viernes. 29.03.2024

La portavoza de Unidos (y Unidas) Podemos

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Pues bien amiga Irene, si bien el objetivo que mencionas lo considero digno, loable y lo comparto, no opino igual del camino de inventar palabras que ni tú misma empleas en tu perfil de una red social

Nada más lejos de mi intención que alinearme con la derecha mediática cavernaria que muestra más ímpetu al censurar un desliz gramatical de la portavoz parlamentaria de Podemos, Irene Montero, mientras apenas se hace eco de algunas barbaridades como, por ejemplo, que Rajoy pidiera la pasada semana a los españoles que ahorren «ahora que las cosas empiezan a ir bien», sin especificar a quienes les va bien, y cuando la capacidad de ahorro en nuestro país al cerrar 2017 ha sido nula para un 86,6% de la población. 

Sin embargo, y desde un punto de vista estrictamente lingüístico, me siento en la obligación de manifestar mi discrepancia con la portavoz de Podemos cuando dice ser «portavoza» y no portavoz de su partido. Máxime cuando se contradice con lo que afirma ser en su perfil de Twitter donde se considera ser la portavoz de su partido. Hasta su compañero de filas, Pablo Iglesias, ha dicho que le «suena raro la palabra portavoza y yo no la uso». 

Pero no es mi intención entrar en detalles. He escrito demasiadas veces sobre el tema y he expuesto mis argumentos basados en el sentido común, en las normas de la RAE (que también se equivoca y mucho) y, sobre todo, en el desagrado que experimento cuando escucho la chirriante fonética de ciertas palabras.

Las redes sociales han reventado con el tema manifestándose tanto a favor como en contra de este neologismo. Algunas bromas han sido incluso ingeniosas, como la que apela a la incoherencia de Irene Montero al considerarse un cargo público y no una carga pública. Y Y ya dentro del juego, añadiría de mi cosecha la extrañeza de que tan ilustre militante del partido morado no haya propuesto que Unidos Podemos pase a llamarse Unidos y Unidas Podemos.

Porfiada y obstinada como ella sola, al día siguiente de proclamar su vocablo asexista, Montero respondió a las críticas afirmando que «... aunque suene extraño, es importante que las mujeres hagamos un esfuerzo para desdoblar el lenguaje o por utilizarlo de manera inclusiva», para luego añadir que el objetivo prioritario era «conseguir la igualdad y dar visibilidad a la mitad de la población».

Pues bien amiga Irene, si bien el objetivo que mencionas lo considero digno, loable y lo comparto, no opino igual del camino de inventar palabras que ni tú misma empleas en tu perfil de una red social. Dices que «son demasiados siglos en los que el lenguaje se utiliza como instrumento para perpetuar el machismo», y estoy completamente de acuerdo contigo, pero deberías considerar que el feminismo y la lucha por conseguir la igualdad plena de la mujer respecto al hombre, es algo que está muy por encima de adoptar una pose vistosa y provocativa que a ningún logro feminista apunta más que al cotilleo mediático. 

Como colofón, recomiendo al lector consultar el informe de Ignacio del Bosque acerca del el sexismo en el lenguaje que en 2012 aprobó la RAE. Es muy fácil de encontrar en Google.

La portavoza de Unidos (y Unidas) Podemos