viernes. 19.04.2024

Arranca el gobierno de progreso

En sus primeros días, el nuevo gobierno transmite la impresión de una extraordinaria actividad. Medidas como la revalorización de las pensiones, la subida del salario mínimo y la del sueldo de los funcionarios no por esperadas son menos importantes.

Por segundo año, se revalorizan las pensiones al IPC, lo cual equivale a la derogación de uno de los dos pilares de la reforma de las pensiones del PP y apunta a que, cuando se aborde la nueva reforma de las pensiones la revalorización según el IPC habrá vuelto para quedarse. Dicho sea de paso,  se puede establecer una diferencia bien clara entre las políticas de la izquierda y de la derecha en este punto: mientras la derecha decidió revalorizarlas al 0,25%, que es, en la práctica, congelar las pensiones, la izquierda  decide revalorizarlas al IPC, es decir, mantener su poder adquisitivo. Es una gran diferencia conceptual que, supongo, no pasará desapercibida para los pensionistas. En esta legislatura se deberá abordar la situación de la SS, que arrastra un notable déficit. Asegurar la sostenibilidad de las pensiones y corregir las deficiencias del sistema público de pensiones justificaría toda una legislatura. Además, si se puede conseguir mediante un consenso, mejor que mejor. El consenso hay que intentarlo, aunque desde ya se puede asegurar que con Vox no se podrá contar, dadas sus originales posiciones en materia de pensiones. Por eso, arrancar la legislatura de la reforma de las pensiones con la revalorización al IPC es un magnífico primer paso. Como pensionista que soy, tengo muy claro lo que me interesa: que mi pensión no pierda poder adquisitivo y seguir cobrándola mes tras mes hasta que la Parca disuelva mi contrato con la DG de Clases Pasivas. Como ciudadano, además, estoy interesado en otros aspectos, como por ejemplo establecer una pensión mínima decente o la forma de equilibrar las cuentas de la SS. A los que pretenden poner en marcha una movilización de pensionistas con capacidad de interlocución con las autoridades, les diría que esos son los dos únicos puntos que nos unen a todos los pensionistas, con independencia de nuestras posiciones políticas. Todo lo demás forma parte del debate político y se resolverá en función de la correlación de fuerzas en el Parlamento y previa consulta con los interlocutores sociales, patronal y sindicatos, no necesariamente con la autoproclamada representación de los pensionistas.

Un éxito notable del Gobierno ha sido que esta subida haya sido pactada con la patronal. Seguramente, la patronal prevé que este gobierno puede durar mucho más de lo que desea la derecha y, por eso, busca una interlocución en asuntos de importancia

La subida del salario mínimo tiene importancia no solo ni principalmente por el número de trabajadores afectados. Importa, además, porque apunta a una subida del conjunto de los salarios, en especial de los más bajos. Uno de los ejes de la política del PP frente a la crisis ha sido la devaluación salarial. Como nuestra pertenencia a la Eurozona impide la devaluación de la moneda, muchos, incluidos personajes de la izquierda,  han aconsejado una “devaluación interna” en lugar de la devaluación de la divisa. Tengo para mí que la caída del  salario tiene que ver con el gran número de parados y con la pérdida de poder sindical. Sea por la razón que fuere, lo cierto es que no se puede dar por hecha la recuperación tras la crisis sin reducir el desempleo a niveles pre-crisis. Tampoco si un sector importante de trabajadores ganan mucho menos que hace doce años.

Un éxito notable del Gobierno ha sido que esta subida haya sido pactada con la patronal. Seguramente, la patronal prevé que este gobierno puede durar mucho más de lo que desea la derecha y, por eso, busca una interlocución en asuntos de importancia. Sea por lo que fuere, la foto de la firma manda un mensaje potente a las mesas de negociación de los próximos convenios. La firma de la patronal prefiguró el acuerdo casi unánime producido en la convalidación de los decretos. Claro que lo que viene a continuación, reforma de las pensiones y reforma laboral, no va a ser tan sencillo. Pero bueno es empezar el camino con buen pie.

Tampoco serán tan sencillas las cosas respecto del conflicto catalán, sobre todo por el caos en que se instalado la política catalana.  Lo cual hace que día sí día no el Gobierno deba hacer movimientos y contra movimientos que respondan a situaciones nuevas, creadas, sobre todo, por actuaciones de la Justicia, cuyos tiempos no son de este mundo. Entender lo que pasa en Cataluña debe partir de la base de que todo está en función de una campaña electoral permanente, de la intensa competencia entre JxCAT y ERC y, del lío interno de los ex – convergentes, que a estas alturas no se sabe ni cómo se presentarán ni quien los encabezará. Importa destacar que, desautorizando a quienes auguraban un desastre por el pacto con ERC, los primeros sondeos dicen que no, que más o menos el PSOE mantiene sus votos. Aquí lo esencial es aguantar el tipo de la gesticulación de los independentistas y centrarse en lo fundamental: intervenir en la política catalana para intentar sacarla del caos.

Gestos vacíos y absurdos vamos a tener unos cuantos. Los nacionalistas que se han juntado para no estar en la apertura de las Cortes creo hacen, más que nada, el ridículo. Mejor dicho, buscan, a costa del Rey, sus cinco minutos de la gloria de los informativos. Los nacionalistas de Irlanda del Norte, que parecen menos folclóricos, se niegan a reconocer a la Reina y, en consecuencia, no ocupan sus asientos en la Cámara de los Comunes, pero no solo en la sesión de apertura del Parlamento, sino nunca. A lo que voy es a que gestos como este y como muchos otros han de ser tratados con paciencia sin perder de vista lo esencial: como intervenir en la política catalana para que a todos, incluidos los ciudadanos catalanes, nos vaya mejor.

Termino con una reflexión más general. Si echamos una ojeada, aunque sea superficial a la situación de los países tras la crisis encontraremos una constante: la polarización. En EE UU, los republicanos han evolucionado hacia la extrema derecha y los demócratas hacia la izquierda (nada radical, por supuesto). Lo mismo en el RU. En España la regla se verifica: hay tenemos a Vox como tercer partido de la Cámara y tenemos a UP en el Gobierno. pero sobre todo tenemos a los muy moderados nacionalistas catalanes transformados en radicales independentistas. No podemos juzgar las cosas con las mismas reglas que antes. Escuchando a algunos de los notables de antaño parece como si no se hubiesen dado cuenta de que las cosas han cambiado mucho, seguramente no para mejor, pero es lo que hay y con eso hay que lidiar.

Importa y mucho que al nuevo Gobierno le vaya bonito. Por ahora, muy bien.

Arranca el gobierno de progreso