jueves. 18.04.2024

El franquismo y la inferioridad moral de la derecha

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El PP tiene una difícil relación con la historia española reciente. Asuntos como la llamada Memoria Histórica o la exhumación del cadáver del dictador han puesto de manifiesto su incomodidad cuando se trata de pronunciarse respecto del franquismo. A diferencia de las derechas alemanas o italianas respecto Hitler o Mussolini, la derecha española elude pronunciarse sobre el franquismo, proponiendo dejar a los historiadores la tarea de hacer el balance del franquismo o bien saliendo con la chorrada de que Franco hizo cosas buenas y cosas malas. Entiéndase bien. No estoy diciendo que el PP actual sea franquista; eso sería un error de análisis muy grave. Pero hay una línea de continuidad desde los últimos gobiernos de Franco hasta la antigua AP y el PP que dificulta una condena taxativa de la dictadura. Hay, además, un pecado original en su pasado remoto.

A lo largo de estas décadas de régimen democrático, una y otra vez hemos asistido al intento de crear una nueva derecha, una derecha sin conexión con el franquismo. Una y otra vez ese intento ha fracasado. El último intento, por ahora, se llama Ciudadanos, y no lleva camino de tener éxito. Vox, aparentemente una derecha novísima, es, en realidad, una escisión del PP con el que comparte raíces. A diferencia del PP, que prefiere correr un tupido velo sobre el franquismo, Vox, claramente, lo reivindica. Vox recoge y continúa la esencia misma del franquismo, que pudiéramos identificar como nacionalismo reaccionario. Nótese que no hablo de fascismo. Y es que, en rigor, el franquista no fue exactamente un régimen fascista en el sentido de lo que hubo en la Alemania nazi o la Italia fascista. O al menos no lo fue más que al inicio. Más bien fue una dictadura nacionalista y reaccionaria, apoyada en el ejército, la Iglesia y la burocracia político-administrativa, conocida como el Movimiento Nacional, en la que se integraron casi todas las derechas existentes en la época de la República, excepción hecha del nacionalismo vasco. Digo casi todas porque hubo algunas sonadas y minúsculas disidencias pero que apenas jugaron papel alguno. En todo caso, un hecho muy relevante es que (casi todas) las derechas españolas gobernaron este país durante cuatro décadas, integradas en el franquismo y bajo la suprema autoridad del dictador, autoridad nunca discutida.

Vox recoge y continúa la esencia misma del franquismo, que pudiéramos identificar como nacionalismo reaccionario

Para condenar el franquismo hay que ir algo más allá de indicar que aquello fue una dictadura que suprimió las libertades. El balance del franquismo es todavía materia de controversia política. La historia terminará zanjando esta controversia. Pero no hay que esperar al veredicto de los historiadores para tener una opinión fundada en los hechos más relevantes de aquel período.

Es un hecho muy relevante que el alzamiento militar que encabezó Franco fue el desencadenante de la Guerra Civil. Según diversos estudios, la Guerra causó más de medio millón de muertos, a los que deben sumarse los de la posguerra y los “desaparecidos”. Si añadimos los exiliados puede que el “agujero demográfico” que se produjo en la España de los años 40 supere el millón y medio. Habría que remontarse a la peste negra que asoló Aragón y otras partes de la Península en el siglo XIV para encontrar una pérdida de población tan desastrosa. Pero así como aquella  catástrofe tuvo causas naturales, la que se inició en 1936 no tuvo causas naturales, sino humanas ya que trae causa en el golpe del 18 de Julio. Por eso, en el balance del franquismo lo primero que hay que anotar es haber causado la peor catástrofe humanitaria que ha sufrido España en los tiempos modernos.

Si miramos fuera de nuestras fronteras, durante el período de la Segunda Guerra Mundial, otros países sufrieron una hecatombe similar o incluso peor. La II Guerra Mundial redujo la población de Alemania o la de la URSS en muchos millones. La Guerra Mundial no fue una catástrofe natural. Tuvo un desencadenante claro: Hitler y el nazismo desencadenaron la Guerra. De ahí que sea justo señalar que el nazismo fue la peor peste que ha asolado Europa en toda su historia. Otro tanto podemos decir de España respecto del franquismo. El golpe militar del 36 ocasionó una catástrofe humanitaria enorme y ese dato tiene que ser parte esencial del balance del franquismo.

