miércoles. 17.04.2024

La hora de gobernar

moncloa

Admito que hasta que no vea a Pablo Iglesias sentado en la bancada del Gobierno no me lo creeré, pero de momento parece que hay motivos para la esperanza. Siempre, claro, que la izquierda no haga gala otra vez de su histórica capacidad para cagarla cuando menos necesario es.

De momento, la situación es tan histórica por extraña que hasta se me quitan las ganas de preguntar lo que cualquiera se preguntó cuando supimos del acuerdo entre Pedro y Pablo: ¿Y esto no se podía haber hecho antes, si tan fácil era? 

La última vez que hubo un Gobierno de estas características en España fue en 1936 y la imposibilidad del poder religioso y caciquil para aceptarlo nos condujo a una guerra. Espero que Iglesias y Sánchez sean conscientes de lo que están haciendo y se pongan manos a la obra para acometer las reformas que este país necesita

Por primera vez el PSOE se aviene a compartir el poder con un partido a su izquierda, algo que no ocurrió ni con González —podría haberse apoyado en IU en el 93, pero prefirió a esos nacionalismos de CiU y PNV de los que ahora reniegan en el partido— ni con Zapatero, por más que la derecha haya instituido el relato de que fue con este último con quien los nacionalistas vieron abiertas las puertas del cielo.

Que Sánchez —después de ese tonito fanfarrón contra los suyos la noche de las elecciones, cuando le cantaban «Con Iglesias, sí»—no haya sopesado ni siquiera la idea de pactar con el PP o de buscar antes el acuerdo con Ciudadanos, demuestra que si no es fiar, al menos aprende rápido. Lo suficiente para no desgastarse y desgastar a los demás en una negociación estéril que al final no llevaría a nada, porque el PP no se puede permitir apoyar a Sánchez teniendo al enemigo a las puertas y Ciudadanos se ha metido tal batacazo que tardará en cambiar el rumbo, si es que lo cambia. 

Falta que Podemos aproveche la oportunidad para demostrar que no son el ogro que la derecha airea para mover al voto de los suyos y sobre todo que se puede hacer política económica y social de otra manera. 

La última vez que hubo un Gobierno de estas características en España fue en 1936 y la imposibilidad del poder religioso y caciquil para aceptarlo nos condujo a una guerra. Espero que Iglesias y Sánchez sean conscientes de lo que están haciendo y sin alharacas ni enfrentamientos internos se pongan manos a la obra para acometer, de una vez, las reformas que este país necesita.

En el caso contrario, la decepción y el hartazgo serán tales que sería muy difícil recuperar el ánimo y Moncloa quedaría abierta para las derechas, quién sabe durante cuánto tiempo. Unas derechas que —nadie debe dudarlo— van a practicar una oposición gritona y desleal como la que practicaron entre 2004 y 2008, cuando fueron incapaces de soportar su derrota en las elecciones.

Con Vox apretándole por su derecha, dudo que el PP sepa resistirse a sus impulsos más reaccionarios —ahí está Cayetana Álvarez de Toledo, si no, para impedirlo— y el griterío y la exageración serán la tónica general. Mal harían Podemos y PSOE en perder el tiempo explicando lo que hacen o con quién pactan a quien no lo va a querer entender. Los próximos años deben ser para gobernar con profundidad y decisión y hacer eso que el PSOE solo nunca hizo: «poner a España que no la va a reconocer ni la madre que la parió». Es la hora de gobernar.

La hora de gobernar