viernes. 29.03.2024

Encuestas

Las encuestas se han convertido en el principal producto de la precampaña electoral. Deleitan o amargan a los dirigentes...

Las encuestas se han convertido en el principal producto de la precampaña electoral. Deleitan o amargan unas pocas horas de la vida de los dirigentes de cada partido, que se ven obligados a opinar sobre ellas y crean zozobra entre los militantes.

A estas alturas, ya sabemos que las encuestas son un instrumento más para intentar influir en el voto, además de en la voluntad de los dirigentes. Pero eso no es óbice para dejar de analizarlas y tratar de sacar alguna conclusión. Dos son las que, en mi opinión, destacan:

  • Primero, que dadas las variaciones que se aprecian de un sondeo a otro no hay nada decidido. Estamos ante unas elecciones muy abiertas.
  • Segundo, que todas las tendencias apuntan a un cambio del panorama político con tres partidos principales en lugar de dos, como hasta ahora.

Se deduce de aquí que la campaña electoral va tener mucha importancia. Hay mucho a ganar o perder a lo largo de estos meses. Dado el calendario electoral, estamos ante una campaña larguísima, de un año más o menos. Lo esencial aquí es tener claridad en el mensaje a transmitir, pero además, en los medios a través de los cuales se transmite el mensaje.

Y es aquí, en los medios, es donde está el talón de Aquiles del PSOE. Observando las TV, que es donde se informa el grueso de la población, observamos que unas atacan al PSOE para defender al PP y otras atacan  al PSOE para defender a Podemos.

Este nuevo bipartidismo (¿PPodemos?) ya se ha instalado en los medios y responde muy bien a los intereses de ambos  partidos. El PP porque agitando el fantasma de una izquierda radical y tercermundista puede movilizar a su electorado y porque calcula que Podemos nunca podrá reunir la mayoría que en muchas ocasiones ha logrado reunir el PSOE. Y Podemos porque su verdadero objetivo es el famoso “sorpaso”, es decir, adelantar al PSOE.

El PSOE debe diseñar su campaña teniendo en cuenta este dato para no ser empujado fuera del terreno de juego y sabiendo que, aun así, puede ganar. La razón es que la potencialidad electoral del PSOE es la mayor de todos los partidos con mucho. Como se aprecia en las encuestas, el PP es percibido demasiado escorado a la derecha y Podemos es percibido como la extrema izquierda, a pesar de sus esfuerzos por distanciarse de la izquierda, extrema o no.

En cuanto a los mensajes, el PP no está logrando que cale la idea de la recuperación, sencillamente porque el ciudadano de a pie no la nota en su vida, lo cual lleva el debate de la recuperación al terreno de la macroeconomía, que, como se sabe, es apasionante. Es probable que el PP confíe en la reiteración y en la potencia de su aparato mediático para persuadir con este mensaje porque no tiene otro.

El discurso de Podemos es también sencillo: echar a los que están. Lo cual al parecer sintoniza con una parte importante del electorado. A su vez, explica por qué es inmune a las críticas sobre sus propuestas o programas. A los que votan a Podemos para que se vayan los que están o, por lo menos, para que “espabilen”, les trae sin cuidado que el programa sea una carta a los Reyes Magos o que el partido se financie con dinero venezolano. Sin embargo, tiene un punto débil: el partido. Por arriba, Podemos es el grupo de la Facultad de Políticas, jóvenes y cultos profesores, nuevos en esta plaza. Pero por debajo lo que configura Podemos no es gente nueva, que llega por vez primera a la política y aporta un aire nuevo, sino lo más rancio y caduco de la extrema izquierda. La contradicción entre unos y otros es solo cosa de tiempo, a pesar de los esfuerzos del grupo dirigente por controlarlo todo, vía Internet, claro.

Y aquí volvemos al PSOE. La tarea más urgente es concentrar el mensaje. De algún modo hay que transmitir al electorado que el remedio Podemos puede terminar siendo peor que la enfermedad PP. Pero que hay que curar la enfermedad.

Y para eso, el PSOE debe ofrecer un discurso reconocible, que enfile los problemas de fondo, es decir, la crisis social, no los problemas con los que  nos entretienen los medios de comunicación. Y debe, necesariamente, ofrecer solvencia y responsabilidad en sus equipos. Volveremos a esto.

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