sábado. 20.04.2024

Primarias y “contingencias”

Griñán anuncia que no será candidato a la presidencia de la Junta en las próximas elecciones. Acaba de ser elegido hace un año y pocos meses. 

Griñán anuncia que no será candidato a la presidencia de la Junta en las próximas elecciones. Acaba de ser elegido hace un año y pocos meses. El gobierno de coalición que preside no ha hecho sino aprobar un presupuesto de circunstancias y gestiona el día a día con más ilusión que resultados. Salvo decisiones como las relacionadas con los desahucios, el mecenazgo y algo más es un gobierno de circunstancias. Repito: con ilusión y ganas, posiblemente, pero sin grandes alharacas.

Y en estas Griñán anuncia que se va. Ya se han desatado las interpretaciones para todos los gustos por los que ahorro al querido lector las mías. Como me parece que el hecho en sí, el anuncio de un presidente autonómico —precisamente el andaluz y presidente del PSOE nacional—  de no repetir candidatura es muy importante para el futuro de la izquierda española, me atrevo a entrar sobre algunos aspectos y circunstancias que rodean este anuncio y que son, en mi modesto entender, tan importantes como los que se están haciendo por los comentaristas y analistas políticos estos días. Parto de la previa consideración de que la propuesta de Griñán puede ser honesta y tendente a desbloquear el actual impasse en el PSOE. No creo que sea oportuna si nos fijamos en eltempo parlamentario, con un gobierno recién comenzado y que necesita de la máxima concentración. Una vez más, los intereses de partido se han podido imponer sobre los de la institución representativa de todos los andaluces.

Primero. No ha sido de buen gusto convertir el debate del estado de Andalucía en el debate del futuro candidato del PSOE. Como ha dicho el nuevo coordinador de IU Antonio Maíllo el debate sobre el estado de Andalucía se hace dos días al año; Griñán tenía 363 días restantes para anunciar esta decisión. Se ha confundido el problema número uno, Andalucía, con el secundario, la situación del PSOE. A lo peor es que tantos años de gestión y control de las instituciones han hecho que se sigan confundiendo el papel de cada uno de esos elementos. En mi opinión Griñán podía haber afrontado el debate de la comunidad sin ese anuncio previo, los ciudadanos habrían podido seguir lo que piensan y proponen sus representantes ante tantos problemas e incertidumbres como las que rodean a nuestra sociedad y, quizás al final, en su última intervención que cierra las discusiones parlamentarias, podría haber anunciado esa decisión de no renovar su candidatura de acuerdo con la interesante y benéfica propuesta de que los mandatos tengan limitaciones de dos legislaturas. Creo que de esta forma se habría garantizado el debate importante y se habría cumplido con anunciar ante la cámara autonómica la propuesta que en este momento ocupa las portadas. Una pena y una desgracia más para nuestra raquítica vida parlamentaria andaluza. Sólo dos palabras más para comentar las dichas por el portavoz parlamentario del PSOE relativas a que esta propuesta de Griñán está pensada ante cualquier “contingencia” que pueda sobrevenir. Decir eso es aludir a una futura y pronta disolución de la cámara andaluza y nuevas elecciones. ¿Es sensato mentar esa posibilidad cuando si algo se puede decir es que este gobierno de coalición PSOE-IU no hará muchas cosas pero es una balsa de aceite?

Segundo. Es una buena decisión proponer que los mandatos duren dos legislaturas. Es una medida de salud pública tal como la vida política se ha configurado. Aznar fue el primero que lo aplicó y la izquierda me parece que va tarde en este asunto. Limitar los mandatos en los cargos de representación aporta en estos momentos elementos para que la gente no identifique política con eternidad, cargo con beneficio personal. Ya no es bueno que un mismo personaje permanezca en su cargo más de ocho años. Esta limitación ayuda a mantener la necesaria distancia entre intereses personales o corporativos y función representativa. Es una evidencia empírica que la política española de los últimos años ha segregado vicios y defectos como la mediocridad e incapacidad de bastantes de sus cuadros, la carencia de saberes profesionales adecuados para esa función, ausencia de estatuto claro del representante público, incapacidad para absorber e integrar en la política a los mejores exponentes de la sociedad, y muchas más. Sugiero al curioso lector que quiera entrar en este interesante debate la lectura del documento “Bases para una reforma de la política” de la Fundación Alternativas).

