jueves. 28.03.2024

Podemos y Ciudadanos: Ahora llegó su hora

El 9 de agosto escribía servidor un artículo en este mismo periódico digital con el título Sánchez se presentará a la investidura. Parecía un riesgo una predicción semejante teniendo en cuenta que todos los medios de prensa escritos de ámbito nacional y la mayoría de las confusas y acaloradas tertulias de las teles repetían siempre el mismo mantra: o gobierno de Rajoy con abstención suficiente del PSOE o terceras elecciones. No eran análisis valiosos porque estaban adulterados o eran simples camuflajes de la propaganda de periodistas y medios de comunicación afines al PP –la inmensa mayoría–, pero se esperaba que surtieran efectos entre los votantes del PP y parte de los del PSOE en unas próximas e hipotéticas elecciones. El PP y sus medios con estos pseudo-análisis consideraban implícitamente que los escaños nacionalistas independentistas y los del partido Unidos Podemos no podían entrar en ninguna combinación referida a la investidura y a la gobernabilidad. Los argumentos son conocidos: unos “querían romper España” y otros son “bolivarianos y chavistas”, da igual sus propuestas y programas. Con esta artimaña siempre gobernará Rajoy porque, excluidos estos partidos, no hay combinación posible que lleve a Pedro Sánchez a la Moncloa. Además, y a diferencia del 20D, ahora la suma de los escaños de Ciudadanos y PSOE no son más que los del PP. Ahora, si quiere el líder del PSOE llegar a jefe del Ejecutivo, debe contar con Podemos bajo cualquier combinación que excluya al PP. Sin embargo, la lógica de la situación política me llevaba a considerar que a Pedro Sánchez, como jefe del segundo partido más votado, no le quedaba más remedio que presentarse a una nueva investidura una vez fracasada la de Rajoy, la del primer partido. Y había y hay más razones. El PSOE debe intentar ser la alternativa del PP en la Moncloa ahora y siempre, y no facilitar a Rajoy su deseada corona por simples motivos electorales a futuro. Recordemos que el PSOE perdió cuatro millones y medio de votos porque al anterior Secretario General se le ocurrió congelar las pensiones y el salario de los funcionarios más la reforma del artículo 135 de la Constitución con nocturnidad, alevosía y en comandita con el partido de Bárcenas, Gürtel, Púnica, etc. Si ahora Rajoy llega a la Moncloa –de donde aún no se ha ido– gracias a la abstención suficiente del PSOE sólo quedará de este partido los 14 decenios de historia. El otro aspecto de la lógica situacional que lleva a aceptar irremisiblemente la investidura a Pedro Sánchez en cuanto se lo proponga el Jefe del Estado es porque el Secretario del PSOE ha debido asimilar que la izquierda sociológica y electoral en este país ya no es cosa de uno (PSOE) y una anécdota (IU). O cuenta con el partido de Pablo Iglesias -mal que le pese- o no hay alternativa al insípido gallego. Y por si fuera poco está el artículo 99 punto 4 de la Constitución que dice que: “Si efectuadas las citadas votaciones no se otorgase la confianza para la investidura, se tramitarán sucesivas propuestas en la forma prevista en los apartados anteriores”. No hay salida para Pedro Sánchez, no tiene margen de maniobra para eludir su responsabilidad por más que los funestos barones de su partido le aconsejan llevar a Rajoy a Moncloa.

Y en contra de lo que dicen los medios y tertulianos y en contra de las propias palabras del mismo Rajoy, Cospedal y el resto de la banda del gallego y su cuadrilla, Rajoy está buscando hipócrita y disimuladamente las terceras elecciones porque no tiene nada que perder en ello. Disimula mal, eso sí, pero lo intenta, es en lo único que se esfuerza el gallego y en ese esfuerzo queda agotado. Para la investidura necesitaba 6 votos más de los que tenía asegurados en el primer día de investidura y 11 abstenciones en el segundo día, y en ningún momento buscó la ayuda, el acuerdo, el gesto cómplice hacia otros partidos, ningún esfuerzo para hacer sugerente y posible un acuerdo programático, nada de nada. No me creo que sea tan inútil el aspirante a lo que ya es. Y el remate del portavoz del PP Antonio Hernando en el segundo día de investidura deja claro –o debiera dejarlo– que no quiere a Ciudadanos como socio hipotecado por esas 150 medidas acordadas en papel de Misión Imposible, es decir, en papel destruible. Intentar, a pesar de ello, inculpar al PSOE de posibles futuras elecciones sólo se explica por la baja consideración ética e intelectual del electorado del PP que tiene el propio PP. Claro que si el partido más corrupto de Europa aumenta sus votos del 20D del 2015 al 26J del 2016 no ayuda a eliminar esa consideración.

