viernes. 29.03.2024

Los secesionistas en acción

Para la CUP, lo verdaderamente urgente es “montar el pollo” y no tanto que haya un Gobierno en Cataluña que tire adelante con el proceso.

Supongo que ninguno de los dirigentes del independentismo catalán se ha creído de verdad que el lunes pasado se ha puesto en marcha la creación de un nuevo estado independiente. A tenor de lo que dicen las encuestas, tampoco lo piensan muchos de sus votantes, aunque no falten los que se han tragado la promesa de que antes de 18 meses tendremos la República Catalana. Me parece que los que dirigen este movimiento tienen otras cosas en la cabeza.

Para conjeturar qué, conviene valorar la fecha elegida para declarar el inicio de la secesión, una fecha idónea para que la cuestión catalana se convierta el centro del debate político en la campaña electoral de las generales del 20D. Eso es algo que ya les viene bien a los independentistas y por eso han escogido esa fecha. Ahora bien; se sabía con mucha antelación la fecha de las elecciones catalanas, así como las intenciones de los que pretendían hacer “elecciones referendarias”. Rajoy pudo haber anticipado unos meses las elecciones generales para impedir que la cuestión de la secesión impactara tan de lleno en plena campaña electoral de las generales. Si no lo hizo cabe deducir que a él no le viene nada mal ser el Presidente del Gobierno que corte en seco la secesión de Cataluña. Y si, como sostienen los independentistas, Rajoy es la mayor fábrica de independentismo que hay, les conviene que Rajoy siga siendo Presidente tras el 20D. Así que todos contentos. O como decía un comentarista, el independentismo catalán vota por Rajoy.

Buscando una explicación a la ya famosa declaración encuentro una segunda razón en el obvio interés de Mas en ser reelegido. En contra de lo que él mismo ha dicho, ya está pagando lo que sea con tal de ser President. Y, por ahora, la CUP va subiendo el precio sin acabar de dar el sí a Mas.

Una tercera explicación la encontramos en el propio texto aprobado. La verdad es que se trata de un texto provocativo, ya que, por ejemplo, no hacía falta proclamar a los cuatro vientos la desobediencia al TC. Si se hace ese tipo de declaración es para asegurar (para provocar) la intervención del Gobierno, en la idea de que eso fabricará más independentismo. Para la CUP, lo verdaderamente urgente es “montar el pollo” y no tanto que haya un Gobierno en Cataluña que tire adelante con el proceso.

Así pues, encuentro en un cálculo electoral, en las necesidades de Mas y en la provocación para que intervenga el Gobierno los tres motivos que han impulsado esta declaración. Hay un cuarto y es que, una vez creada la demanda, no hay otra que competir por ella. O sea que si hay dos millones de independentistas, por ese público compiten los promotores del invento y nadie quiere aparecer como tibio o moderado, no sea que los demás le acusen de no ser un verdadero patriota. Pero bien puede ser que, como en la carabina de Ambrosio, a los promotores de la iniciativa el tiro les salga por la culata, a tenor de las reacciones que ya se están produciendo.

Cualesquiera que sean las intenciones de los promotores de la declaración, su aprobación es un hecho muy grave. Se dice, con un punto de razón, que esta es la crisis más importante desde el 23F. Pero no conviene exagerar. Creo que esta crisis va ser resuelta con facilidad. Para empezar porque los independentistas está aislados. Desde luego, en el plano internacional. Pero también en el plano nacional. Tan solo Bildu y el PNV han mostrado cierto apoyo a la causa secesionista. Y creo no equivocarme si digo que en Cataluña se produce un desmarque creciente con la ruptura. Basta con leer los editoriales de los principales diarios para percatarse de ello. Por si fuera poco, las divisiones en el interno del independentismo empiezan a ser visibles. Si el Gobierno actúa con inteligencia, además de con contundencia, estas divisiones no harán más que agrandarse.

