viernes. 29.03.2024

Fernando Simón, un portavoz que infunde tranquilidad

La comparecencia diaria para informar de la situación del brote de coronavirus de Fernando Simón Soria, portavoz y director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias, es un soplo de aire fresco que alivia el amarillismo y la mediocridad que prolifera en algunos medios y redes sociales que propician en la población el peor de los miedos, que no es otro que el miedo al miedo. 

En cada una de sus intervenciones, este experto en prevención y control de enfermedades, expone sus informes de un modo riguroso, científico, asequible y, sobre todo, desde la calma que consigue transmitir a la población con su talante sosegado, aspecto afable y atuendo informal. Además de un eminente epidemiólogo, Fernando Simón es un hombre normal y corriente cuya actitud nada tiene que ver con el encorsetamiento de los políticos, ni con el sensacionalismo con que algunos medios propician la histeria colectiva como sucede en algunas tertulias (pienso de pronto en ‘Al rojo vivo’) donde el presentador se muestra eufórico cuando interrumpe a quien está hablando para anunciar con vehemencia: “¡Tenemos un nuevo caso de Coronavirus en Valencia!” como si cantara un gol en Carrusel Deportivo.

Por el contrario, el doctor Simón es un hombre tranquilo, sin estridencias, claro y conciso. Habla sin atemorizar y es un científico que trasmite sus conocimientos expresándose con la afabilidad de aquellos médicos de cabecera de toda la vida. En cada comparecencia, Fernando Simón se muestra como la antítesis de algunos políticos como Jesús Aguirre, consejero de Salud de Andalucía, y también médico, que no hace mucho gestionó de un modo nefasto la crisis sanitaria surgida por un brote de listeriosis.   

No es esta la primera vez que Fernando Simón toma las riendas de una epidemia a petición de las autoridades políticas

Con tanta mediocridad como tantas veces nos toca soportar, pienso en cuanto bien haría que hubiera muchos Fernando Simón en el ámbito político, un hombre creíble que no crea innecesarias alarmas ni promueve el miedo al miedo como algunos informativos que difunden imágenes devastadoras de ciudades desiertas, multitudes que deambulan con mascarillas, y ofrecen un angustioso recuento al minuto del número de contagiados y de fallecidos por el coronavirus. Este modo de informar provoca en la población una sensación de catástrofe inminente, crea alarma social y predispone a las respuestas de ansiedad en personas propicias a la hipocondría, aunque también en quienes no son sensibles a este trastorno. 

Por cierto, no es esta la primera vez que Fernando Simón toma las riendas de una epidemia a petición de las autoridades políticas. En 2014, cuando cundió la alarma por la crisis del Ébola, la intervención de los políticos fue tan nefasta (en especial los dislates de Ana Mato) que hubo que recurrir a alguien capaz de reconducir la información oficial hacia cauces de sensatez. Ese alguien fue el epidemiólogo Fernando Simón, quien actuó como un eficaz portavoz y cuyos partes fueron un bálsamo que calmó a la población en cada rueda de prensa que convocaba ese hombre tranquilo que tanta seguridad infundía al ofrecer la verdad y echar por tierra las fake news y falsas alarmas que se transferían al imaginario colectivo.

Como médico y también como ciudadano de este santo país, quiero transmitir mi agradecimiento a mi compañero de profesión el doctor Simón Soria, por su talante, su sencillez, su actitud nada impostada, su forma de expresarse y hacerse entender, y sobre todo porque no es ni actúa como un político sino como una persona fiable y creíble, dotada de esa humanidad que tantas veces se echa de menos.

Fernando Simón, un portavoz que infunde tranquilidad