jueves. 28.03.2024

¿Nos incitan subliminalmente los medios a trivializar la pandemia?

coronavirus

Hace algunas semanas, mientras comíamos mi mujer y yo prestando relativa atención a un telediario de La Sexta, tres noticias acapararon nuestra atención. La primera aludía a unos graves disturbios durante la noche anterior en la ciudad de Burgos, con violentos enfrentamientos entre unos manifestantes que lanzaban piedras a las fuerzas del orden público y quemaban contenedores en un alarde de falta de civismo tras celebrar una concentración en contra del confinamiento perimetral de la ciudad.

La segunda noticia fue un reportaje que reproducía imágenes muy duras que, pese a ser médico y haber visto sufrir y morir a muchos seres humanos, consiguieron ponerme la carne de gallina al escuchar el relato de una enfermera de UCI que hablaba del miedo de los pacientes, su sensación de indefensión y el dolor que tantas veces le habían manifestado por no poder despedirse de su familia antes de la sedación. 

El tercer reportaje mostraba a algunos hosteleros y camareros que lamentaban el desastre económico que la pandemia suponía para sus negocios y puestos de trabajo, mientras una voz en off reseñaba las cifras de pérdidas en el sector turístico, el porcentaje de cancelaciones hoteleras y los pocos clientes que se alojaban en los hoteles ese fin de semana (puente del uno de noviembre) en comparación con los llenos de 2019.

Una vez más tomaba consciencia de como los medios informativos envían mensajes contradictorios, al dicotomizar  la realidad y contemplarla desde su perspectiva más trascendental (la salud pública, el sufrimiento de quienes enferman de Covid-19, las secuelas de los supervivientes, las muertes), mientras en la otra cara de la moneda dirigen nuestra atención hacia las repercusiones socioeconómicas. 

No es mi intención hacer un análisis exhaustivo, sino compartir un enfado de sobremesa provocado por los muchos mensajes contradictorios con que nos bombardean, ya no sólo desde los informativos sino también  desde las instituciones, al plantearnos una disyuntiva con dos opciones: por un lado dedicar los esfuerzos y actuaciones a combatir al coronavirus, pero ofreciendo de soslayo la posibilidad de hacerlo cediendo a la presión del sector financiero y empresarial que, a poco más de un mes, ya intenta descaradamente que nos esforcemos en salvar las navidades cuando lo prioritario es salvar vidas y la salud pública.

Nos dan una de cal y otra de arena, y me siento manipulado subliminalmente. Por más que reflexiono, no desentraño el mensaje que pretenden imbuirnos, ni tampoco que porcentaje de información es lo que aparenta ser, y cual contiene lo que subrepticiamente se nos quiere inculcar. Si nos fijamos bien en las tres noticias, la más didáctica y de mayor relevancia para concienciar a la población del problema real que sufrimos es el testimonio de la enfermera de la UCI, un reportaje que debería emitirse hasta la saciedad —este u otros similares— a fin de persuadir al sector más irresponsable de la ciudadanía y hacerles ver la gravedad de la emergencia sanitaria que atravesamos. 

Echo de menos spots divulgativos institucionales que nos imbuyan el chip de que estas navidades no serán normales ni deben serlo bajo ningún concepto. Ya intentaron colarnos por la puerta falsa un verano en el que, tras una rápida desescalada, se animó subliminalmente a apoyar al sector turístico mientras el virus seguía —sigue— en el ambiente, con el resultado de una segunda ola consecuencia de la relajación de las medidas de protección. Si en todas las cadenas de televisión y emisoras de radio se difundiera una dura campaña de concienciación y se hablara menos de las repercusiones económicas de algunas medidas de lucha contra la pandemia, probablemente la venceríamos antes. 

Tras la eclosión de casos el pasado mes de octubre, las cifras muestran un claro descenso de casos en los países que adoptaron medidas tajantes de confinamientos y cierres a nivel nacional (Francia, Bélgica, Países Bajos, República Checa), y no así en España donde las disposiciones no están siendo tan severas.

Consideremos que cuantas más muertes, enfermos y secuelas ocasione el coronavirus en un país, más difícil le será remontar su crisis económica, sencillamente porque una población diezmada no consume ni produce riqueza. El orden prioritario es restaurar la salud, y en muchos aspectos esto es incompatible con salvar simultáneamente la economía.

¿Nos incitan subliminalmente los medios a trivializar la pandemia?