jueves. 28.03.2024

Los Presupuestos para 2021 y el turrón

La derrota de las enmiendas a la totalidad al PL de PGE hace muy probable que, en pocas semanas, haya Presupuestos para 2021. Ya toca. Hasta ahora, el Gobierno no había conseguido aprobar Presupuestos y funcionaba prorrogando el de 2018, un Presupuesto diseñado para una situación radicalmente distinta a la que vivimos hoy. Seguir prorrogando aquel sería altamente desaconsejable, pero eso es exactamente lo que hubiera pasado si alguna enmienda a la totalidad hubiese prosperado. Afortunadamente no ha sido así.

La lógica parlamentaria hace que el PP, principal partido de la oposición, esté obligado a presentar enmienda a la totalidad. Es casi un trámite obligado. En ese trámite le han acompañado, esta vez, otros seis partidos, todos ellos de derechas, excepto el BNG (¡!!). Han sido ampliamente derrotados. Hace unos pocos días hubo 194 votos a favor del segundo estado de alarma. En esta ocasión han sido 198 los votos que han tumbado las enmiendas a la totalidad. Estas dos votaciones no se pueden interpretar como la existencia de un bloque que apoya al Gobierno. Pero si sumamos la apabullante derrota de la moción de censura,  es indudable que el Gobierno sale fortalecido por la sencilla razón de que en tres votaciones clave, moción de censura, estado de alarma y presupuestos, el Gobierno cosecha más votos de los que tuvo para la investidura.  Una segunda consecuencia es que no hay gobierno alternativo con estas Cortes. Y anticipar elecciones, en medio de la pandemia, como quería Vox, sería un disparate mayúsculo. Todo lo cual dice algo importante en estas circunstancias: hay estabilidad, lo que casi nadie pronosticaba hace tan solo unos meses.

Lo que me deja perplejo es que el debate presupuestario en los medios, el debate público, no se centre en el turrón, es decir, en el contenido de las cuentas que presenta el Gobierno para hacer frente a la peor crisis económica desde la Guerra Civil, sino en el envoltorio, es decir, en quienes son los apoyos que recibe el Gobierno en esta ocasión, y, más, en concreto en el voto de Bildu, que, por cierto, no ha sido determinante para rechazar las enmiendas. Que la oposición se centre en este asunto indica que no tiene buenos argumentos para criticar las cuentas presentadas.  Que en el seno del PSOE pase lo mismo, me parece un error de gran envergadura. Sobre eso volveré.

Así es que el Gobierno debe afanarse por negociar con todo el que pueda para asegurar la aprobación de los Presupuestos. ¿Incluido Bildu? Pues sí, claro

Cualquier valoración de estos Presupuestos, los más importantes de todo el periodo democrático, debe empezar por recordar que tenemos que hacer frente a  una contracción de nuestra economía que el FMI estima será del 8,7 % en este año, una de las mayores de la UE. Y que la segunda ola de la pandemia introduce más incertidumbre en  la recuperación. La recomendación de las autoridades internacionales es simple.  Como dice la Directora del FMI: “Gasten, gasten todo lo que puedan”. El Gobierno ha hecho caso y presenta unos presupuestos fuertemente expansivos, con un gasto que supera los 550.000 m€. Es un Presupuesto fuertemente expansivo. No hay comparación posible con los Presupuestos prorrogados ni con ninguno otro anterior. En ese sentido, son excepcionales, como excepcional es la situación en que vivimos.

Una parte sustancial de ese gasto se basa en la aplicación de casi 27.000 m€ provenientes de la UE. Importa destacar esto, porque la UE nos echa una mano (y qué mano) para hacer frente a las consecuencias de la pandemia. Aquí radica uno de los aspectos más novedosos de este Presupuesto: hacer aterrizar los 27.000 m€ y canalizarlos a lo largo de 2021. La mitad de ellos irán a las CC AA con un pequeño pellizco a los Ayuntamientos. Tengo mis serias dudas de que las CCAA tengan capacidad de gestionarlos en tiempo y forma. Veremos.

Desde el punto de vista territorial, en 2021 los recursos transferidos a las CC AA batirán el record. Se puede traducir diciendo que el Estado acude al rescate de las CC AA, lo cual parece justo y razonable porque no olvidemos que las CC AA gestionan tres de los cuatro pilares del Estado del Bienestar. En realidad en esta ocasión el Presupuesto del Estado debería articularse estrechamente con los de las CC AA si queremos ser eficaces. Pero eso es mucho pedir, ya que hubiera exigido un acuerdo presupuestario del Gobierno y el PP.

Desde un punto de vista sectorial, las dos terceras partes de los recursos procedentes de la UE irán a parar a las empresas. Ayudar a las empresas en una situación de debilidad ha sido la norma en 2020 y lo será también en 2021, lo cual no parece que sea un indicador de la “radicalidad” del Presupuesto. El Presupuesto se ha diseñado para ayudar específicamente a los sectores más afectados por la crisis: turismo, hostelería, automoción, etc. Y con el propósito declarado de facilitar la modernización de nuestro aparato productivo en dos sentidos bien claros: la digitalización y la economía verde.

El otro tercio irá a fortalecer el Estado del Bienestar, en particular Sanidad, Educación y Servicios Sociales. El Estado, dentro de sus competencias, aumenta el gasto en becas, compra de vacunas, dependencia,  protección al desempleo, etc. Pero el grueso del esfuerzo en gasto social toca hacerlo a las CC AA que para eso reciben un buen paquete de recursos. Las pensiones y el sueldo de los funcionarios mantienen el poder adquisitivo.

