jueves. 18.04.2024

Soso, serio, formal y radical en la moderación

“No podemos seguir así ni un día más”, proclamaba Ángel Gabilondo en el primera acto de presentación de su candidatura a la presidencia de la Comunidad de Madrid. Fue la mejor versión de Gabilondo, con áurea de presidente. Denunció la degradación de la política y abogó por “gestionar”, un concepto que nadie sabe muy bien por qué termina apropiándose la derecha cuando permanentemente da muestras de no saber, ni querer, gestionar lo público.

Hasta los mayores adversarios del PSOE saben en su fuero interno que Gabilondo es la persona necesaria para estar al frente de la gestión en estos tiempos de pandemia, de vacunaciones con soterradas guerras farmacéuticas. En estos tiempos de llegada de fondos del Gobierno de España y los que llegarán de Europa. Gabilondo es garantía de transparencia y honestidad en la gestión de esos fondos, a años luz de lo que está acaeciendo actualmente con Isabel Díaz Ayuso, que gobierna con absolutismo pero una abismal minoría, la penúltima muestra de su falta de moralidad política.

Denunció el candidato la ausencia de políticas públicas en la región de Madrid, 26 años ya bajo gobiernos de la derecha y ahora también con alma de ultraderecha. Denunció cómo esa derecha, corrompiendo la palabra libertad, está fomentando la desigualdad al poner lo público al servicio de intereses particulares.

Recordó Gabilondo que él está en la izquierda que cambia las cosas; esa izquierda que dice “no” a la ultraderecha; esa izquierda rebelde, inconformista. Aseguró sentir vergüenza al ver la política regional convertida en una feria y, prácticamente exigió que en esta campaña se hable de Madrid. Una exigencia que también realizaba esta semana el secretario general de CCOO de Madrid, Jaime Cedrún, en un magnífico articulo, “Pongamos que se habla de Madrid”, en el que rememoraba la canción de Joaquín Sabina. En él explicaba que en Madrid, ahora más que nunca “la muerte pasa en ambulancias blancas”; ahora que más que nunca “nos estamos dejando la vida en sus rincones… Aquí, “donde el mar no se puede concebir”, el 4 de mayo hay que ir a votar por Madrid, por su futuro y detener la ola ultraderechista.

Tres son las grandes propuestas con las que arranca Ángel Gabilondo: Paso al futuro, estabilidad política y restablecer la dignidad política institucional. Abrir paso a ese futuro implicaría dejar atrás el pasado de corrupción del PP; decir adiós a 26 años de neoliberalismo “in crescendo”, más ahora que todo el mundo sensato está diciendo adiós a esas recetas trasnochadas. Decir adiós al pasado significa abrirse desde ya a la digitalización, a la sostenibilidad, a la cohesión social y al feminismo.

En su segunda propuesta, la estabilidad política, recordó el candidato que en sólo seis años (una teórica legislatura y media), tiempo en que ha ejercido la oposición han pasado cuatro presidencias por la Puerta del Sol (Ignacio González, Cristina Cifuentes, Ángel Garrido e Isabel Díaz-Ayuso). Madrid con Ayuso es inestabilidad política, es incapacidad de cerrar asuntos con los agentes sociales y el tejido asociativo, es desidia para aprobar unos presupuestos generales necesarios con esta crisis económica y de salud. Madrid es surrealismo porque hoy siguen vigentes los presupuestos de Ángel Garrido, hoy en Ciudadanos y el 4 de mayo retirado, superado por una forma de hacer política que le supera.

Por último, se refirió Gabilondo a la necesidad de restablecer la dignidad política institucional, refiriéndose directamente a la corrupción, que ha enlodado incluso a tres presidentes de la Comunidad.

EFECTO ORFIDAL Y ESTOICISMO

Poco antes del inicio del acto de presentación, el video de Gabilondo que ha corrido por las redes sociales, ya caminaba por la mensajería de periodistas y afiliación. Un video sencillo, con un contenido simpático pero con un impresionante reflejo en la gafas del presidenciable. El video es un autorretrato en el que asume ser soso, serio y formal. “Soso”, por sosegado; “serio” porque para gobernar hay que hacerlo con seriedad, tanta seriedad como que no se puede jugar con la vida de las personas y “formal”, por honesto, respetable y respetado, por hacer de la ética bandera.

Hablan del “efecto Gabilondo”, que en mi opinión es el efecto Orfidal necesario en estos tiempos de iracunda ansiedad política en Madrid. Votar a Gabilondo, él mismo lo asegura, es votar a la izquierda. No creo que se deba confundir “centro” con moderación. Gabilondo es un radical de la moderación, del acuerdo, del consenso. Conceptos más fáciles de aplicar desde la presidencia del Gobierno que desde la oposición a la abanderada del disenso con propios y extraños.

Por diversas variables, Gabilondo no le ha cogido la medida a Ayuso desde la oposición, quizá por ese “sosiego”. O quizá no ha sabido trasladar un trabajo que sí se ha realizado, pero que si no se cuenta es como si no existe. El hecho cierto es que votantes y simpatizantes de izquierdas se han sentido huérfanos de oposición, incluida Más Madrid y Podemos, que sí han llegado más a través de redes sociales, fundamentalmente Mónica García con discursos breves pero repletos de contenido y pasión exteriorizada.

