miércoles. 24.04.2024

Nos quejamos de vicio

vicio

La justicia europea ha enmendado la plana a nuestros tribunales y ha remarcado que quemar fotos del Rey entra dentro de la libertad de expresión

Se están llenando los periódicos, las tertulias, los muros de Facebook y hasta las panaderías de combatientes contra Franco señalando que los Puigdemont y los Junquera, las Rovira y las Gabriel ni son presos políticos ni son exiliadas. Que con Franco se vivía peor y que cuidado con usar mal ciertas palabras. Que a ellos les ofende.

Y quizás no les falte razón. Pero empieza uno a sospechar, que mientras haya una parte de la izquierda señalando el límite claro a partir del cual comienza la dictadura y acaba la democracia, la derecha no hará nada más que empujar el país hacia ese límite. Y a lo mejor, cuando quienes de verdad fueron presos políticos y exiliados decidan levantar la voz y decir que ya basta, será demasiado tarde.

Porque, de momento, si no hay presos políticos hay políticos presos por gracia de un auto que más que por un juez parece hecho por un filólogo o un filósofo del lenguaje -únicos capaces, con Llarena, de captar la sutil diferencia entre la violencia y el actuar violentamente-. Y hay presos por cantar contra el Rey, imputados por cagarse en Dios y señalados por decir que, oye, a lo mejor deberíamos hacer un referéndum. Y contarnos.

Además, y de rebote, la comisión de los Derechos Humanos de la ONU ha instado a España a “tomar todas las medidas necesarias para garantizar que Jordi Sànchez pueda ejercer sus derechos políticos”. El tribunal de Estrasburgo ha condenado a España a indemnizar a dos etarras que atentaron en la T4 por haberlos torturados. Y la justicia europea ha enmendado la plana a nuestros tribunales y ha remarcado que quemar fotos del Rey entra dentro de la libertad de expresión. Qué locos.

Sumen a esto el uniforme caqui que le están fabricando a nuestros párvulos -para que aprendan desde pequeñitos a querer a una patria identificada por su bandera, sus fuerzas armadas y Santiago matamoros- y concluyan ustedes si estamos en camino a un Estado cada vez más centralista, más represivo y más nacional-católico, o no.

Y de paso, pregúntense si con la excusa de Cataluña no nos la están metiendo doblada, mientras una parte de la izquierda, para no ser acusada de cómplice del nacionalismo, permanece en un mutismo igual de cómplice.

Claro, que cada uno aprovecha las entrevistas para lo que quiere. Y responde lo que le da la gana. Y despotrica sobre lo que considera oportuno. Al menos, de momento. Y ese es el peligro: que no sabemos si, al ritmo que avanzan las cosas, podremos seguir haciéndolo en unos años. O nos mandarán a casa la legión cada vez que abramos la boca. O un libro.

Aunque quizás lo importante sea señalar, siempre, que el pasado si fue duro. Y que el presente es, al menos todavía, tolerable. Y es que, como decía mi abuelo: nos quejamos de vicio. Y más dura fue la Guerra.

Nos quejamos de vicio