sábado. 20.04.2024

La Constitución: amigos y enemigos

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Uno se queda perplejo oyendo a Aznar y a Rivera asegurar que el PSOE ha dejado de ser constitucionalista. ¡No te jode! Es como si dijeran que el Papa ya no es cristiano o que el Cholo Simeone no es del Atleti

La Constitución cumple 40 años. Han sido cuatro décadas de libertad y de progreso sin parangón en ningún otro período de la historia de nuestro país. Sería exagerado atribuir a la Constitución todo el mérito de estos años. Pero es bastante obvio que la Constitución del 78 creó un marco democrático que facilitó el desarrollo social, económico y político. De acuerdo con las más solventes instituciones internacionales, España cumple los estándares por los que se mide la calidad de una democracia moderna.

Durante esos 40 años, muchos hemos sido defensores de nuestra Constitución. Pero en la última década le han surgido algunos enemigos. En el mismo momento de su nacimiento ya se contaron algunos. Por un lado, los grupos de extrema derecha (Fuerza Nueva, Falange, etc.) promovieron el no a la Constitución porque, siendo ellos partidarios de la continuidad del Régimen franquista, la Constitución desmantelaba el aparato jurídico-político del franquismo. Estos enemigos de la Constitución tuvieron poco éxito en las urnas y se centraron en agitar los cuarteles esperando que un golpe de estado restableciera el Régimen de Franco, una amenaza bien real como se observó el 23F.

En aquellos años, ETA decidió proseguir la “lucha armada”, es decir, el terrorismo. Su estrategia consistía en poner muertos encima de la mesa, lo que llevaría a España y a Francia a negociar la independencia de Euskal Herría. Para justificar la política del tiro en nuca y del coche bomba, afirmaban contra toda evidencia, que en España continuaba la dictadura franquista tras la fachada de la Constitución. Así es que HB coincidió con la extrema derecha franquista en el voto no a la Constitución y prosiguió después durante largos años su actividad terrorista. Aún hoy, la izquierda “abertzale” se opone a la Constitución.

A aquellos enemigos primarios de la Constitución, modernamente se les han añadido otros. Llama la atención que el Parlamento de Cataluña haya aprobado una moción en la que declara que la Constitución es “antidemocrática y antisocial”. La moción es de la CUP y ha tenido los votos de los partidos independentistas y de los Comunes (Podemos). Lo cual significa que la lista de enemigos de la Constitución ha crecido. El rechazo a la Constitución por parte de los independentistas se basa en las mismas razones que dieron hace 40 años los terroristas de ETA: la Constitución no es democrática porque no reconoce el derecho de autodeterminación, sin echar de ver que éste derecho tampoco está reconocido en las constituciones de Alemania, Francia, Estados Unidos, etc., ni en general, en ningunos de los países que entendemos son  democracias avanzadas. Es decir, la norma de las constituciones democráticas es que no recojan el derecho de autodeterminación, sencillamente porque este es un derecho que se aplica, según la doctrina de ONU a las colonias y no es el caso. Este anticonstitucionalismo de los nacionalistas catalanes contrasta agudamente con el papel activo que el nacionalismo catalán jugó en la redacción de la Constitución  y en el referéndum, lo que explica que  Cataluña votara sí por encima de la media. Es claro que el independentismo actual está en contra de la Constitución del 78 porque no permite la secesión de Cataluña de España, es decir, la separación unilateral, decidida solo por los catalanes. Las demás críticas son farfolla para envolver lo que es esencial. Por eso mismo, no hay reforma constitucional que les satisfaga, por lo que hay que contar con la hostilidad tanto a la Constitución como a España, en general.

Pero el enemigo reciente de la Constitución más sorprendente es Podemos que quiere abrir un proceso constituyente para redactar una nueva constitución desde cero. No parece que tal proceso esté en el horizonte visible, por lo que solo queda como posición práctica y concreta de Podemos el rechazo a la vigente Constitución, lo que explica su votación en el Parlamento de Cataluña. La posición de Podemos contra la Constitución creo que responde al adanismo de su discurso fundacional: todo era confusión y oscuridad hasta que llegó Podemos para cambiarlo todo. Ese discurso, por cierto, levantó unas expectativas tan altas, tan altas que a los pocos años de su fundación, y con resultados electorales razonables para un partido nuevo se está produciendo una seria decepción en sus filas. Por decirlo de un modo más literario, Podemos se está marchitando antes de madurar. Y lo cierto es que en contacto con la política en las instituciones, Podemos está madurando haciendo un curso acelerado de realismo político. Esperemos que ese camino les lleve a descubrir las bondades de la Constitución, como parece que está haciendo con las bondades de la socialdemocracia.

Ciertamente, enemigos no le han faltado nunca a la Constitución del 78. Pero son más los amigos. La ponencia constitucional estuvo formada por políticos de UCD, PSOE, PCE-PSUC, CDC y AP. Llama la atención de que de todos aquellos partidos solo continua existiendo con la misma sigla el PSOE. El PSOE, que fue actor muy destacado en la redacción de la Constitución (junto con la extinta UCD), es el principal valedor de la Constitución de una forma continua a lo largo de estos 40 años de democracia, lo que, a mi juicio, le otorga el papel principal en la democracia española. Por eso uno se queda perplejo oyendo a Aznar y a Rivera asegurar que el PSOE ha dejado de ser constitucionalista. ¡No te jode! Es como si dijeran que el Papa ya no es cristiano o que el Cholo Simeone no es del Atleti.

En principio, las derechas españolas son muy amigas de la Constitución, pero con amigos así ¿Quién necesita enemigos? La Constitución afirma en el mismo artículo (el segundo) la unidad de España  y el derecho a la autonomía de regiones y nacionalidades. El nuevo partido de la derecha, Vox quiere suprimir ese derecho sin importarle un pito que esté escrito en el artículo 2. En realidad lo que une a Vox, al PP y a Ciudadanos es un reverdecer del nacionalismo español y un odio atávico a la izquierda, solo que ese muñeco hay que vestirlo con un ropaje algo más vistoso y se ha elegido el ropaje del constitucionalismo. Pero, como se echa de ver con el ejemplo de Vox, no es la Constitución lo que defienden, precisamente. Lo que se perfila es un choque del nacionalismo español con los nacionalismos periféricos y no por patriotismo sino por interés partidista. Un choque que en la Constitución de 1978 quedó superado pero que ahora se abre de nuevo.

En el 40 aniversario, el peligro para la Constitución viene, como en toda Europa, del nacionalismo. La Constitución del 78 fue un sistema de equilibrios: equilibrio entre la izquierda y la derecha; equilibrio entre nacionalismo periférico y nacionalismo español. Es evidente que han sido los nacionalistas catalanes los que, irresponsablemente, han roto el equilibrio y ahora viene la reacción del nacionalismo español. En ese choque la izquierda está condenada a perder y con ella la democracia misma. Defender la Constitución como está es lo mejor que podemos hacer y lo que toca hacer a la izquierda.

En este 40 aniversario, mi deseo es que la Constitución cumpla otras cuatro décadas más.

La Constitución: amigos y enemigos