viernes. 19.04.2024

Contrato social con la ciudadanía

Como se ha demostrado en su reciente convención, el PP va a tener muchas dificultades para recuperar los votos perdidos en una carrera suicida hacia el abismo...

Como se ha demostrado en su reciente convención, el PP va a tener muchas dificultades para recuperar los votos perdidos en una carrera suicida hacia el abismo: políticas de austeridad extrema que han dejado un reguero de desempleados, trabajadores precarios, pobres, desiguales, inseguros e indignados

La última semana del mes de enero ha sido prolífica en acontecimientos políticos, con gran proyección mediática, protagonizados por el PP, PSOE y Podemos: Convención anual del PP, elecciones griegas, convocatoria de elecciones en Andalucía y, finalmente, la manifestación en Madrid convocada exclusivamente por Podemos. En estos acontecimientos el protagonismo de la dirección estatal del PSOE ha sido más bien escasa ante la polarización del debate político entre el PP y Podemos, que han retomado la iniciativa política y se han autoafirmado como los dos únicos partidos con capacidad de ganar las elecciones generales previstas para finales de año.

Como se ha demostrado en su reciente convención, el PP va a tener muchas dificultades para recuperar los votos perdidos (como lo demuestran los resultados de diversas encuestas) en una carrera suicida hacia el abismo: políticas de austeridad extrema que han dejado un reguero de desempleados, trabajadores precarios, pobres, desiguales, inseguros e indignados. Además, esta dura política, impulsada por una ideología de marcado carácter neoliberal, ha estado jalonada por casos extremos de corrupción de muchos de sus dirigentes y de una intolerable trama organizada de financiación ilegal del partido en el poder (PP). A pesar de estos graves problemas, el PP todavía conserva el poder institucional (que quedará muy mermado después de las elecciones en los ayuntamientos y CCAA), el control de importantes medios de comunicación y, además, cuenta con el apoyo de la jerarquía católica y del poder económico y financiero de aquí hasta las elecciones generales. A ello hay que añadir un asunto muy relevante en términos electorales: la unidad de voto de la derecha en torno al PP (será beneficiado por la ley de Hondt), en contraposición con la división que se observa desde hace años en la izquierda.  

Podemos, a pesar de su juventud y de sus carencias organizativas, es un partido en alza en las encuestas (también en la reciente del CIS) y el triunfo de Siryza en Grecia ha redoblado aún más sus expectativas electorales. A ello hay que añadir su fácil conexión -a través de las redes sociales- con la ciudadanía, su acierto en el diagnóstico de la situación actual y su fuerte capacidad para canalizar el descontento, la indignación y la rebeldía generalizada de muchos ciudadanos, sobre todo de los más jóvenes sin ninguna esperanza de futuro. Por lo tanto, Podemos no necesitará hacer un gran esfuerzo propositivo y, en coherencia con ello, su máxima preocupación en la actualidad está encaminada a ordenar y actualizar sus ideas, a defenderse de las críticas que se le hacen y a revisar su excesiva exposición y presencia en los medios de comunicación de masas. Se da la paradoja de que muchos afectados por la crisis solamente exigen a Podemos que trabaje a fondo para expulsar a la derecha del poder (Rajoy) -al margen de la eficacia que pudieran tener sus propuestas programáticas-, así como para que se cumplan las leyes, se moralice el ejercicio del poder, se erradique la corrupción organizada y se garantice la igualdad de oportunidades.

Por el contrario, el PSOE en la actualidad está teniendo serias dificultades para ocupar el centro del debate político y las seguirá teniendo si sigue dedicando prioritariamente sus esfuerzos a criticar -con más voluntad que acierto- a Podemos y a dilapidar su capital político en divisiones internas o en decisiones no fácilmente comprensibles y, en todo caso, mal explicadas y poco convincentes como ha ocurrido con el adelanto de las elecciones en Andalucía, sobre todo si tenemos en cuenta las serias dificultades que tendrá el PSOE en esa Comunidad para obtener la pretendida mayoría absoluta.

El PSOE no sólo tiene que recuperar su credibilidad perdida con el Gobierno Zapatero; sobre todo tiene que formalizar un nuevoContrato Social con la ciudadanía (esperando que no llegue tarde), elaborar un programa de gobierno capaz de ilusionar a la gente y garantizar la aplicación de las ideas socialdemócratas identificadas con las aspiraciones de la mayoría de los ciudadanos (rearme ideológico).

De entrada, el PSOE debe fijar su posición con mucha claridad en relación con tres asuntos de especial relevancia que repugnan a la ciudadanía: derogar el artículo 135 de la Constitución, con la pretensión de dar prioridad a los intereses de los ciudadanos frente a la prioridad del pago de la deuda (las declaraciones que se han hecho hasta ahora resultan confusas, equívocas y desdibujadas); explicar mejor lo que se pretende con la reforma de la Constitución y el problema catalán (Estado Federal); y eliminar la nefasta reforma laboral que cumple ahora tres años. Con este último punto se pretende, sobre todo, recuperar la negociación colectiva (eliminar la ultractividad, la primacía del convenio de empresa sobre el convenio de sector, las facilidades de los empresarios para el despido…) y aumentar el poder adquisitivo de los salarios (SMI, IPREM, costo del despido y retribuciones de los empleados públicos).