Existe el mantra, la consideración mostrenca de que ahora todo está en manos del PSOE, en su margen de maniobra, para buscar una alternativa. Es falso. El PSOE ha recorrido ya todos los caminos que eludían a Podemos y ha fracasado. Algunos barones y consejeros de eléctricas que otrora fueron líderes del partido no se han enterado, pero la situación de Sánchez recuerda el estribillo de la canción que dice: “ni contigo ni sin ti / tienen mis males remedio / contigo porque me matas / sin ti porque yo me muero”. En lugar de “muero” se pone “no puedo” y el estribillo queda como de molde. La sentencia cherchuliana se ha cumplido, la lógica popperiana se ha hecho corpórea y Pedro Sánchez acierta sin querer y mal que le pese. Ahora son Ciudadanos y Podemos los que tienen cita con la Historia. Hasta ahora se han comportado como adolescentes políticos. Han estado caprichosos jugando con la necesidad y sus deseos, sacrificando la primera por los segundos: que si un acuerdo que no lleva a ninguna parte, que si no bloqueo pero no me valen independentistas ni podemitas, que si la cal viva, que si una vicepresidencia a conveniencia, que si nos vetamos mutuamente. Ahora la mayoría de edad les ha llegado de repente y con el pie cambiado. Sí, de repente el último verano que es este. Ahora la alternativa a Rajoy pasa como mínimo por un sí de Podemos y una abstención de Ciudadanos. Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera tienen cita en una sala donde están esperando 46 millones de españoles y respaldados por 13.598.212 de votantes frente a los 7.906.185 de Rajoy. Incluso se pueden sumar a esa triple entente algunos nacionalistas -aunque sólo sea con la abstención frente al no a Rajoy- porque esa posibilidad se desprende de las consideraciones de los líderes al menos de PNV y PDC en el debate de la fallida investidura de Rajoy. De los pequeño-burgueses republicanos de Esquerra no me atrevo a predecir nada.

Podemos se la juega si, como al Pedro del Nuevo Testamento, le niega por tercera vez Pablo a Pedro. Unidos Podemos del 2016 ha perdido 1.062.862 votos respecto al Podemos e IU por separado del 2015, y puede perder muchos más si permite directa o indirectamente que gobierne Rajoy, con nuevas elecciones o sin ellas. Ya no sirve inculpar al competidor, eso es ya pasado. De ahí el nerviosismo de Pablos Iglesias y el tiempo que le dedicó a Pedro Sánchez en una Investidura que supuestamente era de Rajoy. En cuanto a Ciudadanos es más preso de sus palabras que de sus votantes. Presume Rivera de ser el partido que no quiere bloquear España, pero en realidad es el partido de los vetos, el que más bloquea: nada con los independentistas aunque el tema se la recogida del mejillón en Vigo, nada de Podemos en un hipotético gobierno y por menos, y hasta ayer no querían a Rajoy para el sí. Y ahora que ha fracasado la coalición de IBEX, ahora no quieren a Rajoy aunque sí al PP. Ciudadanos son un quiero y no puedo: no quiero parecer de izquierdas pero ser diferente del corrupto PP, veto pero no bloqueo, apoyo pero sólo un poco, doy el sí pero no me fío. La posición cambiante de Ciudadanos más que un deseo es una fantasía imposible, como la del cuadrado redondo o la del hijo yendo al pasado a matar a su padre. Dicho sea con permiso de otro Alberto y su Relatividad. Y ese Alberto si era un genio y no un chisgarabís.

