viernes. 29.03.2024

Faltan médicos, y cada vez más

viñeta medicosLa viñeta que humorísticamente ilustra este artículo, refleja una realidad que a más de un profesional de la medicina le ha conducido a un burnout de esos que evolucionan a una auténtica depresión. La situación que denuncian estos dibujos es tan real como intolerable, pero no por el riesgo de que un profesional de la sanidad pública pueda quedarse sin vacaciones. Eso no es más que una anécdota si lo comparamos con la debacle que en muchos centros de salud supone tener una plantilla de médicos y médicas saturados, rebasados por una demanda desmesurada y por agendas imposibles de cumplir dentro del horario asignado.

¿Por qué? Porque si a cada paciente se le dedicara sólo la mitad de tiempo necesario para que al salir de la consulta tuviera la sensación de haber sido escuchado, comprendido y se hubieran puesto en marcha soluciones para aliviar su problema, los médicos necesitarían trabajar varias horas más de las que les corresponde. Y eso no hay cuerpo que lo aguante, sobre todo si se impone y, además, no se retribuye.

En relación al tema vacacional, tan en boga cada año cuando llegan estas fechas, lo más conflictivo es que, además de la precariedad de tiempo y el sobredimensionado cupo de pacientes que deben atender muchos médicos, se vean en la imposición de hacerse cargo del cupo de sus compañeros ausentes por vacaciones (además de hacer su propio trabajo, claro está).

Este verano, una vez más, la falta de médicos está provocando situaciones difíciles en muchos centros de salud de varias Comunidades Autónomas. El problema para encontrar sustitutos es un estándar que aparece puntualmente cada verano. Pero la falta de facultativos no es solo un problema estival ni tampoco exclusivo de la Atención Primaria, pues también afecta a la atención especializada y a la hospitalaria.

Ojalá todos los problemas se circunscribieran al periodo vacacional, pero desafortunadamente no es así. Las causas de la problemática las encontramos en la disminución de las plazas MIR; también en la tendencia a la emigración de los profesionales sanitarios formados en España, a otros países donde sus condiciones laborales y económicas son más atractivas; influye igualmente el natural envejecimiento de la plantilla médica con el resultado de las consecuentes jubilaciones. Todo esto aboca a una falta de médicos —se hace patente sobre todo con los especialistas— en la sanidad pública española, dejándola al borde de un caos de recursos humanos, una situación preocupante para la que no se prevé mejoría en los próximos años.

Conforme se vayan produciendo jubilaciones, continúe disminuyendo la oferta de plazas MIR, y no se oferten nuevas plazas por oposiciones, todo apunta a una sanidad pública en la que cada vez habrá más médicos con contratos precarios y que nunca llegarán a familiarizarse con sus pacientes

A titulo personal, como médico con varios decenios de ejercicio a mis espaldas, propondría que la figura del médico sustituto tendiera a desaparecer a expensas de disponer en los centros de atención primaria (que es el primer nivel asistencial y también el más frecuentado por la población) de unas plantillas dotadas con un mayor número de profesionales que pudieran solventar mejor el día a día, y también hacer frente a los momentos críticos de aumento de demanda (verano, epidemias gripales, vacaciones navideñas...) sin que el paciente recibiera una atención más precaria.

La administración de las distintas comunidades autónomas debería dar prioridad absoluta a este problema a expensas de ofrecer a los profesionales unos contratos más dignos (hay contratos de un día que se limitan a poner un parche a una necesidad puntual). En este sentido, ha supuesto un alivio los contratos llamados de ‘sólo guardias’ (y también los de ‘refuerzo de salida de guardias’) que se vienen aplicando en la Comunitat Valenciana desde hace años, y en los que los sustitutos hacen guardias en varios centros de salud, o bien pasan la consulta de los médicos o enfermeros que salen de guardia. Pero hace falta más, mucho más.

Conforme se vayan produciendo jubilaciones, continúe disminuyendo la oferta de plazas MIR, y no se oferten nuevas plazas por oposiciones, todo apunta a una sanidad pública en la que cada vez habrá más médicos con contratos precarios, médicos que nunca llegarán a familiarizarse con sus pacientes, y estos serán los principales perjudicados cuando, al atravesar el umbral de la consulta de su médico, no se encuentren muchas veces con el rostro sonriente de ese profesional que les conoce bien, alguien que no necesitará perder un tiempo valioso mirando en el ordenador lo que de sobra conoce sobre la salud de su paciente.

Faltan médicos, y cada vez más