viernes. 29.03.2024

El PP: De la tragedia responsable al sainete infumable

Tenía in mente un artículo en el que intentara demostrar por tercera vez que, dada la situación política derivada del 26J y a pesar de la mayoría relativa del PP en esas elecciones, la lógica política empuja cada vez más a que sea Pedro Sánchez y no Mariano Rajoy el político que sea el próximo presidente de Gobierno. Sé que todas las apariencias y toda la propaganda van al revés, pero yo me mantengo en esa creencia. Lo de creencia va con ironía porque precisamente ahí está la diferencia, que mientras para los que defienden a Mariano Rajoy como futuro presidente o los que aparentemente se resignan a considerarlo como tal (PSOE, Podemos) y ya se reconfortan en las tibiezas de la Oposición basan sus opiniones en meros deseos, creo que el análisis de la situación va por otro lado. Para ello me quería inspirar precisamente en el análisis situacional (lógica de la situación) de Popper que fue exponiendo en sus diversas obras. Sin embargo tengo que reconocer que la alucinante –de alucinógenos, de psicotrópica– de  Mariano Rajoy del día 28 del presente por la tarde me ha trastocado, incluso me ha dejado al mismo Popper y su principio de comportamiento racional tiritando a pesar de este calor estival insoportable. Yo ya no sé que pensar de este tipo que nos gobierna. En contra de la opinión reinante, siempre le he tenido por un político menos que mediocre, sin gracia ninguna, un analfabeto funcional y un indolente acomplejado tal que debiera ser tratado por, al menos, algún psicoanalista dotado de infinita paciencia. Pero lo de la rueda de prensa psicotrópica que pudimos ver los españoles –incluidos sus votantes– no sé cómo tomarla, si como un pésimo sainete que no lo firmaría ni el mismísimo Carlos Arniches, una astracanada digna de la época de Alfonso Paso, una burla sobrevenida al Jefe del Estado o, simplemente, la autosuficiencia de un ignorante soberbio. Oyendo a Rajoy me viene a la mente los versos de Antonio Machado: Castilla miserable / ayer dominadora / envuelta en tus harapos / desprecias cuanto ignoras. Sustituimos a Castilla por Rajoy y harapos por votantes del PP y la cosa queda actual. En el día de hoy los medios de comunicación dicen que Rajoy ha aceptado el encargo del Rey de ir a la Investidura, pero oyendo a este insípido gallego la realidad sería la contraria: la noticia sería que Mariano Rajoy no ha aceptado ir a la Investidura. Pero luego nos dijo la presidenta de la Cámara de la carrera de San Jerónimo que el Rey, en su papel de Jefe de Estado y de acuerdo con el artículo 99 de la Constitución, le había encargado la Investidura –no el Gobierno, que eso viene después– al Sr. Rajoy y que este ¡había aceptado! Es decir, o Rajoy no se sabe la Constitución –estoy seguro que así es– y/o ha mentido en la rueda de prensa diciendo que él había aceptado intentar formar Gobierno pero no la Investidura, lo cual es un imposible porque primero va la Investidura y luego el Gobierno. Creo que Rajoy pone a prueba una vez más la dignidad de sus votantes. Hay que decir que cuando los periodistas le pidieron a la nueva presidenta de la Cámara algunas aclaraciones sobre la obligatoriedad de la Investidura y las posibles fechas, la Sra. Pastor estuvo a la altura –es ironía– del propio Rajoy y se marcó un cospedal, al igual que Rajoy minutos antes. Tal para cual.