Tercero. ¿Primarias en un mes? ¿Primarias de aparato? ¿Por qué no primarias ciudadanas?

Sorprende que una decisión que según todos los comentaristas va a conmocionar, una vez más, al PSOE se pretenda resolver en un mes. El día 29 de julio, justo dentro de cuatro semanas, este partido y sus 45.000 militantes inscritos decidirán el candidato o candidata (que es al parecer el género adecuado en este caso) que va a dirigir los asuntos socialistas en la Junta de Andalucía. ¿Qué debate puede haber tras esta propuesta? ¿Cómo es posible pensar que toda la militancia socialista va a debatir con calma, sosiego y responsabilidad una propuesta de esta naturaleza y precisamente en un contexto político y social de tal envergadura? Lo primero que da a pensar es que se pretende resolver en forma interna y burocrática y con tono expeditivo la cuestión del relevo de poder. Y esto ya no se puede hacer así. Todos los datos que nos vienen de las cuatro esquinas del orbe —lo último es Brasil—nos confirman que la gente ya no está por delegar sin más en sus burócratas y gestores de la política. En unos sitios ha sido antes y en otros ha venido después pero al final salta la chispa que hace cantar a la gente eslóganes contra la política y contra los políticos. No les echemos en cara eso porque antes la política y los políticos han dejado a la gente fuera.

¿No podría haber dado el PSOE un magnífico ejemplo de democracia y de apertura social convirtiendo esta ocasión de decidir su candidato (o candidata) en una oportunidad para un debate ciudadano sobre la actualidad y las perspectivas futuras de nuestra sociedad? ¿Por qué no ha tomado nota de las experiencias de otros países, como Italia y Francia donde sus partidos homólogos, a pesar de todo lo que está cayendo, sí apostaron por mecanismos de democracia directa? Veámoslo.

En Francia, el Partido Socialista sacó adelante un proceso de primarias que es posible que haya sido el instrumento decisivo para sacar a Sarkozy del poder. Si no hubieran hecho eso es posible que éste continuara hoy día en el poder. El reglamento de aquellas primarias —que se va a aplicar también para las próximas municipales— preveía la participación como votante en las mismas de cualquier ciudadano francés que reuniera estos requisitos: ser elector inscrito en el censo, firmar una carta de adhesión a los valores de la izquierda (literalmente: «Je me reconnais dans les valeurs de la Gauche et de la République, dans le projet d’une société de liberté, d’égalité, de fraternité, de laïcité, de justice et de progrès solidaire.») y aportar un mínimo de 1 euro para colaborar a sufragar los gastos de estos comicios. Es decir, cualquier ciudadano que se sienta comprometido con la izquierda pudo votar, si quiso, en aquellas primarias de 2011. El resultado: en la primera vuelta 2.600.000 participantes y en la segunda vuelta, la disputada entre Hollande y Martine Aubry fueron 2.800.000 los votantes, es decir, aproximadamente el 8% del cuerpo electoral que meses después votó en la presidenciales de 2012.

En Italia, el Partido Democrático también organizó unas primarias para decidir el candidato a la presidencia del gobierno en las recientes elecciones de 2013. El proceso duró varios meses, con debates y encuentros de los candidatos por todo el país. Para participar en estas primarias no era necesario ni requisito ser militante del PD. Cualquier ciudadano de izquierda, de acuerdo con un reglamento, podía ser elector. Cerca de tres millones de italianos de izquierda participaron el 24 y 25 de febrero, lo cual supone aproximadamente el 9% de los que luego votaron en las parlamentarias. El resultado dio la victoria a Bersani frente a Renzi, el alcalde de Florencia. Bastantes analistas pensaron que la mayoría relativa del PD se debió principalmente a que a través de las primarias salieron bastante gente de sus casas, descontentos y hastiados de la política, para dar su apoyo a la izquierda. Luego, ya sabemos, los resultados de las legislativas, la dificultad del PD para hacer gobierno, el éxito y posterior nefasta gestión por parte de Beppe Grillo de sus resultados y el también inusitado éxito electoral del partido de Berlusconi han hecho que Bersani desaparezca de la política y sea Enrico Letta el actual presidente de un gobierno de coalición con la derecha. Pero las primarias ya han quedado en el código genético de la izquierda italiana y será difícil que no se convierta en recurso estructural para decidir las candidaturas en el futuro. Recientemente, el recién elegido alcalde Roma por el PD también ha salido de un proceso de primarias abiertas.