En el lado de los ingresos, tan solo hay pequeños ajustes fiscales que afectarán a menos del 1 % de los contribuyentes.  Además se introducen nuevos impuestos verdes. Tanto unos como otros tienen una incidencia muy escasa en los ingresos del Estado y apenas podrán compensar la bajada de ingresos que trae la crisis en 2020. Quiere esto decir que la gran reforma pendiente, la reforma fiscal, queda aplazada para mejor ocasión, es decir, para cuando nos recuperemos de la pandemia. Es una decisión prudente, en mi opinión.

Hay que destacar que la inversión pública y el gasto en I+D+i crecen también notablemente después de años de estancamiento o retroceso. Posiblemente el esfuerzo podía haber sido mayor pero también hay que tener en cuenta la capacidad de ejecutar el gasto.

La consecuencia de unos gastos muy elevados y de unos ingresos no tanto es que habrá déficit, un 9,8 % en 2021 y se incrementará la deuda. Pero eso es lo que toca hacer cuando queremos remontar la crisis.

Como se ve estos Presupuestos son la antítesis de los que se presentaron en 2012, con ocasión de la crisis anterior. Entonces se abordó la crisis con una política de austeridad, es decir, contracción del gasto y aumento de impuestos lo cual disparó una segunda recesión. Esta vez, la crisis del coronavirus se enfrenta haciendo exactamente lo contrario, es decir, aumentando el gasto y manteniendo los impuestos. Importa destacar que este cambio en el abordaje de la crisis se da en toda Europa, con gobiernos de uno u otro signo.  Solo que aquí la derecha no se da por enterada.

Los Presupuestos presentados han sido el fruto de una larga negociación entre los dos socios de Gobierno. Es lo que cabe esperar cuando hay una coalición de gobierno. Además, ambos socios han buscado apoyos sin los cuales no se podía iniciar la tramitación. Es sabido que el PSOE busca el apoyo de Ciudadanos y Podemos el de Bildu. Pero el partido más impredecible es ERC. ERC tumbó el presupuesto anterior y disparó la convocatoria de elecciones. Lo hizo por razones partidistas, pensando que dando un palo  al Gobierno de España tendría más votos en Cataluña. Ahora estamos en vísperas de elecciones en Cataluña y no sabemos cómo las enfocará ERC.

Así es que el Gobierno debe afanarse por negociar con todo el que pueda para asegurar la aprobación de los Presupuestos. ¿Incluido Bildu? Pues sí, claro.

Para analizar esta cuestión conviene dejar claras un par de cuestiones: una que desde ya hace varios años, ETA ha desaparecido y no tiene trazas de volver. El terrorismo que amenaza es el islamista, aquí y en toda Europa. La consecuencia es que la política antiterrorista contra ETA no tiene sentido porque ETA ya no existe. Y esto tiene consecuencias concretas. Por ejemplo, la dispersión de presos etarras era parte de la política antiterrorista. Ahora no tiene sentido.

La desaparición del terrorismo de ETA implica que a Bildu no se le puede considerarse hoy una organización terrorista. Lo fue, pero ya no lo es. En Irlanda del Norte, la disolución del IRA no llevó aparejada la del Sinn Fein.  Más bien todo lo contrario: el Gobierno de Irlanda del Norte está formado por unionistas y por ex miembros del IRA. Aquí no hemos llegado tan lejos porque la disolución de ETA no ha sido el fruto de una negociación con el Estado.

De ahí que no comparta para nada las críticas que algunos barandas del PSOE hacen a que Bildu apoye el Presupuesto.

Parece que, aquí, algunos exigen que Bildu condene los crímenes de ETA.  Quizás fuera bueno que recordaran que hace 43 años AP se presentó a las elecciones sin condenar los crímenes del franquismo, alguno de ellos bien reciente. Fraga, en concreto, fue Ministro del Gobierno que dio el visto bueno al asesinato de Julián Grimau y nadie le exigió que condenara este crimen (esto es que se condenara a sí mismo) para ser aceptado en el juego democrático. Peor aún, hemos oído a Ortega Smith no ya no condenar, sino justificar el asesinato de las Trece Rosas.

De ahí se deduce que hablar o no con Bildu no es un asunto de conciencia, sino de oportunidad política. En todo caso, me parece que el hostelero que espera una ayuda para no cerrar el negocio, el trabajador que está en un ERTE etc. le trae sin cuidado con quien se sacan adelante una Presupuestos que pueden suponer la diferencia entre cerrar definitivamente, irse al paro o tener una ayuda que le salve de los efectos letales de la pandemia. De eso va la cosa de gobernar. De ahí que no comparta para nada las críticas que algunos barandas del PSOE hacen a que Bildu apoye el Presupuesto.

Inevitablemente en el marco de una coalición de Gobierno, el socio minoritario está tentado a marcar perfil para no diluirse en el mayoritario.  A más a más, Podemos tiene un rosario de desafecciones o de escisiones, la última de las cuales ha ocurrido en Andalucía. Ahora bien; Podemos debería ser un poquito más inteligente a la hora de buscar temas para marcar perfil. Oponerse a que Ciudadanos esté en un acuerdo presupuestario es un error de bulto, una posición casi infantil. Y levantar una campaña contra el Rey, ahora, en medio de la crisis es un disparate de mayor cuantía que regala banderas a las derechas. Un poco más de inteligencia política es exigible en un partido que forma parte del Gobierno de la Nación.

Salud y turrón.

Los Presupuestos para 2021 y el turrón