En los primeros compases cita con frecuencia Gabilondo a Marco Aurelio, uno de los principales representantes del estoicismo, con la contextualización de que vivió en el entorno del poder imperial de Roma, llegando a ser emperador. Son muy recomendables las “Meditaciones de Marco Aurelio”, pero no obviemos a estoicos anteriores como Epicteto, un esclavo tullido, que logra adquirir una educación, se convierte en hombre libre, establece su propia escuela y padece el exilio por esa “afición estoica de decirle la verdad al poder”, algo que “no tenía muy buena acogida entre algunas personas que se aferraban con muchas ganas a ese poder” (“Cómo ser un estoico”, Massimo Pigliucci. Ariel, 2017).

Epicteto, a base de metáforas nos explica que "si te quedas dormido, todo lo que hayas amasado hasta entonces te abandona. Por eso mantente despierto y cuida la impresión que ofreces” (“Disertaciones”, Epicteto).

FUENLA, EL OLVIDO DE PEDRO SÁNCHEZ

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha logrado convertirse en sinónimo de “resistencia” por su perseverancia hasta lograr sus legítimas ambiciones políticas. Como resistentes cercanos, veo mucho más sinónimos de “resistencia” a mis padres con su infancia de postguerra y como resistentes políticos identifico más a personas como Nicolás Sartorius que pasó seis años en las cárceles de Franco y sigue dando lecciones de sentido común en política.

Pedro Sánchez está realizando una gran labor como presidente del Gobierno alentando políticas sociales, peleando por ellas en Europa y medio mundo; demostrando paciencia sólida ante una oposición vergonzosa y también evidenciando una “resistencia” física y mental impresionante. Entiendo que tener tantos frentes abiertos hizo que en la presentación de Gabilondo mencionara multitud de localidades madrileñas excepto el verdadero referente, la capital del socialismo en España: Fuenlabrada.

Entre finales de 1996 y el año 2004 anduve trabajando mucho por el sur de Madrid y concretamente en Fuenlabrada. Por encargo de Juan Tomás de Salas dirigí un suplemento diario en Diario 16 para las localidades del Sur. La redacción la ubiqué en Fuenlabrada en un segundo humilde piso de la Calle Lavadero. Para un capitalino resultó muy llamativo cómo era ese Sur y concretamente Fuenlabrada, Fuenla.

Aquello no era un pueblo, como hacían mofa los seguidores de los equipos del foro que visitaban el estadio Fernando Martín. Aquello era una ciudad envidiable con un tejido social único en un tiempo en que el asociacionismo ya era un recuerdo. El padre fundador de Fuenla fue Manuel de la Rocha, primer alcalde de la renacida democracia municipal española, en 1979. De la Rocha, con una larga trayectoria política, siempre ha sido miembro de la corriente de izquierdas en el PSOE, Izquierda Socialista, y es la evidencia de que se puede ser la izquierda del PSOE y realizar una gestión inmejorable. De la Rocha sentó las bases de lo que es hoy Fuenlabrada. Una ciudad que fue un suburbio embarrado y se convirtió en una ciudad para vivir con la plena confianza ciudadana hacia el PSOE como atestiguan los resultados electorales desde aquel 1977.

Manuel de la Rocha apoyó a Pedro Sánchez como secretario general del PSOE, lo cual no obstó para que se presentara a las primarias en el Ayuntamiento de Madrid frente al independiente entrenador de baloncesto, Pepu Hernández, y Chema Dávila, secretario general de la Agrupación de Centro. Por eso es una pena que al presidente del Gobierno de España se le nuble la memoria con Fuenlabrada, ciudad en la que siempre comenzaba el PSOE sus campañas electorales. Ciudad por la que han pasado desde Felipe González, hasta Alfonso Guerra, Joaquín Almunia, Josep Borrell o Alfredo Pérez Rubalcaba.

El presidente de España, más del Estudiantes como Pepu que del Fuenla, no tiene en la cabeza la ciudad que es ejemplo de España en la utilización de recursos públicos; primero con Manuel de la Rocha, después con José Quintana y Manuel Robles (actual presidente del PSOE de Madrid) y actualmente con Javier Ayala. Cada uno de ellos con su personalidad, pero muy activos y leales en la discrepancia.

Javier Ayala, el actual alcalde, con un 55, 54 % de apoyos en las últimas elecciones municipales, es el regidor más votado en ciudades de más de 150.000 habitantes en Madrid. En España, es el segundo en ciudades de más de 100.000 habitantes, sólo detrás de Abel Caballero, conocido por la iluminación navideña de la ciudad.

Sí parece que Ángel Gabilondo sabe dónde hay políticas socialistas serias desde 1977 porque su primera visita después de la presentación de su candidatura ha sido a Fuenlabrada, un lugar que las Juventudes Socialistas tampoco olvidan, porque hoy allí ha sido su comité regional, la más potente organización juvenil política de izquierdas.

Soso, serio, formal y radical en la moderación