jueves. 25.04.2024

'El País' y las manos que dan de comer

Ayer, en una columna que llevaba por título «No morder la mano de quien te da de comer», el periodista Javier Ayuso —adjunto a la dirección y que suena como candidato a nuevo director del medio— acusaba una vez más a los líderes de Podemos de ponerse de perfil ante las últimas noticias que llegan desde Venezuela, cuando a él y a su periódico les gustaría que hablaran claramente de golpe de Estado y criticaran a Maduro con tanta energía como ellos.

Dice Ayuso: «Mientras medio mundo denunciaba la decisión del Tribunal Supremo de Caracas de arrogarse las funciones de la Asamblea Nacional, el portavoz internacional de Podemos, Pablo Bustinduy, se limitaba a hablar de “crisis de legitimidades”».

Para Ayuso, este posicionamiento se debe a que los gobiernos de Venezuela han sido no sólo la inspiración ideológica, sino los financiadores de Podemos. «Los líderes de Podemos tienen muy claro que nunca morderán la mano de quien les ha dado de comer durante toda su trayectoria política. El chavismo les entregó dinero y les iluminó intelectualmente hasta hace muy poco». Obviando, por ejemplo, que la misma postura que mantiene Podemos mantiene el ex presidente del gobierno Rodríguez Zapatero quien, por lo escuchado hace unos días en “El Objetivo” —y pese a la insistencia en arrancarle una declaración en ese sentido de Ana Pastor—, tampoco parece dispuesto a hablar de golpe de Estado. Ni siquiera a llamar a Leopoldo López preso político.

También obvia Ayuso que si hay medio mundo que habla de golpe de Estado, como él dice, debe haber al menos otro medio que no lo hace.

Vaya por delante que desconozco (como casi todos en España) qué está ocurriendo de verdad en Venezuela.  Pero quede claro también que, si usted y yo no sabemos mejor qué está pasando, se debe en buena medida a que los intereses ideológicos y económicos de los medios de comunicación españoles pervierten cualquier información referente a aquel país, y no sólo por la incidencia que pueda tener en nuestra política.

Porque si hablamos de morder la mano que nos da de comer, cabría preguntarse hasta qué punto las informaciones de El País, el medio para el que escribe Javier Ayuso, son objetivas cuando tratan de Venezuela.

No se trata sólo de los intereses cruzados —personales, incluso, en el caso de los dirigentes de PRISA del pasado— con el Grupo Cisneros, el mayor grupo de comunicación de Venezuela y crítico con el chavismo desde el minuto cero, sino que el propio Grupo PRISA tiene a través de Santillana intereses en el país (aunque parece que la editorial está la primera en la línea de salida para las futuras ventas).

Pero ya no se trata sólo de los intereses de PRISA, un grupo que hoy parece encaminarse hacia la decadencia. Se trata de la mano que da de comer hoy a PRISA y que la mantiene a flote, aunque sea de un modo precario. Es decir, los accionistas del grupo. Ahí nos encontramos a Santander, La Caixa, HSBC, Telefónica o el fondo buitre Amber Capital. Ninguno de estos grupos parece muy favorable a los gobiernos bolivarianos ¿no?

Tampoco lo parece, ya que estamos, el grupo BBVA de quien el propio Ayuso fue director de comunicación, llegando a prejubilarse en calidad de tal (para luego ingresar en Zarzuela y volver a El País). En 2015 el BBVA, temiendo una expropiación por parte de Maduro, redujo el valor contable de su filial venezolana, para así aminorar las previsibles pérdidas.

Un último apunte: hace ya más de una década, el gobierno de Hugo Chávez compró un millón de ejemplares de El Quijote a Alfaguara, entonces propiedad de PRISA. Según Mongolia, eso le supuso a la editorial un ingreso al grupo de 4 millones de euros. Eso sí, el gobierno Chávez obligó a Alfaguara a retirar el prólogo de Vargas Llosa, persona non grata en la Venezuela chavista, y cambiarlo por uno de Saramago.  El cambio se llevó a cabo y entonces El País no pareció molesto con aquella ¿censura?

Me pregunto si, en el caso de que Chávez hubiera seguido haciendo compras a PRISA cada año por un valor de 4 millones de euros, los editoriales de El País y sus columnas hubieran sido tan agresivas con él. A lo mejor ellos sí se habían atrevido a morder la mano que les daba de comer. Aunque sería el primer caso, si de medios hablamos.

'El País' y las manos que dan de comer