jueves. 28.03.2024
carta

Unas pocas décadas atrás, el sueño de muchos niños era ser futbolista de mayor. “El mejor trabajo del mundo”, pensarían, entendiéndolo como que podían rentabilizar su juego favorito y convertirlo en su profesión. No son pocos los que siguen teniendo ese sueño en la cabeza entre las nuevas generaciones, máxime si pensamos en el redondo negocio en que se ha convertido el deporte rey. Pero los adolescentes sueñan, de una parte, con ser “youtubers”, y de otra, con ser “gamer profesional”, exactamente por el mismo motivo por el que un niño de la generación de los ochenta soñaba con ser futbolista: ganar dinero haciendo lo que más les divierte.

Los esports están brindando a muchos jóvenes (y no tan jóvenes) la posibilidad de ganarse la vida a través del juego, gracias a las ligas que han ido surgiendo para determinado tipo de títulos. Sin embargo, este auge de las competiciones de juegos no es enteramente nuevo. Para empezar, las competiciones, no tan lucrativas ni mediáticas, parten de los años sesenta y comenzaron en el ambiente universitario, pero hay otro tipo de juego que se ha conseguido profesionalizar unos cuantos de años antes, tanto de manera online como presencial. Estamos hablando del poker, considerado aún por muchos como un juego de azar y comparado por otros tantos con deportes mentales como el ajedrez. Nadie duda hoy en día de que su componente estratégico lo aleja sensiblemente de juegos de casino en los que, si bien el conocimiento exhaustivo de las reglas puede ser decisivo para ganar o perder, finalmente dependemos más de la suerte. En el poker, sin embargo, un jugador experimentado sabe cuándo perder para ganar después, y elaborará u plan de acción para llegar al resultado deseado.

No hace tanto tiempo que el poker se jugaba a escondidas. Se trataba de un juego no regulado y las partidas no domésticas eran incluso perseguidas. Cuando internet se empezó a instalar en los hogares, el poker resurgió como uno de los primeros juegos multijugador a través de internet, y pronto se pudo jugar con dinero real en salas online. Tanto éxito tuvo como alternativa a acudir a un casino presencial y tener que pasar por horarios, protocolos de etiqueta y demás parafernalias que no a todo jugador interesan, que su expansión fue más rápida que su regularización. Sin embargo a partir de 2012 los diferentes organismos actuaron en cada país, casi al unísono, para regularizar tanto el área geográfica de competición como la tributación de los premios. No todo fueron restricciones, sino que a cambio se ganó en seguridad para los jugadores, tanto frente a competidores con malas prácticas como frente a casinos con una falta de solvencia que podía hacer peligrar su capital.

Hoy por hoy, jugar al famoso Poker Texas Holdem online es no sólo seguro al 100%, sino que se coloca como una actividad muy demandada por diferentes motivos. Desde aquellos que quieren evadirse un rato, pasando por quienes desean practicar cálculo mental o autocontrol de una manera lúdica, y llegando, por supuesto, a quienes entrenan a diario para convertirse en profesionales del sector, este juego tiene muchos adeptos en su modo sin dinero real. Esta posibilidad de jugar sin apostar ha sido probablemente una de las claves para su popularización, ya que no todo aquel que desea jugar lo hace con intención de competir y apostar dinero. Aún así, la posibilidad de probar con dinero real aparece también sin riesgo en la mayoría de los casos a través de los bonos de bienvenida sin depósito. Esta diversidad de opciones ha supuesto, de hecho, que la mayoría de los jugadores profesionales que actualmente viajan a competir en las World Series of Poker, la competición más importante a nivel internacional en materia de poker, hayan dado sus primeros pasos en el mundillo jugando torneos en línea, con pequeños depósitos, hasta lanzarse a algo más importante.

Una entrada a un gran torneo presencial suele tener un coste elevado, acorde con las oportunidades que brinda a sus participantes en cuestiones económicas y de prestigio. Sin embargo, hay torneos online cuyo premio es una entrada para un torneo presencial de categoría, normalmente a nivel nacional. En estos torneos es en los que muchos buenos jugadores de poker pasan a formar parte del “team” de una marca concreta y a jugar dentro de un equipo profesional. Este es el sueño de muchos en el momento presente. Por lo pronto, es una profesión en la que se puede pasar mucho tiempo en casa, un hecho muy valorado para aquellos que persiguen la conciliación familiar, y a la par permite viajar y conocer el mundo desde una posición acomodada. Por descontado, aquel que decide entrar en el mundo del poker lo hace porque disfruta de este juego, no sólo porque pueda ser rentable.

En otra línea de rentabilización, hay quienes se ganan la vida jugando al poker pero no dentro de un “team”, sino tal vez a través de sus video-blogs en YouTube o en Twich, o se dedican de manera independiente a jugar a través de internet. Lo que hay que tener en cuenta es que el formato de trabajo no es el tradicional, con un salario mensual, vacaciones u horarios fijos, sino que requerirá una administración férrea por parte del jugador, quien deberá saber cuándo o cuánto debe guardar para que su situación financiera sea siempre correcta. Aún con todo, es un modelo de trabajo que seduce a muchos y que se replica cada vez más en diversas áreas profesionales, demostrando que el ocio y el negocio no tienen por qué estar reñidos.

De las partidas clandestinas al poker profesional: cómo ha sucedido