Y, para variar, el Gobierno Rajoy está actuando con bastante inteligencia, buscando el apoyo de los principales partidos. Cuanto más amplio sea el acuerdo contra la secesión, mejor, y no solo de los partidos, sino también de las organizaciones sociales y de las instituciones de todo tipo. Porque de lo que se trata es de abortar la secesión cuanto antes y con los medios adecuados, o sea, moderados. El Gobierno debe tener en la cabeza que hay que gobernar especialmente para Cataluña, para los ciudadanos catalanes, a la vista del desgobierno allí reinante. Y no puede olvidar que aunque esta crisis se resuelva pronto,  la “cuestión catalana” (el apoyo a la independencia de un buen número de catalanes) persistirá y nos acompañará durante mucho tiempo. De cómo se hagan las cosas ahora dependerá mucho cómo evolucione el conflicto catalán en el futuro.

Algunos rechazan pronunciarse sobre el intento de secesión alegando que es un problema político y hay que resolverlo de forma política. ¿Quieren decir que no hay que actuar frente a la secesión, a la espera de una “solución política” mágica? Otros han creado la ficción de la existencia de dos bloques enfrentados, o recuperando el lenguaje de la transición (tan admirada como incomprendida) de la bunquerización de unos y otros para concluir con la propuesta (esto sí que es política – ficción) del referéndum de autodeterminación. ¡Pues menos mal que quienes lo proponen son profesores de ciencia política!

Esta va a ser una batalla que se librará, en primer término, en los tribunales. Y no está nada mal que un conflicto de esta envergadura se libre en los tribunales porque a la vista de cómo han ido los intentos de secesión en otros países, más vale que se quede allí y no se desborde. Pero, claro, también se libra en la opinión pública y ello exige hacer política todos los días. Soy de los que no creen que un acuerdo con los secesionistas sea posible, porque ellos solo pueden acordar en qué términos y con qué plazos se produce la secesión. Sobre eso, no hay nada que negociar. Hay que hablar del futuro y no veo cercano ni un acuerdo ni siquiera una aproximación de las principales fuerzas políticas, por lo menos en lo inmediato. Esperemos que las cosas cambien después del 20D y el diálogo entre todos alcance algunos frutos.

Una última reflexión. El Manifiesto Comunista empezaba con la frase: “un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo”. En el séptimo año de la crisis económica el fantasma que recorre Europa es el fantasma del nacionalismo. Es un fantasma que tiene muchas caras. En algunos países se presenta como antieuropeista (nos irá mejor sin Europa). En otros es anti-inmigrantes (nos irá mejor sin extranjeros). En algunos sitios busca la separación de territorios que llevan siglos unidos (nos irá mejor fuera del Reino Unido). Es un movimiento que vuelva a poner en el centro la soberanía y la identidad nacionales, cuando, a estas alturas, lo que importa no es gestionar la independencia, sino la interdependencia. El nacionalismo no solo se expresa en formaciones así catalogadas. También contamina a las que no son expresamente nacionalistas. Tsipras defendió el no en el referéndum griego en nombre de la soberanía de Grecia. Y, aquí, aparecen nuevas formaciones políticas que defienden la soberanía de este o aquel pueblo.

Coincido con Stiglitz cuando dice que el origen de este vasto movimiento está en la crisis económica, para ser más exactos en el fracaso de las políticas aplicadas hasta aquí, en concreto, la austeridad. Pero también en el fracaso de las políticas socialdemócratas, en plena decadencia en casi todas partes. Si los conservadores abrazan una política fracasada y la socialdemocracia no tiene una respuesta, el vacía se llena con otros, en este caso con nacionalismo. A la postre si a un parado en Cataluña se le dice que con la independencia le tocarán 16.000 € (que Madrid le roba); o si, como acaba de decir Mas (con un morro que se lo pisa), con la independencia  no habría habido recortes en Cataluña, ¿por qué no probar a ver si nos va mejor solos? Soy de los convencidos que, por el contrario, todo iría mucho peor, pero eso no es constatable, sobre todo porque no va a ocurrir. En todo caso, atentos al fantasma del nacionalismo en ascenso. En el pasado siglo nos obsequió con un par de guerras mundiales. Esperemos que, en este siglo, la cosa no se repita.

Los secesionistas en acción