jueves. 18.04.2024

Después del referéndum

Los líderes europeos habían visto en el referéndum griego la oportunidad de liquidar al gobierno de Syriza.

Los líderes europeos habían visto en el referéndum griego la oportunidad de liquidar al gobierno de Syriza. Por eso hicieron todo lo posible para que ganara el sí, pensando que, en ese caso, Tsipras no habría tenido más remedio que dimitir. No hubiese sido la primera vez que los líderes europeos hubiesen derribado un gobierno democráticamente elegido y colocado en su lugar un gobierno de tecnócratas. La resonante victoria del no deja en evidencia a quienes gestionan los destinos de la UE. A estas alturas, es fácil ver que las negociaciones del nuevo rescate a Grecia han estado encaminadas a un propósito político: destruir el gobierno de Syriza. Han fracasado. Syriza ganó las elecciones con el apoyo de cerca de un tercio del electorado griego y, ahora, el no ha sido apoyado por casi dos tercios del electorado. A mayor abundamiento, Tsipras ha logrado un acuerdo de casi todo el arco parlamentario griego en torno a sus posiciones lo que implica que sale del referéndum más fuerte que nunca.

Dice el profesor De Grauwe que Syriza es el resultado directo de la austeridad. Añadiré que la política de austeridad, además, se ha cargado al PASOC y ha dejado muy tocada a Nueva Democracia, cuyo líder acaba de dimitir. ¿Creían que Syriza iba a sacrificarse también asumiendo un tercer rescate, en términos parecidos a los dos anteriores? La conducción de la negociación por parte de los dirigentes europeos ha sido un verdadero desastre, agravando una crisis que debería haber sido resuelta con bastante facilidad.

Por eso, la cuestión que surge al día siguiente del referéndum griego es esta: ¿qué capacidad tienen los que dirigen los destinos de Europa? ¿En qué manos estamos? Si no son capaces de resolver con rapidez y eficacia una crisis de menor cuantía como es la crisis griega ¿qué podemos esperar de ellos cuando surjan crisis de mayor envergadura? Y yendo un poquito más lejos, ¿tienen los estados miembros la capacidad de elegir a sus propios gobiernos o tienen que pedir el placet a los líderes europeos? Tanto la disparatada actuación de los líderes europeos como el no en el referéndum griego (la campaña del no se ha basado en una apelación al nacionalismo más rampante y victimista) debilitan la Unión Europea en vísperas de nuevas tensiones como el anunciado referéndum británico o el aumento de la derecha eurófoba en varios países.

Ahora, despejada la cuestión del gobierno griego, toca negociar un acuerdo que ponga a Grecia en la senda del crecimiento y la recuperación, algo que no debería ser demasiado complicado si, como parece, las políticas de austeridad están siendo abandonadas por la UE. Pero me temo que no sea ese el camino que elijan los líderes europeos (al menos una parte de ellos)  sino el de empujar a Grecia fuera del euro. Eso es, al menos lo que se desprende de las primeras reacciones de algunos líderes, en especial  los socialdemócratas alemanes, cuya actuación en esta crisis es particularmente lamentable.

Desde hace meses, Merkel ha venido sosteniendo que el “Grexit” ha sido contemplado y que ya se han tomado las medidas oportunas para minimizar el impacto de la salida de Grecia. Pero la primera consecuencia que inevitablemente se produciría es la duda sobre el futuro del euro. Si Grecia sale, ¿no habrá otros países en el disparadero de salida? En mi opinión, empujar a Grecia fuera del euro  es un error de gran calado y tiene consecuencias impredecibles, por mucho que se empeñen en decir que todo está bajo control. Muchos citan como precedente la decisión de dejar caer Lehman Brothers.  Entonces se dijo que no iba a pasar nada y que todo estaba bajo control, pero no fue así y la caída de Lehman Brothers detonó la enorme crisis en la que seguimos estando inmersos.

En cuanto al contenido de la negociación, debería alcanzarse un acuerdo que fuera duradero. De producirse, éste será el tercer rescate, lo cual indica que los dos anteriores han fracasado. No puede ser que cada tres o cuatro años, Grecia se vea abocada a un nuevo rescate, cada vez con más deuda y con una economía más erosionada. Se trata de acordar un último y definitivo rescate que saque a Grecia de ese círculo vicioso de más austeridad –  más depresión – más deuda – más austeridad y vuelta a empezar. Los griegos, con toda la razón del mundo, han votado para que no haya más de lo mismo. Los líderes europeos debería preparar un rescate en términos bien distintos de  lo anteriores y no por respetar la soberanía del pueblo griego sino, sencillamente, porque las políticas que no funcionan no se deben reiterar. Eso es lo que interesa a España y lo que deberían estar defendiendo nuestros líderes.

Después del referéndum