijados. Estos precios cumplirían los requisitos simultáneos de ser el coste social a pagar por los usuarios, el de minimizar los costes medios del conjunto de todos los métodos y de permitir la asignación entre métodos. Nada de esto lo pueden hacer los sistemas privados. Y una empresa nacional que cumpliera estos requisitos se vería obligada a planificar su producción y sus recursos calculando a pesar de las dificultades lo puntos óptimos de producción (mínimo de costes medios globales) y las asignaciones de recursos de acuerdo con los criterios de costes marginales expuestos. Recursos informáticos e información veraz no le faltaría con costes razonablemente pequeños. No comentamos más -porque ya lo hicimos en la primera parte del artículo- la enorme ventaja que tendría una empresa nacionalizada cuando tuviera que invertir en nuevas instalaciones. Estas son muy distintas en su discontinuidad si se trata de los métodos hídricos que los solares o eólicos, siendo estos últimos menos exigentes, por lo que la planificación de objetivos y recursos se hace imprescindible a lo largo del tiempo y de los ciclos económicos.

Sin embargo, una sola empresa nacional oferente energía tendría el defecto de la falta de competencia, por lo que la solución ideal sería la convivencia de esta empresa oferente, pero que abarcara todo el territorio nacional a partir de todos los métodos de producción, compitiendo libremente y sin trabas ni subvenciones con otras empresas privadas. En España alguna vez nos acercamos con ENDESA a  ese objetivo, pero el inmenso error de su privatización y posteriormente venta acabó con la solución ideal (aunque, curiosamente, acabó al final tras algún rebote en la empresa pública italiana ENEL). Pero ese es el camino. Ante esto el problema de cómo plantear una subasta que supere el ridículo método CESUR palidece. Lo importante es bajar los costes medios, encontrar los mínimos de costes medios por método de producción y las asignaciones eficientes de acuerdo con los criterios explicados. Pero es de temer que todos estos problemas se quedarán en agua de borrajas y seguiremos discutiendo sobre subastas, déficit tarifario y primas a las renovables, porque los gobiernos sucesivos en España no han sido capaces de abordar estos problemas estructurales ni de enfrentarse al poderoso lobby eléctrico.

Sistema eléctrico: no hay salida desde el solo mercado (II)