viernes. 29.03.2024

2017: Un año decisivo

Respecto de esto último hay que advertir que siempre ocurren acontecimientos inesperados y como tales es imposible imaginar cómo nos afectarán. Pero otros son bastante probables y algo se puede vislumbrar de cómo nos repercutirán a lo largo de 2017. En concreto, vale la pena reflexionar sobre tres importantes acontecimientos: el inicio de la presidencia de Trump, el Brexit y las elecciones en Alemania y Francia.

Un gobierno de ricos. Trump ha nombrado un gobierno formado mayoritariamente por multimillonarios, además de algunos representantes del ala más radical del Partido Conservador. Parafraseando el final del famoso discurso de Lincoln en Gettysburg (“que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo jamás perezca sobre la tierra”) parece que en Estados Unidos han llegado a tener un gobierno de ricos, nombrado por un rico, que trabajará para los ricos. Respecto de lo último, las primeras declaraciones de alguno de los nombrados por Trump son bastante explícitas: hay que suprimir las regulaciones sobre el capital financiero que hacen perder billones de dólares a los financieros; hay que suprimir las regulaciones sobre medio ambiente, favoreciendo los beneficios de las empresas petroleras y carboneras; la reforma fiscal que se anuncia tiene como punto clave la bajada de impuestos a los que más tienen.

¿Cómo hemos llegado aquí? Además del voto conservador tradicional,  Trump captó un voto contra el “establishment” de Washington, es decir, contra los representantes democráticamente elegidos.

El pueblo contra sus representantes es algo que también ha sonado en nuestras calles (“No nos representan”). Ya vemos donde puede desembocar esta demagogia

El otro factor  esencial del Gobierno Trump será el proteccionismo, dirigido, por ahora, contra China y contra México. La cuestión es que el proteccionismo de unos suele ser contestado por el proteccionismo de los demás y al final la cosa acaba mal para todos.

El fenómeno Trump se puede calificar de muchas formas, aunque se suele abundar en la calificación de populismo. No me gusta nada la calificación de populismo porque sirve lo mismo para un roto que para un descosido y una definición que abarca realidades políticas tan dispares termina no definiendo nada. En mi opinión, Trump se describe mejor como un nacionalista reaccionario. Y como tal, Trump apoya el nacionalismo reaccionario de otros países de nuestro entorno, cuyo ascenso es un peligro para la continuidad de la Unión Europea.

En el apoyo a grupos nacionalistas reaccionarios europeos destaca también Putin. Curioso cambio: la Rusia soviética apoyó a los movimientos de liberación nacional y a los partidos progresistas en todo el mundo. La Rusia actual apoya el nacionalismo reaccionario en Europa y en los Estados Unidos. No es pequeño el cambio.

Un año decisivo para Europa. Cuanto apoyo cosechen las fuerzas que en distintos países europeos proclaman la voluntad de salir de la UE va a ser un elemento decisivo en este año 2017. En concreto, las elecciones en Alemania van a medir el peso de AfD. No es probable que gane, pero en todo caso, un buen resultado influirá y mucho en la política alemana, del mismo modo que el UKIP influyó en el Partido Conservador Británico y, al final, se impuso su tesis de salir de la UE. Otro tanto se puede decir de Francia donde la debilidad del PS y la división de la izquierda hacen probable que el FN de Le Pen se mida en segunda vuelta con el partido conservador. En los Países Bajos el partido antiinmigración encabeza los sondeos.

En Italia puede que también haya elecciones y ahí también se mediré el peso del movimiento Cinco Estrellas que junto con la Liga Norte plantean un referéndum para la salida del euro.

Todos los sondeos indican que en ninguno de estos países es probable que ganen las fuerzas partidarias de liquidar la UE

Pero es indudable el ascenso de un nacionalismo reaccionario en todas partes. Nacionalismo reaccionario que ya gobierna en países como Hungría y Polonia, países advertidos por  Europa acerca de violaciones de derechos humanos y de elementales normas democráticas.

El año 2017 será, pues, un año decisivo para el futuro de la Unión Europea. Si, como parece, se sortea el peligro de los nacionalismos emergentes, por delante habrá un arduo camino para consolidar la UE que, al menos deberá resolver dos cuestiones cruciales: encontrar una política económica común, capaz de hacer frente a la crisis y restañar las heridas sociales que ha dejado y definir una política de defensa nueva, a la vista de la orientación que anuncia la Administración Trump. Todo ello va a necesitar un terreno de común entendimiento entre la izquierda y la derecha tradicionales en cada país. Además, el avance en la construcción europea pasa  por un entendimiento serio y profundo entre los dos principales países, Francia y Alemania. Después de las elecciones veremos.

El declive de la socialdemocracia. Un tercer rasgo que veremos en 2017 es la continuación del declinar de la socialdemocracia, que, pese a ello, sigue y seguirá siendo la principal fuerza de la izquierda o, si se prefiere, la principal fuerza progresista. La socialdemocracia sigue siendo una fuerza política con un programa social. De hecho, su programa podría resumirse en conservar lo sustancial del estado del bienestar. Pero es algo insuficiente si tenemos en cuenta los cambios que la dinámica económica está introduciendo en la sociedad. Por supuesto que está la crisis que se inició en 2008 y que, ni de lejos, está superada.

Pero desde antes de la crisis hay fenómenos de gran importancia como son la globalización, el cambio tecnológico que afecta no solo al sector industrial sino también a los servicios y el extraordinario desarrollo del sector financiero.

La globalización empieza a ser contestada con proteccionismo, apoyándose en los sectores perdedores. Es una respuesta equivocada, pero el problema existe

Hay sectores perjudicados por la globalización y eso implica que hay que encontrar la respuesta acertada de cómo gobernar la globalización. Y lo mismo se puede decir de los otros aspectos. En el fondo, la socialdemocracia ha sido siempre una fuerza reformadora del capitalismo. Y ese papel es hoy más esencial que nunca. Ojalá que en 2017 tengamos el inicio de un nuevo curso que permita que la socialdemocracia remonte.

El Brexit. El debate político en el Reino Unido se centra en qué tipo de Brexit se debe producir. La UE ha dejado claro que si quieren acceso al mercado único tiene que haber libre circulación de personas. Para los sectores británicos más radicales, la prioridad debe ser el control de la inmigración aunque se pague el precio de no acceder al mercado único ya que para eso se votó: para controlar las fronteras y con ellas recuperar la soberanía nacional. Otros, en cambio encuentran que lo prioritario es el acceso al mercado único. Con ello, la negociación promete ser tortuosa y larga, porque, para empezar, no hay acuerdo en la parte británica ya no hablemos de la parte europea. Nada se puede descartar, incluso la celebración de un nuevo referéndum sobre las condiciones del Brexit. En realidad, la segunda posición quieren un Brexit que casi no sea Brexit, es decir, irse formalmente, pero quedarse realmente. Y lo grandioso es que esta opción parece ser la mayoritaria en la opinión pública.

 Es muy probable que en 2017 se active el mecanismo de salida del Reino Unido pero no es nada probable que la negociación se concluya en 2017, salvo ruptura pura y dura. Así es que durante todo 2017 seguiremos teniendo al Reino Unido con nosotros.

2017: Un año decisivo