jueves. 28.03.2024

Perder Madrid

PP sede genova

Se perdió Madrid, sí. Toca sacudirse la modorra y asumir la derrota. Apretar los dientes y conservar la alegría

Miro a la gente que me rodea hoy y la veo un poco zombi, como víctima de una resaca de las malas. Se perdió Madrid, sí. Y además por partida doble. Duele especialmente lo del ayuntamiento, porque la sensación para muchos es que Manuela Carmena no lo había hecho tan mal, aunque por supuesto lo pudiera haber hecho mejor. Miran a un lado y a otro y buscan una explicación: ¿La participación? ¿Pepu? ¿Madrid en pie?

Pero no, la culpa de que Más Madrid no haya ganado no es de Madrid en Pie, ni de Pepu Hernández, ni en cierto modo de la izquierda. La explicación es mucho más sencilla: hay una mayoría sociológica de derechas. En la ciudad y en la comunidad. Y tampoco es que no lo supiéramos.

El nivel de renta en Madrid es alto. Y esto, sumado a que las clases bajas —abandonadas por la izquierda posibilista y la esencialista—, deciden quedarse en casa de una manera tozuda, provoca que esa mayoría que cree que porque tiene un sueldo de mil quinientos euros, una tarjeta donde pone mánager de no sé qué y una hipoteca a treinta años es rico, determine el resultado. Y gane la derecha.

Luego, además, está el facherío de toda la vida, el que llenaba Pachá para cantar el cara al sol mucho antes de que existiera Vox y Cañas por España. Los nostálgicos de unos tiempos en que podían escupir y apalear al disidente. Que no son pocos en esta ciudad tolerante pese a ellos, pese a todo.

Así que volverán los típicos atascos, podremos entrar con el coche hasta la Cibeles —y pagar con orgullo chulapo la multa que nos caiga desde Europa por contaminar—, seguirán las privatizaciones y las corruptelas y mucha gente seguirá viviendo medianamente bien porque esta es una región que entre las estructuras administrativas estatales y regionales, un gran número de empresas privadas y el turismo creciente cada vez genera más riqueza. Que esta esté pésimamente repartida, es otro cantar. Y la mayoría ha dicho que ese cantar no importa.

También volverá Ciudadanos a decir que ellos gobiernan, que son líderes de no sé qué y que el coaching de Albert Rivera tiene razón al decirle que es el mejor político y patrio y que no hay nadie más guapo que él en todo el reino. Pero lo vendan como lo vendan, los cierto es que los naranjas van camino de convertirse en los botijeros del PP en todo el país. Y de ahí no parece que vayan a pasar. Claro, que peor es lo de Podemos, que pierde casi todo lo que tenía y desaparece en muchos lugares. Y ahí están Pablo Iglesias y Pablo Echenique, haciendo el avestruz, como si la cosa no fuera con ellos.

Así que toca sacudirse la modorra y asumir la derrota. Apretar los dientes y conservar la alegría. Si Madrid sobrevivió a Álvarez de Manzano, a construcciones Alberto Ruiz Gallardón, a Ana Botella y a la charca de Esperanza Aguirre, sobrevivirá a Isabel Díaz Ayuso y al señor José Luis Martínez-Almeida. Y como tantas otras cosas, también este lunes de resaca plúmbea y grisácea pasará: no hay mal que cien años dure.

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