¿Cómo ha de ser la negociación? La respuesta sería lo más liviana posible. Si los negociadores piensan en la teoría de los juegos no hay solución, pero si lo hacen con la más simple teoría de conjuntos encontrarán una porque los puntos comunes del PSOE, Podemos y Ciudadanos no dan el conjunto vacío. Ese conjunto se esconde, es ubicuo, se disfraza de Navidad, pero es real, existe. Podemos sabe que tiene que olvidarse del tema del referéndum simplemente para sentarse con el PSOE. La razón: hasta Pedro Sánchez –que es lo más de izquierda que se puede ser siendo a la vez Secretario General del PSOE– prefería que gobernara el odiado Rajoy antes que concederlo. Remedando la consigna falangista, España, para el PSOE antes de Rajoy que rota. El PSOE no da para más y es inútil que Podemos intente que el PSOE sea a la vez PSOE y Podemos. En cuanto a Ciudadanos, deben aceptar que la prioridad en la negociación ha de ser con Podemos por parte del PSOE por dos motivo. Ahora Ciudadanos y PSOE suman menos (117) que el PP (137) y porque la investidura fallida de Pedro Sánchez es una experiencia ineludible en la negociación. Por el contrario, PSOE y Podemos suman más (156) que PP, lo cual es importante y puede ser decisivo en el segundo día de esa hipotética investidura. La segunda razón es la de que no se exige a Ciudadanos el sí sino sólo la abstención; por el contrario de Podemos sí se necesita el sí quiero. Ciudadanos arriesga menos porque puede demostrar al IBEX35 que sigue siendo un partido de derechas –de centro dicen ellos– pero que “no quiere bloquear España”. Ni las rentas de integración, ni la LOMCE, ni la ley “mordaza”, ni la cobertura al desempleo, ni los esfuerzos por combatir la desigualdad, ni la ley electoral, ni el seguro de desempleo, ni la recuperación de lo público en Sanidad y Educación, deben ser obstáculos imposibles en la negociación siempre que los acuerdos no entren en los detalles. Además ya vendrá el tío Paco –léase Bruselas– con la rebaja. Ciudadanos ya cedió lo de las Diputaciones con el PP. En realidad sólo hay un serio problema: los temas laborales, es decir, la reforma laboral, el salario mínimo, los convenios y los modelos de contrato de trabajo. Esto último se facilitaría si pasaran de la discusión nominalista –que si contrato indefinido o no, que si estable, etc.– y bajaran a la realidad de que los contratos de trabajo dependen de dos cosas: de la longitud del período de prueba y de los costes de despido. Por ejemplo, con la última reforma laboral, uno de cada dos de los supuestos nuevos contratos indefinidos para empresas de menos de 50 trabajadores se han convertido en temporales por llevar adjunto ¡un año de período de prueba con posible despido sin indemnización! Un desastre y buena prueba de lo que esconden las propuestas del PP y Ciudadanos con los temas laborales: la hipocresía llevada al BOE. En cuanto al acuerdo sobre el salario mínimo entre Ciudadanos y PSOE para el intento anterior de investidura es una broma macabra: subirlo un 1% cuando está en 655,20 euros en 14 pagas. Aún así no debe ser difícil un acuerdo de mínimos y el terror a unas terceras elecciones pueden guiar las plumas de Ciudadanos y Podemos a la firma con el PSOE, ser la argamasa del acuerdo. El miedo, a veces, une más que el amor. Eso sí, a Pablos Iglesias habría que pedirle que no se “deje la piel” en la negociación –mejor que no vaya–, a Pedro Sánchez que olvide los tambores de sus barones y a Albert Rivera que convierta en realidad su postureo hipócrita de que no quiere “bloquear España”. Con esa aportación subjetiva de los tres será suficiente para un acuerdo. Quizá lo ideal sería que Pedro Sánchez se presentara sin negociación, con un programa que pudiera contentar a los nuevos actores del cambio, pero parece ser que se ha vetado a sí mismo y sólo lo hará si se asegura previamente 176 votos o más. Es el colmo del veto, pero parece inevitable después del ridículo de Rajoy con su mayoría absoluta en contra (ninguna abstención).

Podemos y Ciudadanos: Ahora llegó su hora