viernes. 29.03.2024

Esto es un juego de trileros, señor Sánchez, y aún está a tiempo de no ser usted el estafado

TrilerosNunca he confiado en Ciudadanos y no creo que sea el partido que dice ser. Sólo los contemplo como una derecha que aunque juega a ser progresista, coquetea indistintamente con Sánchez y Rajoy mientras Rivera asegura que «si el Rey propone otro candidato, buscaré puntos comunes con él», un modo como otro cualquiera de anunciar que Rajoy sería su siguiente opción si Sánchez no saliera investido.

Tampoco soy partidario de Podemos, una formación política engendrada en los platós televisivos a partir de los movimientos del 15-M y un grupo de jóvenes profesores universitarios sin aparente interés por fundar un partido. Y menos mal que no tenían intención de entrar en política. Si bien al principio me sedujo la frescura de Iglesias y sus correligionarios, transcurrido el tiempo he concluido que no soporto su mesianismo, su talante engreído y prepotente, su populismo, ni sus técnicas de ilusionar con propuestas difíciles de cumplir aprovechando el terreno abonado de una sociedad depauperada por lo que ellos llaman casta, algo en lo probablemente se convertirán conforme dejen de ser vírgenes (aun no han tenido tiempo ni ocasión de pecar) y tomen contacto con la política del mundo real.

El Partido Popular es la formación por la que siento menos devoción, pues aborrezco su falta de empatía con las necesidades básicas de la ciudadanía, su nunca resuelta corrupción interna y también que sean una derecha rancia al servicio del mundo financiero y empresarial que se aferra a un anacrónico conservadurismo en temas como plurinacionalidad, memoria histórica, aborto, matrimonio homosexual, derechos sociales en general y muchas otras cosas que omitiré sólo por ser breve.

Reconozco que el PSOE es un partido que hace décadas consiguió ilusionarme y de cuyo declive actual soy consciente. Su líder, Pedro Sánchez, ha sido elegido por el Jefe de Estado para que intente formar Gobierno, una labor ardua que probablemente abocará en nuevas elecciones el próximo junio ya que Sánchez no ha conseguido el pacto de izquierdas que le exigían los sectores progresistas de su partido y ha optado por claudicar ante los barones más  conservadores iniciando un noviazgo con Ciudadanos sin viso alguno de que la pareja de falsos enamorados llegue al altar. 

Me decepcionan todos los participantes en las negociaciones para formar Gobierno que, directa o indirectamente, se vienen manteniendo desde finales de diciembre. Tal parece que el único interés de la mayoría de los políticos sea conseguir poltronas y hasta los ministerios más operativos (como dejó claro Pablo Iglesias, a la primera ocasión que tuvo con sus ambiciosas exigencias).

Tanta es mi decepción que, en lugar de ante un noble ejercicio de alta política, me siento el pasivo espectador de un ridículo juego de tronos protagonizado por unos políticos que aun no han alcanzado la talla de auténticos estrategas.

La alta probabilidad de que se celebren nuevas elecciones ha creado una coyuntura en la que no hace falta ser vidente para adivinar que los socialistas podrían aun perder bastantes votos más mientras Ciudadanos capta los del sector del PP que ve e Albert Rivera como el negociador que Rajoy no ha sabido ser. Y mientras tanto, resulta teatral la tristeza de Pablo Iglesias lamentándose de puertas afuera por la falta de un pacto de progreso mientras, por dentro, sonríe a la espera de que llegue junio y pille a Podemos como la segunda fuerza más votada del país, o quien sabe si – fantasear es gratuito– la primera.

La situación actual es comparable a un juego de trileros llevado a cabo por políticos aficionados en la que, a Pedro Sánchez, le correspondería interpretar el papel de un pardillo que resulta estafado. U esto será lo que suceda a no ser que el líder socialista reaccione pronto, rectifique y gestione las negociaciones virando hacia la izquierda para que este tinglado no se convierta en el escenario de su declive y/o el de su propio partido.

Aun está a tiempo señor Sánchez, no lo olvide.

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