En Andalucía se nos plantea unas primarias para 45.000 militantes socialistas andaluces, que suponen más o menos el 1,1 del total de votantes de las últimas elecciones autonómicas y el 3% de los votantes socialistas. Será muy importante conocer al final cuántos militantes socialistas participan en estas primarias para comparar y establecer parámetros adecuados respecto de los sistemas que se aplican en la tarea de renovar la política y de incrementar la participación ciudadana. De entrada hay que decir que poco sirve si sólo se convoca al militante de las agrupaciones socialistas; generalmente suelen ser personas muy implicadas en la burocracia partidaria e institucional, con intereses muy concretos relacionados con su propia vida personal y, me gustaría equivocarme, sordos ante bastantes demandas ciudadanas. De ahí que concebir las primarias como una manera de resolver una querella interna es un error. Las primarias deben cumplir dos funciones: conocer el estado de opinión del ciudadano adherente y solidario con el programa del partido —la gran mayoría— y hacer que la ciudadanía se sienta partícipe de un proyecto. Debe ser un mecanismo de saneamiento y de desbloqueo de la parálisis partidaria, no una manera de resolver luchas de pasillos y de butacas. (ver nota final)

Creo sinceramente que el PSOE andaluz ha perdido una magnífica ocasión para convertir un mal momento en un proceso de rehabilitación del roído edificio que son hoy día los partidos políticos. Si hubiera acometido con audacia y sin miedo la organización de unas primarias ciudadanas que pretendieran movilizar en debates y discusiones a ese 9% de sus electores, es decir, a 140.000 andaluces y andaluces comprometidos con su proyecto, e incluso más allá,   hoy podría verse algún tímido horizonte de esperanza en lo que se refiere a renovación de ideas, programas y candidaturas. Pero parece que ha primado el afán de continuidad aunque se revista de renovación generacional, de nueva savia, de recambio de equipos. Y es que la experiencia de estos últimos años nos lo está demostrando: la renovación de las actuales democracias no viene de los partidos institucionalizados sino que la están impulsando la propia sociedad, los movimientos ligados a algún  problema concreto, la gente que no está precisamente militando en los partidos. Una renovación de la democracia, que de eso se trata, sólo se producirá si los partidos son capaces de escuchar y recibir las demandas de la sociedad. Frente al autismo, la plaza pública.  ¿Cuándo nos vamos a enterar?

 Coda: Izquierda Unida acaba de elegir coordinador andaluz. No está en mal momento electoral aunque conviene que no se le suban los humos porque ya sabemos cómo responden luego los electores. Maíllo dice que no toca hablar del candidato a la Junta. Vale. Pero ¿no sería conveniente que a la luz de las barbas del vecino se ponga a trabajar en este modelo de primarias a fin de que decenas de miles de personas de izquierda pero sin adscripción partidaria pudieran participar en su programa y en la elección de su candidato ciudadano? ¿No le daría eso vida y bulla a IU? ¿O sólo serán los pocos miles de militantes los que lo decidan? Maíllo tiene la palabra.

Nota final: Escrita y publicada esta entrada caigo en la cuenta de que las primarias tienen sobre todo una principal y básica función: decidir entre varios al candidato (o candidata) que debe representar a la formación política en las elecciones generales o presidenciales. Y así debe ser. Lo que pasa es que en sistemas políticos como el nuestro, no presidenciales, se han convertido, además, en una forma de conseguir consensos sociales extensos y de ampliar la influencia del partido en la sociedad. Por eso, el fondo de la reflexión que planteo creo que  sigue siendo válido: las primarias como extensión de las estructuras partidarias.

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