Por otra parte, el PSOE debe comprometerse a defender el Estado de Bienestar Social -en base a la justicia social, la igualdad y la dignidad- y concretarlo en un relato comprensible para la mayoría de los ciudadanos: defensa de un sector público potente (incluida una banca pública en base al ICO y a los bancos controlados por el FROB), frenando definitivamente las privatizaciones (el ejemplo de AENA es un nuevo despropósito desde el punto de vista de los intereses del Estado); apostar por unos servicios públicos eficientes que recuperen el porcentaje de gasto del PIB previo a la crisis y eliminen copagos y recuperen becas (educación y sanidad); garantizar una protección social capaz de ir paulatinamente superando las desigualdades generadas por la mala gestión de la crisis (respondiendo a corto plazo a los desahucios, resolviendo el problema de las preferentes y oponiéndose a las medidas abusivas de los bancos: altos intereses, cláusulas suelo, dación en pago…); así como remediar los grandes destrozos sociales causados por una política injusta, ineficaz e insolidaria en las pensiones, la dependencia y la prestación por desempleo. Por último, en este apartado se debe considerar a fondo el participar en el debate abierto -en el seno de la izquierda- sobre la renta básica y estudiar las posibilidades reales de su aplicación en nuestro país.

En todo caso, a corto plazo el empleo debe seguir siendo la máxima aspiración del PSOE (con particular incidencia en los jóvenes y parados de larga duración) y, en este sentido, debe apostar por un mayor crecimiento de la economía (más competitiva y sin necesidad de reducir salarios y precarizar el empleo), además de profundizar en las políticas activas de empleo, revisar a fondo el funcionamiento de las oficinas públicas de empleo (intermediación) e impulsar el protagonismo de los interlocutores sociales en la necesaria reindustrialización (aumentando paulatinamente su peso del 13,5% actual al 20% del PIB), la política energética y el medio ambiente. De la misma manera se deben potenciar los empleos sociales (atención a la dependencia, escuelas de 0 a 3 años…) y los empleos verdes y medio ambientales por su eficacia y estabilidad.

A medio y largo plazo una política relacionada con el pleno empleo debe estar dirigida a cambiar nuestro modelo productivo, aumentar el tamaño de las PYMES y convertir a nuestro país en un país moderno, sostenible en términos económicos y tecnológicamente avanzado y, por lo tanto, con capacidad para ser competitivo en un mundo globalizado. Finalmente, es urgente abrir un debate en profundidad sobre el reparto del trabajo existente en la UE (reducción de jornada, horas extraordinarias, jubilación gradual y flexible…), como una alternativa al desempleo estructural que padecen algunos países de la UE, entre ellos España.

Como es lógico, esta propuesta programática debe tener su exposición de motivos, un calendario de cumplimiento en la legislatura y la financiación correspondiente. En relación a este último punto, lo más importante es desarrollar a fondo el capítulo de ingresos, a través de una profunda reforma fiscal (donde paguen más los que más tienen), que aborde además la lucha contra el fraude fiscal y la economía sumergida y refuerce la voluntad política de seguir avanzando en esta materia en beneficio de los más débiles: dimensionar las plantillas de la inspección fiscal, situar la recaudación del impuesto de sociedades en la media europea, recuperar el impuesto de patrimonio y de sucesiones y trabajar en la UE para hacer realidad el impuesto a las transacciones financieras, una política fiscal común y la erradicación de los paraísos fiscales.

No será nada fácil que las agrupaciones de base del PSOE (Casas del Pueblo) expliquen y defiendan este compromiso con los ciudadanos, así como las propuestas programáticas señaladas con anterioridad. Por eso resulta imprescindible recuperar la historia y la identidad del Pablismo y todo lo que este concepto representa: la democracia interna, la austeridad, la honradez, la participación en el tejido social (asociaciones de base), la educación, la cultura y la defensa militante de las ideas socialistas. No debemos olvidar que una política decidida en este sentido será objeto de duras críticas y calificada por el poder mediático y financiero como demagógica y contraproducente para salir de la crisis, además de ser considerada como una política supeditada a los planteamientos de Podemos.

Nada de eso debe modificar este planteamiento audaz y progresista, si el PSOE quiere seguir aspirando a ganar las próximas elecciones generales, sobre todo si tenemos en cuenta que la otra alternativa que se propone al PSOE desde distintos sectores es practicar una política de responsabilidad institucional (el acuerdo antiterrorista es un buen ejemplo), para lo que se volverán a exigir nuevas concesiones a los poderes fácticos que, seguramente, resultarán rechazables para la gran mayoría de sus militantes. Esto se complementaría ofreciendo al PSOE la participación (con el PP) en un hipotético gobierno de coalición, como el último intento de salvar unbipartidismo fuertemente golpeado por su respuesta neoliberal a la crisis. Previsiblemente, una política de esta naturaleza convertiría al PSOE en un partido irrelevante y subalterno, como ha ocurrido en Grecia con el PASOK, que ha terminado a más de 30 puntos de diferencia de Siryza en las recientes elecciones griegas, ante el abandono de sus tradicionales votantes y de sus propios militantes. Los ciudadanos exigen cambios profundos; por eso es el momento de la política con mayúscula....

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