Volviendo a lo de Popper, sostenía este que, en principio, los criterios de cientifidad de las ciencias sociales debían ser los mismos que los de las ciencias naturales (como se las llamaba en tiempos de Newton) bajo un principio de comportamiento de los individuos que era el de la racionalidad. Además que, al igual que en las ciencias físicas, los comportamientos son contrastables. Luego se volvió crítico con su propio principio de racionalidad. Pero de ello queda algo. Queda que cada situación –en este caso política o sociopolítica– puede ser explicada bajo una lógica autónoma que va desde los individuos a los colectivos, a las instituciones y a los representantes políticos. Eso sí –y esta es una opinión personal– con un margen de maniobra que es la que debemos analizar. En ese margen está la libertad de cada uno, sólo que cuanto mayor es el cargo político o institucional es mayor el margen de maniobra y –consecuentemente– la responsabilidad. Lo que ha pasado desde el 20D del 2015 hasta el 26J del 2016 no ha sido ni en balde ni inocuo. Ha tenido sus consecuencias. Los actores –votantes y representantes– han vuelto a votar y a definirse. Ha quedado claro que los que deseaban que siguiera el Gobierno de Mariano Rajoy y el PP representan un tercio de los votantes y –y este es el hecho decisivo en el análisis situacional político de ahora– que dos tercios quieren otra cosa. Lo expreso de esa manera consciente de la ambigüedad porque no se puede ser más preciso. En efecto, esa otra cosa no es exactamente la misma para los votantes de Ciudadanos, para los del PSOE ni para los de Podemos. Y en cuanto a los votantes en Cataluña también ha servido para cristalizarse aún más una posición sociopolítica en torno a los deseos en unos de la independencia y en otros de lo contrario. Nada es en balde y todo este período es lo más interesante que ha ocurrido políticamente en España desde la llamada Transición. Y aún queda representación para algún rato más. La lógica de la situación pone en duda cada vez más que tenga que haber un Gobierno que surja de los votantes del tercio que votó al PP en detrimento de otro que surja de los votos de los otros dos tercios. Carece de racionalidad política que un tercio se imponga a dos tercios, incluso en la formación de Gobierno. Pero eso exige algo inédito en la historia de la democracia española: que el líder del segundo partido más votado obvie sus intentos de esconderse tras los barrotes de su deseable Oposición y dé el paso de convertirse en el líder de los dos tercios que han votado otra cosa. A diferencia del 20D ya no es posible una alternativa de izquierdas pero sí una alternativa a Rajoy, así, sin más. Y eso es un paso extraordinario partiendo de la dictadura de la mayoría absoluta de la legislatura que acabó el 20D del año pasado más los meses que llevamos de este año. Nadie está planteando algo así porque los políticos siempre miran –salvo honrosas excepciones– con anteojeras, los periodistas no están para eso y los supuestos intelectuales del país son eso, supuestos. El análisis situacional impele a que el próximo presidente de Gobierno sea Pedro Sánchez y no Mariano Rajoy, pero no siempre se cumple que esas fuerzas –el paralelogramo de fuerzas que empleaba Engels en el Anti-Dühring– venza al otro paralelogramo que son la propaganda goebbeliana, el hastío amenazante de los votantes y los poderes fácticos. Y para eso está el margen de maniobra, para cuando se enfrentan fuerzas igualadas. Tengo la opinión nada marxista que el poder fáctico más importante en una democracia –cuando es efectiva– es el voto. El mayor, claro, pero no el único. Por eso creo tan poderosa la lógica de los dos tercios frente al tercio.

Y todo lo que viene a partir de hoy es una lucha entre la lógica de los poderes fácticos, mediáticos e institucionales de hacer de nuevo a Rajoy presidente o si Pedro Sánchez se da cuenta primero que debe constituirse en líder no sólo de su partido –aún no lo es del todo– sino también de esos dos tercios. O al menos de los dos tercios descontados los nacionalistas que antepongan el derecho a decidir a la cuestión social. No sabemos los pasos salvo el primero: que Pedro Sánchez salga del refugio que se ha montado de futura leal oposición para liderar la alternativa al PP. La lógica del análisis situacional lleva a eso pero, al igual que en el teatro, debe asumir ese papel desde la libertad que le da su margen de maniobra. Si lo hace con inteligencia y eficacia, tanto a Podemos como a Ciudadanos no les quedará más remedio que apoyar esa futura y posible investidura, incluso sin pasar por las horcas caudinas de la negociación previa porque la alternativa es terrible (que siga Rajoy).

Dice el aforismo que la Historia se repite primero como tragedia y luego como farsa o comedia. El PP nos regaló parte de la responsabilidad del 11M –sólo parte porque eso no exonera la responsabilidad de los asesinos– hasta el sainete de Rajoy el 28 del presente. Ha cumplido penosamente el aforismo y debe transformase desde la Oposición y curarse ahí de sus males endémicos: la corrupción propia y la chulería heredada del franquismo.

El PP y el PSOE son dos elefantes viejos pero no muertos, que se miran de reojo pero que se necesitan porque sólo entre ambos se saben la ruta de los poderes fácticos. Aún darán guerra. Ciudadanos es una jirafa que cree que puede mirar por encima de las orejas del elefante pepero, pero no se da cuenta que aún le falta estirar las vértebras del cuello y quiere caminar equidistantemente entre ambos paquidermos. Difícil equilibrio. Y Podemos es un joven tigre miope que le han crecido las garras más rápidamente que el resto del cuerpo y quiere quitar el liderazgo de la selva política a los dos mastodontes. El problema es que su miopía no le permite distinguir cuál de los dos paquidermos es su adversario y cuál su enemigo. O lo aprende rápidamente o menguará a minino.

El PP: De la tragedia responsable al sainete infumable