viernes. 19.04.2024

Contra el golpe institucional de Felipe y sus secuaces

Hay dos tipos de golpes de Estado: los que se hacen con tanques y los que no. Felipe González es un experto en golpes de Estado de los que no. Llamémoslo golpes institucionales. El primero lo dio con el propio PSOE en Suresnes (1974) contra la dirección de entonces de su partido, el segundo, cambiando los estatutos del partido con el tema del marxismo (1979), luego contra Suárez lo intentó en compañía de otros con Mugica como responsable de temas de Defensa (1980), más tarde con lo de entrada en la OTAN (1986). Y ahora (2016), con el fin de poner a Rajoy en la Moncloa de nuevo y frenar así un gobierno del propio PSOE con el apoyo inevitable de Podemos. No han podido esperar al Comité Federal ni al Congreso previsto por la dirección actual del partido no fuera que triunfaran las tesis de Sánchez, tesis que es ya mayoritaria entre sus militantes y entre sus votantes. Felipe y sus secuaces han padecido el miedo, el vértigo a la democracia directa. Pero lo que se dirime estos días en el PSOE sobrepasa con mucho al propio PSOE. Lo que está en juego es la posibilidad de un gobierne que represente a los 16 millones que no han votado al PP frente a los 8 millones que han votado al partido de la corrupción. Y eso es así como lo tienen que entender los 16 millones, como un golpe de Estado institucional contra sus aspiraciones legítimas de estar representados, no sólo en el Parlamento –con la rectificación del sistema electoral por desgracia–, sino también en el Gobierno, con el BOE como último y no único pero necesario recurso para cambiar las cosas, para acabar con la dictadura de la mayoría absoluta del partido de la corrupción. También el PP está golpeando de continuo contra la democracia con su propuesta de que gobierne el partido más votado, cuando eso no lo dice la Constitución y con la amenaza de cambiar el sistema electoral para asegurarse la mayoría absoluta aun cuando sea sólo la minoría más grande. El PP confía en el bajo nivel intelectual de la mayoría de sus votantes para que cale el mensaje. Dos golpes al mismo tiempo.

Para entender lo que está pasando hay que arrancar del 15M y la llamada desde fuera la Spanish Revolution, que es una revuelta generacional contra el turno bipartidista del PP y PSOE porque sus políticas neoliberales han fracasado. Es una revuelta de gran calado, aunque de momento no se vea sus consecuencias últimas. En España hay un 20% de paro de acuerdo con los criterios de paro –con otros más racionales hay más–, la mitad de los parados no tienen ya cobertura, hay 700.000 familias que no tienen ninguna fuente de ingresos, 13 millones, no en riego de pobreza, sino en la pobreza, niños estudiando en barracones, empleo miserable, temporal, sin derechos a indemnización, parte en negro sin cotizar. Contra esto es por lo que ha surgido, lo que ha provocado la Spanish Revolution y no, como dice Pablo Iglesias, la crisis de régimen del 78, como si una crisis meramente institucional estuviera larvada durante casi 40 años y aflorara ahora. Y a consecuencia del fracaso neoliberal se ha producido una ruptura generacional, no de clases sociales, porque parte de las clases populares y trabajadoras siguen votando al partido de la corrupción. La prueba son las edades de los votantes de los diferentes partidos. Los datos son tozudos, la realidad astillan los cuernos de los deseos y de los tópicos anclados en la desfiguración de la historia. Y ese hecho no lo para ni Felipe con sus secuaces de derechas dentro del PSOE, ni Cebrián con el periódico afín a su amigo Felipe, ni la Conferencia Episcopal, ni el IBEX35, ni la Merkel. Otra cosa es la resolución de la crisis, que esa es la cuestión que ahora se dirime. A los golpistas les puede salir el tiro por la culata u obtener una victoria menos que pírrica, una victoria desastrosa, porque si destierran a Sánchez y llegan a Ferraz, los 85 diputados actuales les van a parecer gloria ante nuevas elecciones: ¿qué socialista va a votar al PSOE si sabe que con su voto ha facilitado o sospecha que va a facilitar que gobierne el partido de la corrupción por excelencia sin intentar la alternativa? Intentarlo al menos, que nadie pide lo imposible. Y tampoco si, triunfaran los golpistas, los teleñecos de Felipe consideraran al PP y Ciudadanos sus aliados sobrevenidos frente a Podemos.

Ahora bien, si Pedro Sánchez resiste y gana tiene que aprender la lección. Ya no basta con ser el jefe oficial del PSOE, sino que tiene que extender o crear su liderazgo a todos los que no han votado al PP el 26J. Además tiene que colocar a Felipe y sus secuaces del partido en su sitio, no puede ser que estén en misa y repicando, en Consejos de Administración e impartir doctrina y, lo que es más grave, preparando golpes institucionales y luego irse a Latinoamérica para que no le acusen de ello. Que cada uno de lecciones con su currículo actual, con sus puestos institucionales, con sus mérito de ahora. Y el currículo actual de Felipe y sus secuaces es el último intento de golpe institucional contra las opciones de izquierdas o, simplemente, contra la alternativa a Rajoy. Lo decisivo ahora no es arreglar el lío del PSOE, es echar al partido de la corrupción, a esa organización de delincuentes, de la Moncloa. El lío del PSOE es secundario, aunque lo que lo complica es precisamente que los golpistas han elegido el momento más oportuno al golpe, claro está, pero si sobrevive Sánchez al golpe lo prioritario es mandar al de las caminatas al registro de la propiedad de donde es titular. Y que no se queje que otros van al paro directamente. Y sólo hay una manera: que Podemos apoye la Investidura de Sánchez sin contrapartida porque sólo así se podrá contar con la abstención de Ciudadanos. Con los independentistas nada es posible, porque eso exigiría que el país, que sus ciudadanos fueran otros, que no hubiera 8 millones que aún hoy, increíblemente, voten al PP, y que la mayoría de los españoles no fueran anticatalanes. Y eso, que se ha forjado a lo largo de la historia pasada y reciente, la reciente por el deseo del PP -y del PSOE en menor grado- de compensar la pérdida de votos en Cataluña por su anticatalanismo con el aumento en mayor grado de los votos en el resto de España, no lo pueden cambiar hoy por hoy ni Podemos ni nadie. Es un dato de la realidad.

Todos debemos contribuir a parar el golpe septembrino de Felipe y sus secuaces: el resto de los partidos, los sindicatos, los ciudadanos en general, porque es un golpe contra la democracia y contra una alternativa a Rajoy y su organización de delincuentes.

Contra el golpe institucional de Felipe y sus secuaces