miércoles. 24.04.2024

Dividirse para volver a ganar

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La derecha también gana porque es capaz de presentar tres ofertas, con supuestos matices, que movilizan a un electorado ya tradicionalmente movilizado, logrando una muy baja abstención entre sus filas a cambio de ofrecer a cada uno lo que supuestamente quiere

Uno de los mantras que más hemos tenido que oír en la izquierda cuando se perdía el poder es que la causa era que mientras la derecha iba unida a las elecciones, la izquierda siempre presentaba varios partidos. Ahora, sin embargo, la derecha se presenta con tres marcas y, sin embargo, todo apunta a que puede volver a ganar.

Gana, desde luego, porque en este país ha habido en los últimos veinticinco años un inmenso giro conservador. La globalización ha traído como consecuencia un auge de los nacionalismos, una precarización del empleo y un mayor movimiento de personas de los países y regiones pobres a las más enriquecidas que han puesto en jaque el statu quo anterior a los años 90 y cuya consecuencia política ha sido la aparición y aumento en votos del neofascismo.

Pero la derecha también gana porque es capaz de presentar tres ofertas, con supuestos matices, que movilizan a un electorado ya tradicionalmente movilizado, logrando una muy baja abstención entre sus filas a cambio de ofrecer a cada uno lo que supuestamente quiere: conservadurismo tradicional (PP), liberalismo (Ciudadanos) o populismo de derechas (Vox).

Por eso las increpaciones en foros públicos y privados hacia Errejón, llamándolo de judas para arriba, después de que éste haya decidido -con malas formas, es cierto-, unirse a Carmena bajo una sola plataforma me parecen desacertadas desde el punto de vista de la estrategia política.

Por comenzar por uno de los principales foros de ataque, anticapitalistas -los guardianes de las esencias-, hay que recordar rápidamente dos cosas. La primera, que con su purismo inmaculado y su maximalismo programático, Anticapitalistas renunció hace años a pactar incluso con IU. El resultado fueron unas elecciones generales, las de 2011, donde obtuvieron el maravilloso resultado de veinte mil votos en toda España. La segunda, y este es el quid, es que lo mejor que le puede pasar a la izquierda es acudir dividida a las elecciones.

El número de personas enfadadas con el personalismo, la egolatría y el añejo puño en alto de Pablo Iglesias sólo es equiparable al de personas enfadadas con las maneras más naif y el programa socialdemócrata y a sus ojos traidor que representan Errejón y Carmena. En este caso, que ambas corrientes acudan juntas a unas elecciones sólo puede restar, por tres razones.

Primero, porque los afines a una u otra corriente de Podemos o IU -partidos mayoritarios- tendrán que elegir entre taparse la nariz o quedarse en casa, pero irán a votar sin ilusión porque no se verán plenamente representados. Segundo, porque Podemos es una marca ya claramente situada en la extrema izquierda, que por efecto rebote y miedo, puede movilizar más al votante conservador que un partido liderado por dos personas «blandas» y a quienes es difícil colocar mediáticamente como radicales: Carmena y Errejón. Y tercero y fundamental, porque yendo separadas, cada corriente podrá recoger los votos de sus fieles, reduciéndose el número de descontentos y con ello la abstención en la izquierda. Cómo extra, el tándem Errejón y Carmena tienen más fácil llamar al voto útil apelando a los tradicionales votantes del PSOE e incluso puede quitar votos por la izquierda a Ciudadanos.

Así las cosas, la amenaza de ruptura me parece, en realidad, una oportunidad. Y creo que lo mejor que le puede pasar a la izquierda, al menos en Madrid, es acudir con tres formaciones, que cada una recoja sus votos y después, eso sí, ponerse a negociar para gobernar si dan las números. Con la misma eficacia y falta de complejos con que lo ha hecho la derecha en Andalucía. Porque ese sí es un mantra cierto: la derecha tiene más claro que la izquierda que para poder lograr sus objetivos lo fundamental es alcanzar el poder. Y para eso siempre se pondrán de acuerdo.

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