jueves. 18.04.2024

No sé si me alegra o no el acuerdo PSOE-UP

Es incuestionable que el preacuerdo de gobierno de coalición entre el PSOE y UP ha llegado tarde y puede que mal, al menos si consideramos lo precipitado que es lograr en muy pocas horas un entendimiento que los líderes de ambos partidos fueron incapaces de llevar a término tras las elecciones de abril de 2019.

Yo vivo en València y puedo asegurar que desde que tenemos un gobierno de progreso, tras un cuarto de siglo de corruptelas a cargo del PP, el panorama político es más limpio y transparente

Esta es una de las razones por las que no sé si alegrarme por el anuncio de esta coalición, o bien sentirme engañado por una campaña en la que Pedro Sánchez se ha dedicado  presentar a Pablo Iglesias como un grave peligro para España. Me ha chirriado el ofuscado empecinamiento de ambos lideres durante el período electoral, por ello me desconcierta su repentino idilio plasmado en un abrazo de Vergara, cuando muy poco antes, el presidente de gobierno en funciones confesaba la crisis de insomnio que le produciría que alguien de Podemos ocupara una cartera ministerial, una declaración que junto con otras aun más duras, marcaron la irreconciliable distancias entre ambas formaciones, incluso a nivel personal entre los dos políticos hasta el extremo de forzar elecciones anticipadas.

¿Por qué Pedro Sánchez se ha curado de su insomnio, se preguntan muchos? La respuesta oficial se justifica en la necesidad de reaccionar rápido debido al súbito ascenso de la ultraderecha con su más de medio centenar de escaños. No obstante, a quienes esto argumentan, se les olvida que VOX no tendría hoy tantos diputados si no se hubieran convocado unas nuevas elecciones.

Sin embargo, conforme reflexiono y digiero el resultado electoral, cada vez soy menos partidario de atribuir el cambio de rumbo del PSOE al ascenso de VOX, sino sencillamente a que Pedro Sánchez esperaba que UP se desmoronara y que el PSOE obtuviera una cifra próxima a los 150 escaños, algo que no sucedió, y ya la misma noche electoral  le forzó a recurrir al plan B del abrazo de Vergara”.

Pero lo hecho, hecho está, y ahora nos toca a todos hacer lo posible (incluso lo imposible) para demostrar a la derecha, a la ultraderecha, y a lo que queda de Ciudadanos, que un gobierno de coalición a nivel estatal puede funcionar tan bien como funciona el Govern del Pacte del Botànic de la Comuntad Valenciana o el Govern de le Illes Balears, ambos con presidencias del PSPV-PSOE y con un reparto de carteras y cargos relevantes compartido con Compromís y Unides Podem en el primer caso y con Podemos y Més per Mallorca en el segundo.

Yo vivo en València y puedo asegurar que desde que tenemos un gobierno de progreso, tras un cuarto de siglo de corruptelas a cargo del PP, el panorama político es más limpio y transparente. Es más,  hasta ahora, no he visto diablos rojos con rabo y un tridente en la mano paseando por las calles. ¿Quién asegura que no pueda pasar lo mismo en el Gobierno España? ¿Por qué no nos concedemos un tiempo y esperamos a ver como transcurren los acontecimientos, sin hacer caso a los agoreros acontecimiento que pronostican quienes se han apropiado del patriotismo en exclusiva, sin ser conscientes de que lo suyo no es amor a la patria sino un patrioterismo de opereta, cuartelero, trasnochado, chillón y chusquero, además de peligroso?

Soy sincero al confesar mi escepticismo en el titular de este artículo, y mi temor a mostrar un atisbo de alegría a pesar de que estemos en puertas de acabar con el bloqueo de la instituciones.

Y si finalmente el resultado no fuera el deseado por quienes anhelan una sociedad de progreso, si finalmente fracasara la coalición del PSOE con UP, que nadie olvide (sobre todo la derecha)que vivimos en democracia, y siempre podrán echar del gobierno a la izquierda a través de las urnas

Pero además de escéptico también me siento enfadado porque me hayan hecho perder seis mes, y porque los dos partidos que ahora acceden gobernar en coalición han perdido 3 escaños uno y 7  el otro respecto a abril de 2019, mientras la extrema derecha se ha plantado en 52. Sin embargo, pese a mi enfado, estoy convencido de que deberíamos dar al nuevo gobierno de izquierdas —si es que llega a constituirse— un voto de confianza.

Y si finalmente el resultado no fuera el deseado por quienes anhelan una sociedad de progreso, si finalmente fracasara la coalición del PSOE con UP, que nadie olvide (sobre todo la derecha)que vivimos en democracia, y siempre podrán echar del gobierno a la izquierda a través de las urnas.

Que no pierdan pues las esperanzas, ni tampoco el norte, quienes tienen sueños húmedos en los que se ven flotando en un país de fantasía presidido por un patriota de pura cepa como, por ejemplo Santiago Abascal.

No sé si me alegra o no el acuerdo PSOE-UP