martes. 23.04.2024

Las tribulaciones de la izquierda

El resultado obtenido por el PSOE el pasado 20D es lisa y llanamente un desastre y no solo por haber cosechado el peor resultado de su historia reciente. Desde la oposición, el PSOE aspiraba a ganar y sustituir al PP en el gobierno. El PP ha perdido millones de votos y un tercio de sus escaños. En esas circunstancias, el PSOE pierde un millón y medio de votos y veinte escaños lo cual no puede calificarse más que como un rotundo fracaso.

En circunstancias normales, el reconocimiento del fracaso hubiese llevado al líder del PSOE a dimitir inmediatamente. Pero no estamos en circunstancias normales.

La composición de las Cortes hace que nadie pueda formar gobierno sin contar con el PSOE, lo cual le otorga el papel central de la escena política, al ser, reitero, pieza imprescindible para cualquier gobierno que se pretenda formar. Es esta circunstancia excepcional la que ha aprovechado el líder del PSOE para no dimitir. Antes al contrario: tras anunciar que el PSOE votará en contra de cualquier candidato del PP,  Sánchez afirma su intención de formar un “gobierno del cambio” que pasaría por el acuerdo con Podemos y otras fuerzas.

El pésimo resultado del PSOE aboca a este partido a una reflexión de fondo ya que el 20D muestra el declive  del socialismo español. Pero sobre esta cuestión la dirección del PSOE ni siquiera ha empezado a hacer una reflexión en serio.

Ante la posibilidad de repetir elecciones, la dirección hace un diagnóstico edulcorado de lo sucedido el 20D, pero, sobre todo, yerra en las causas de la bajada electoral achacándola a una conjunción de intereses de “todos contra el PSOE”.  Me parece que la desafección hacia el PSOE tiene que ver, sobre todo, con la crisis económica y los cambios sociales que ha producido, particularmente el empobrecimiento de las capas medias y la reducción salarial,  fenómenos ante los cuales el PSOE no ha sido capaz de articular un discurso creíble.

El próximo Congreso Federal debería tratar de eso. Pero lo que Sánchez ha puesto en primer plano es quien va a ser Secretario General. Por este camino, lo que decidirá el Congreso Federal es quien va a liderar el declive del PSOE y no cómo salir de la decadencia, porque el principal riesgo que corre el PSOE es que su declive continúe. En todo caso, el liderazgo de Sánchez ha quedado literalmente calcinado por el resultado electoral sin que se vislumbre un liderazgo alternativo en el PSOE.

Volviendo a lo más inmediato, la pregunta es si es posible un gobierno de las izquierdas, basado en el acuerdo PSOE – Podemos. Creo que Sánchez hace bien en intentarlo. El principal obstáculo es la pretensión de Podemos de incluir el referéndum de autodeterminación en Cataluña como uno de los puntos clave para el acuerdo de gobierno. Aquí, me temo que Podemos es prisionero de las coaliciones que ha promovido, especialmente en Cataluña, coaliciones que tienen un marcado cariz soberanista.

El próximo gobierno tendrá que lidiar con el intento de secesión de Cataluña. De seguir el intento de ruptura, se tendrán que anular decisiones adoptadas por el Parlamento Catalán y por la Generalitat. Es posible que haya que aplicar medidas que pueden llegar a la destitución e incluso al procesamiento de líderes independentistas, si es que persisten en desobedecer las leyes y las decisiones de los tribunales. ¿Un gobierno de unión de las izquierdas se mantendría unido ante una crisis institucional de ese calibre? Si hasta aquí, Podemos no ha dado su apoyo a las medidas adoptadas para anular la resolución secesionista del Parlament, ¿apoyaría otras semejantes adoptadas por el nuevo Gobierno? Lo dudo. Pero es que, además, el  hipotético acuerdo PSOE – Podemos necesitaría el apoyo de ERC, lo cual, con la secesión en marcha, es prácticamente imposible.

Es muy importante que si todos estos inconvenientes terminan por impedir la formación de un gobierno de las izquierdas, que quede claro ante los electores el por qué. En medio del alborozo por el fin del bipartidismo ha pasado inadvertido el hecho de que en las Cortes habrá más diputados nacionalistas y soberanistas que nunca. Este aumento se debe a las coaliciones que Podemos ha propulsado en diversos lugares y que intentan formar grupos propios en el Congreso. En rigor, el Podemos que surge de estas elecciones está formado por un partido político (Podemos, propiamente dicho) y una serie de  coaliciones en las que participa como socio minoritario, pero cuyo denominador común es el soberanismo y cuya relación con Podemos no está nada clara, aunque, eso sí, influyen en Podemos tiñéndolo de nacionalismo. El soberanismo es el principal obstáculo para materializar la unión de las izquierdas.

A todo esto, la crisis económica y la forma de atacarla deberían estar presidiendo las conversaciones para formar un gobierno de las izquierdas. No parece que las cosas vayan por ese camino. Es en relación con la crisis y con los cambios sociales que ésta ha producido donde el PSOE tendría que buscar las causas de su debacle. Esta campaña ha demostrado que no basta con recordar éxitos pasados y que no funciona ya el manido tópico de o el PP o el PSOE. El reto es tener un discurso reconocible respecto de la crisis y del paro. Dicho sea de paso, el ascenso del soberanismo tiene que ver también con la crisis y con las torpezas del PP. Las izquierdas soberanistas parecen pensar que, si no podemos acabar con la crisis, acabemos con el Estado porque, a lo mejor, en otras entidades políticas las cosas les pueden  ir mejor, lo cual es un disparate mayúsculo.  Y no digamos si es el PP es el que sigue al frente del Estado.

En conclusión, es harto probable que acabemos en una repetición de las elecciones. La izquierda, que ha sumado más votos que la derecha, va a ser incapaz de formar gobierno a causa del soberanismo que tiñe la nueva izquierda que surge de estas elecciones, lo cual va a dar una buena baza a la derecha ante una posible repetición de las elecciones generales. Ojalá me equivoque.

Las tribulaciones de la izquierda