sábado. 20.04.2024

De listas y fichajes

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El poder de los líderes del partido a la hora de decidir las listas es casi absoluto

Ha concluido la confección de las listas electorales, un asunto que en los partidos siempre ha traído controversia porque muchos son los llamados y pocos los elegidos. Las listas producen más descontentos que felices. Es algo que siempre ha pasado y, por tanto, no es noticia. Hay otros aspectos relevantes que merecen algún comentario, porque da una idea del estado y la evolución de los partidos que concurren a las elecciones del 28A.

Los medios siempre se fijan en la renovación dando por sentado que mucha renovación es algo bueno y poca renovación, malo. Más allá de saber cuántos repiten importa observar el significado político de los que entran y de los que salen de las listas. Y lo primero que destaca es que las listas se confeccionan con el criterio de premiar al los que han apoyado al candidato y prescindir de los que habían apoyado a otro. Tal ha ocurrido en el PSOE, donde Sánchez ha eliminado (o casi) a los que apoyaron a Susana en la anterior confrontación y también en el PP, donde Casado ha hecho lo mismo con los que apoyaron a Soraya. En el caso del PDCAT, Puigdemont ha logrado colocar a los suyos bajo la amenaza de romper con el PDCAT y presentar candidatura propia, una amenaza que los líderes formales del partido no han podido resistir.

El poder de los líderes del partido a la hora de decidir las listas es casi absoluto. Si el líder del partido y candidato a presidir el Gobierno ha sido elegido por el voto directo de los afiliados, una vez elegido, tiene una legitimidad superior a cualquier otra y, consecuentemente, tiene el poder de hacer lo que quiera, sin el engorro de negociar con los barones, es decir, con los cuadros del partido, que es lo que pasaba antes. Lo que llama la atención es que, como muchos advertimos hace ya tiempo, el llamamiento a empoderar a las bases se traduce, en la práctica, en empoderar al líder. Como se ha visto con claridad, las bases no pintan nada a la hora de escoger candidatos a estas elecciones. La democracia directa (como la democracia referendaria) disminuye el poder de las bases, al contrario de lo que se dice.

Otro detalle de esta campaña ha sido la obsesión de algunos por presentar fichajes, personalidades con cierto relieve social que, por cierto, resultan ser inadecuados del todo para el oficio que van a ejercer caso de ser elegidos: legislar. Me parece que estos fichajes aportan poco como ya hemos visto en elecciones anteriores. Sin embargo, alguno de estos fichajes sí que transmite un mensaje político poderoso. Me refiero a algunos militares retirados que ha fichado Vox, precisamente militares que, expresamente, han reivindicado la dictadura franquista, incluyendo el golpe del 36. Elegir precisamente a estas personas para formar parte de las listas de Vox lanza un mensaje: Vox implícitamente reivindica el franquismo. Si a añadimos que a Vox se han unido grupúsculos expresamente fascistas que han pululado con más pena que gloria, creo que Vox va marcando su perfil, un perfil muy alejado de la democracia y muy cercano a la dictadura.

En una reciente entrevista, Steve Bannon, el teórico de la “alt-right” y que ahora se dedica a asesorar a los partidos de extrema derecha en Europa, sitúa a Vox en el eje nacional-populista de los Le Pen, Salvini, etc. Y señala que Vox ya ha obtenido un gran éxito: colocar su producto en el PP y en Ciudadanos que ya hablan como Vox. Algo de razón tiene. El afán del PP de copiar a Vox ha llegado al extremo ridículo de colocar a un torero en su lista.

En el caso de Podemos, lo que refleja el proceso de confección de listas es la descomposición del proyecto que salió de Vista Alegre. A la postre, el proyecto que armó Iglesias incluía a una pléyade de pequeños grupos de extrema izquierda y nacionalistas. Ahora, alguno de estos grupos se han separado de Podemos y el propio núcleo fundador de Podemos se ha dividido. Podemos no solo no atrae a nadie sino que candidatos de Podemos abandonan a esta formación para protagonizar otras aventuras, contribuyendo a lo que puede ser una derrota electoral en toda regla y el prólogo de una crisis de incierto resultado. No son buenas noticias para la izquierda.

Con las tres derechas pugnando entre ellas por ver quién se hace con la primera plaza de este campo y con Podemos en crisis no es de extrañar que al PSOE le den las encuestas subiendo. Más vale así.

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