viernes. 19.04.2024

¿Llega el fin del bipartidismo?

El resultado de encuesta tras encuesta es que se ha levantado la expectativa, incluso la ilusión, del llamado fin del bipartidismo.

El resultado de encuesta tras encuesta de hace un año es que se ha levantado la expectativa, incluso la ilusión, del llamado fin del bipartidismo. A partir de Leopoldo Calvo Sotelo sólo ha gobernado este país un militante del PSOE o del PP. Han habido tres gobiernos con mayoría absoluta y los restantes con mayoría relativa, aunque con apoyo bien del PNV, bien de CiU, bien de ambos. A esto se le ha llamado bipartidismo, que bien podría haberse llamado turno pacifico de partidos, en recuerdo de aquel tándem Sagasta-Cánovas de la Restauración y que entonces consolidó el caciquismo como ahora lo ha hecho con la corrupción. Ahora las encuestas parecen consolidar una tendencia que nos dice que al menos habrá tres partidos que pueden obtener la mayoría relativa, aunque de momento no sabemos cuál de ellos la obtendrá y cuál se quedará tercero. También ha salido en los últimos meses un cuarto en discordia –Ciudadanos– que aún puede hacer más complicado -pero más rico- el panorama político. La pregunta es si el fin del bipartidismo entendido como el hecho de que dos partidos han hegemonizado -cada uno por su lado- la izquierda y la derecha sociológica del país va a cambiar la hegemonía gubernamental de ambos partidos. La clave está en confundir bipartidismo con bipartidismo gubernamental. Hagamos de pitonisos avant la lettre y supongamos que los partidos PSOE, PP y Podemos obtienen resultados parejos en votos y escaños con cierta distancia del cuarto. Ahora es el turno de formar gobierno: ¿qué harán el PSOE y el PP para formar gobierno? Ingenuamente podría pensarse que el PSOE podría apoyarse en Podemos para formar gobierno y viceversa, puesto que ambas serían opciones que cuadrarían con una ética política en el seno de la izquierda. Ambos son partidos sociológicamente de izquierdas, es decir, lo son en la medida que los que les votan esperan que se comporten como partidos de izquierdas, más allá de la ambigüedad que eso supone. La realidad es que el PSOE jamás apoyará a Podemos para que este partido forme gobierno por más que obtuviera la mayoría relativa. Lo contrario sí es factible y Podemos, antes de que el presidente de gobierno fuera del PP, apoyaría la investidura de un candidato a presidente del PSOE. Sólo hasta ahí, quedando libre su futuro como grupo parlamentario y sus decisiones en el día a día. Y si Podemos obtuviera esa mayoría relativa, el PP apoyaría al candidato del PSOE para formar gobierno, incluso si el PSOE quedara en tercer lugar, antes de que Podemos pudiera ser apoyado por el PSOE para formar gobierno. Queda dicho que, en cualquier caso, esa hipótesis no se daría. En todas las combinaciones posibles -y salvo que Podemos obtuviera mayoría absoluta- el próximo presidente de gobierno será, como hasta ahora, del PSOE o del PP. También cabe pensar que si el PP no obtuviera la mayoría relativa, el PSOE no va a apoyar la investidura del candidato popular por el coste para el partido socialista que ello supondría. Y supondría nada menos que casi su desaparición, como ha pasado con el partido socialista griego o el interregno del partido socialista italiano. Hay que recordar que las medidas neoliberales de Zapatero de mayo de 2010 le costó al PSOE 4.300.000 votos y la pérdida del gobierno. Paradójicamente la eclosión del partido Podemos puede suponer el final del bipartidismo tradicional pero la consolidación de un nuevo bipartidismo gubernamental. Más aún si Ciudadanos puede ser decisivo en la formación de gobiernos y decidiera apoyar al candidato del PP, cosa que es la opción más plausible. Y en ese bipartidismo gubernamental el partido que tiene las de ganar es el PSOE porque Podemos no puede permitir que por acción o por omisión gobernara el candidato del PP. No parece factible que Podemos cometa el error de IU en Extremadura, visto además las expectativas electorales de la formación de Alberto Garzón.

En cualquier caso el fin de las mayorías absolutas está garantizado. Eso es una buena noticia. También para el PSOE será la última oportunidad de comportarse como un partido socialdemócrata y no como un partido socioliberal o meramente neoliberal, cosa que ocurrió en la segunda legislatura de Zapatero. Hay medidas que no cuestan dinero –o no es significativo su coste– como es la lucha contra el fraude fiscal, contra la elusión fiscal –las SICAV–, el fin de la educación concertada y su conversión en pública, la derogación de la infausta reforma laboral del PP, la elevación del salario mínimo, la recuperación de las libertades democráticas, una nueva ley de recuperación de la memoria histórica que sea de justicia histórica, una ley sobre desahucios que resuelva, la dación en pago, etc. Otras cuestan recursos, como la recuperación de la ley de la dependencia o del Estado de Bienestar, atacado a dentelladas por el PP y su indolente presidente. También otro estilo de hacer política frente a la Merkel y los mercados y salir de esta situación lacuyana en la que nos ha metido este remedo de Carlos II el Hechizado que es el gallego presidente actual. En teoría queda mucho tajo socialdemócrata por hacer, tanto por lo desecho por el gobierno del PP como por la deriva neoliberal del último Zapatero. La principal es dar una renta y vivienda digna a quien no la tiene o la ha perdido. Esta sí cuesta dinero y depende en gran medida de los éxitos contra el fraude fiscal y en las cotizaciones empresariales. Los estudios más moderados estiman en no menos de 60.000 millones de euros defraudados, Con la mitad se daría un paso de gigante hacia esa construcción de un Estado de Bienestar homologable con los grandes países europeos.

En cualquier caso las próximas elecciones se vislumbran como el final de la hegemonía de los dos grandes partidos de ámbito nacional y la consolidación a corto y medio plazo de un nuevo bipartidismo gubernamental, porque ningún partido obtendrá una mayoría absoluta pero sólo será presidente de gobierno alguien del PSOE o del PP, sea cual sea el orden en votos y escaños de los tres partidos hegemónicos en las próximas elecciones generales. Los electores de Podemos han de mentalizarse de que eso va a ser así y que nada que no sea lógico en política podrán hacer los dirigentes de este partido. Pero lo que sí tendrán en sus manos es una capacidad de influencia en el Parlamento que nunca ha tenido por ejemplo el PCE en su momento o IU después. En democracia no existe mayor poder fáctico que el voto. Podríamos concluir que en sus manos tiene Podemos el que el PSOE se convierta al fin en un partido socialdemócrata y guarde en el baúl del Cid bajo siete llaves sus veleidades neoliberales cuando llega al gobierno a pesar de que llegue al gobierno.

¿Llega el fin del bipartidismo?