Lo que verdaderamente se defiende, sin saberlo la mayoría de las veces, es el entramado y la calígine de supervivencia de la monarquía restaurada por el caudillaje, sus intereses y sus paladines.
El régimen de la transición había llegado a un agotamiento institucional, político y social uno de cuyos epifenómenos más enjundioso era el deterioro del sistema de representación política.