En el marco de esa catástrofe, importa destacar que, desde el principio de la Guerra, el franquismo se propuso aniquilar la izquierda como premisa necesaria para crear el “Estado Nuevo”. En el campo republicano, las derechas también sufrieron una violenta represión. Pero hay una notable diferencia entre uno y otro bando: en su territorio y cuando el Gobierno de la República recuperó el control, procuró acabar con los asesinatos. En el bando franquista fueron las autoridades las que impulsaron las ejecuciones con el fin antes señalado.

Algunos amigos extranjeros me preguntan por qué el franquismo duró tanto tiempo. Mi respuesta es que aniquilar la oposición, toda la oposición, ayuda mucho a mantener el poder indefinidamente. Sin oposición efectiva que la contrarrestara, el despegue económico de los 60 fue acompañado de una intensa propaganda que, con toda seguridad, caló en buena parte de la  población, creando lo que algunos han llamado franquismo sociológico. Si a esto se añade el reconocimiento (apoyo decidido en muchos casos) internacional del Régimen tendremos mucho camino avanzado para entender la larga duración del franquismo.

Cuando hablo del exterminio de la oposición, hablo de la oposición proveniente de la República. En los años 60 resurgió el movimiento obrero y con él renació la izquierda, que, en buena medida fue una izquierda nueva, a pesar de acogerse, en buena parte, bajo las siglas tradicionales. Significativamente, la izquierda, esa izquierda, ya no se marcó como meta la restitución de la República, sino crear una democracia similar a la existente entre nuestros vecinos. Curiosamente, la reivindicación republicana resurgió durante la campaña electoral del 77 por parte de grupos de extrema izquierda como un elemento de confrontación y diferenciación con el PCE. Por cierto que uno de los espectáculos más tristes que me ha tocado vivir fue ver como grupitos de niñatos ondeando banderas republicanas intentaban reventar mítines del PCE. Algunos oradores de aquellos mítines habían luchado heroicamente con las armas en la mano defendiendo, precisamente, la República.

El hecho incuestionable que me importa destacar aquí es que las derechas que gobernaron con Franco enmarcadas en el Movimiento Nacional, lo hicieron no solo en el marco de una dictadura que suprimió las libertades sino que se afanó en el exterminio (con todos los avíos: fusilamientos, campos de concentración, cárcel, exilio) de sus rivales. No es para estar muy orgulloso de ello. Se podrá decir que si hubiese ganado el bando republicano, se hubiese producido lo contrario, es decir, el exterminio de las derechas. Puede que sí y puede que no, pero el hecho es que eso no pasó y sí pasó lo que un gran historiador ha llamado el holocausto español.

El holocausto español no forma parte de la memoria colectiva ni, creo, se enseña en las escuelas. Desenterrar  a los enterrados en fosas comunes y cunetas tiene una vertiente humana de respeto a las víctimas y a sus familiares. Pero la incomodidad de las derechas españolas respecto a esta cuestión consiste en que vuelve a recordar a las derechas actuales que sus fundadores gobernaron este país merced al extermino de sus rivales políticos. En eso consiste su pecado original.

En el balance del franquismo, hay que señalar también que la economía española sufrió un revés terrible. La renta per cápita anterior a la Guerra Civil solo se alcanzó dos décadas después. Dos décadas perdidas representan la peor crisis económica de la Historia, provocada por la devastación de la Guerra. Fuera de nuestras fronteras, en otros países sufrieron una devastación semejante pero su recuperación fue mucho más rápida y potente. En el franquismo se desarrolló el actual capitalismo español, caracterizado por su afición a chupar de la teta del Estado (obteniendo concesiones por razones clientelares y socializando pérdidas), por su debilidad, por su baja productividad y por su atraso tecnológico.

El resultado ha sido el atraso económico comparativo respecto de nuestros vecinos europeos que teníamos en el inicio de la democracia. Franco nos legó una España atrasada. Un atraso que aún no hemos superado del todo. La España atrasada ha sido y es el peor legado del franquismo. Tampoco es para estar muy orgulloso de ello.

Como se ve, no condenamos la dictadura franquista solo por ser dictadura. Además, por haber provocado la mayor catástrofe humanitaria de la historia, por dos décadas pérdidas desde el punto de vista económico y por habernos creado el atraso. Todo ello con gobiernos presididos por el dictador donde se integraron sin complejos las derechas españolas de aquella época. No es para estar orgullosos, precisamente.

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