jueves. 28.03.2024

Pablo Casado: estos son mis principios, pero tengo otros

casado y maroto

"Estos son mis principios. Pero si pierdo 71 diputados y 74 senadores, tengo otros”.


El PP se encuentra a las puertas de una quiebra económica por culpa de su pérdida de apoyo en las urnas y el consiguiente quebranto en las subvenciones que les corresponderán por votos y escaños

Esta es la nueva cara de la falsa moneda del Partido Popular que, presidido por Pablo Casado, ha reaccionado con un angustiado giro al centro tras su colosal debacle electoral. La derechita cobarde (bautizada así por Vox) se ha convertido en un equipo de segunda división, con 145 jugadores (entre diputados y senadores) en el banquillo del paro, percibiendo muchos de ellos sueldos públicos como cargos electos desde hace varios decenios, y también algunos sin otra experiencia laboral más allá de su trabajo como políticos.

De entre todos los damnificados que se quedan sin escaño, es llamativo el caso del vicesecretario general de Organización de los populares Javier Maroto, un destacado miembro del partido que vive de la política desde hace casi un cuarto de siglo, y que el aciago domingo 28 de abril  se quedó sin su escaño en Álava.

Pobre Maroto, dirán algunos, y pobre PP dirán otros cuando tres días antes de las elecciones, y con la angustia premonitoria de una posible derrota, tras haber pedido auxilio incluso al fantasma de Adolfo Suárez (a través de su inepto hijo), y después de ofrecer el oro y el moro (con perdón ) a Santiago Abascal con promesas de ministerios, apenas dos días después de la debacle el PP escora hacia el centro a través de las declaraciones de un Casado que —sonrisa congelada, rictus iracundo— tan escandalizado como el capitán Renault en Casablanca («¡Qué escándalo, qué escándalo! He descubierto que aquí se juega») llama «ultraderecha» por primera vez al mismo partido con el que hasta ahora confraternizaba y con quien aun gobierna en la reconquistada Andalucía.

Es así como de golpe y porrazo, el PP se encuentra a las puertas de una quiebra económica por culpa de su pérdida de apoyo en las urnas y el consiguiente quebranto en las subvenciones que les corresponderán por votos y escaños, un ajuste a la baja que supondrá a Génova 13 una merma de 5 millones de euros. Sin embargo, tal vez lo que más preocupe a los damnificados sean los cientos -tal vez miles- de sueldos que dejarán de percibir quienes hasta ahora vivían tanto de la política como también de mamandurrias (entiéndase el término como aquellos casos en que se obtiene beneficios sin haber realizado mérito alguno), un problema grave para sus economías particulares que podría dinamitar la estabilidad del partido.

Lo reconozco, siento vergüenza ajena al ver los desesperados esfuerzos del peperismo casadista por conservar una dignidad que comenzaron a perder al basar su campaña electoral  en una sarta de insultos en fraternal sintonía con la derechona fanfarrona de la que ahora reniegan. Y claro, si a esto añadimos una corrupción nunca asumida (no olvidemos que la trama Gürtel comenzó en 1989, el año en que Alianza Popular se transformó en el actual PP), le sumamos la nula capacidad para la autocrítica, la prepotencia por encima de la humildad, la descalificación constante del otro y el perder sin elegancia alguna, novemos como de aquellos polvos hay suficientes lodos que podrían acabar no sólo con Pablo Casado sino también con el partido que preside, circunstancia que ansía Ciudadanos y que fomenta con sus más afiladas herramientas.

Pablo Casado: estos son mis principios, pero tengo otros