viernes. 19.04.2024
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Los incendios forestales en la selva amazónica captaron la atención de todo el mundo. Según reportó la NASA, los fuegos provocados por el gran avance de la deforestación fueron tan vastos que hasta pudieron ser vistos desde el espacio. Con más de 74.000 incendios registrados desde principio de año, se ha documentado una cifra récord desde que comenzaron a tomarse registros en 2013. Lamentablemente, la selva amazónica no ha sido el único escenario de devastadores incendios en el curso de este 2019. En Asia, Indonesia también ha visto a su selva tropical arder, una de las más extensas del mundo y hogar de especies en peligro de extinción como el orangután. En tan solo cuatro meses, ardieron más de 43.000 hectáreas, el doble que durante el mismo período de 2018. Y si bien la distancia separa a ambos incendios, las causas los unen, al igual que la irresponsabilidad de las grandes corporaciones como April y Asia Pulp and Paper, quienes controlan el 80% de la capacidad de producción de celulosas en Indonesia y ahora también buscan entrar al mercado brasileño. Estas grandes compañías continúan limpiando la tierra de las selvas ilegalmente para así explotarlas y abastecer a sus proveedores que se encuentran en distintos puntos del mundo, como por ejemplo en España.

Al igual que lo sucedido en la Amazonía, los incendios que se han producido en Indonesia tienen su origen en la tala y quema ilegal de las tierras. La quema es utilizada con frecuencia como una herramienta para despejar el terreno y abrir paso a los cultivos. Lo que causa graves consecuencias, sobre todo en lugares como Indonesia que presenta grandes extensiones de turbera que una vez quemadas producen una gran cantidad de gases contaminantes. Indonesia fue testigo de este desastre repetidas veces, pero fue precisamente en 2015 cuando se produjo la peor crisis en el país al quemarse más de 2,6 millones de hectáreas, causándole la muerte a más de 100.000 personas. En aquel entonces, en tan solo dos meses, las emisiones de dióxido de carbono excedieron las emisiones diarias de toda la economía de Estados Unidos, que es 20 veces mayor que la del país asiático. Además, según estimaciones del Banco Mundial, la crisis de incendios le costó a Indonesia 16.000 millones de dólares en pérdidas para la silvicultura, la agricultura, el turismo y otras industrias. 

Tras los incendios de 2015, el gobierno indonesio respondió con una serie de contramedidas destinadas a evitar futuros desastres. Y durante años parecía que éstas estaban dando frutos. Sin embargo, según el World Resources Institute, la disminución en los incendios que se dio tras la gran crisis, hasta este año, se debió principalmente a factores circunstanciales. Pero ahora la nueva oleada de incendios vuelve a poner en el banquillo a los sospechosos de siempre. Según lo indicado por la Agencia Nacional de Gestión de Desastres (BNPB), la mayor parte de los focos de incendio se encontraban dentro de concesiones de aceite de palma, papeleras o madereras. 

Si bien el gobierno había prometido responsabilizar a las compañías por los daños ocasionados, asegurando así que no volvieran a ocurrir, esto no habría sucedido. Según un mapeo realizado por Greenpeace utilizando datos oficiales del gobierno indonesio, casi ninguna de las compañías de aceite de palma y pulpa cuyas concesiones tenían las áreas más grandes de tierra quemada, han sido castigadas con ejemplares sanciones.

El grupo de celulosa que tuvo la mayor área quemada en sus concesiones entre 2015 y 2018 fue Sinar Mas. El grupo indonesio dirigido por la familia Widjaja y compuesto por varias compañías incluida Asia Pulp & Paper (APP) y Paper Excellence, tiene en su haber un historial de acusaciones por su implicación en la tala ilegal y destructiva de las selvas tropicales de Indonesia. Durante años, grupos ambientalistas vienen denunciando a estas compañías, también a sus proveedores entre los que se encuentran Nestlé, Gucci y Mattel, entre muchos otros. Finalmente, acorralados por la presión de los grupos ambientalistas estos accedieron a cortar todo tipo de conexión comercial con el grupo debido a sus políticas forestales. Pero muchas otras compañías continúan abasteciéndose de los productos de Asia Pulp & Paper y Paper Excellence. 

APP es una de las empresas papeleras más grandes del mundo y según Greenpeace, también ha sido históricamente responsable de la destrucción de más de 2 millones de hectáreas de selva tropical. La compañía comercializa sus productos en más de 120 países y desde hace más de 20 años que distribuye sus productos en el mercado español a través de la empresa Vintage Paper S.A. 

En 2010, Greenpeace denunció a través de la publicación del informe ‘La destrucción de las selvas de Indonesia para fabricar papel’, que múltiples empresas españolas suministran papel de APP a los sectores del envase y embalaje, artes gráficas y editorial, como así también a universidades y administraciones públicas. El informe también resalta el caso de la imprenta catalana Grafiques Argent antigua proveedora de los estuches de perfume de la compañía Puig que habrían sido fabricados con papel de APP. 

Lo que demuestran estos estudios es que desde hace décadas que las grandes compañías están convirtiendo los bosques y selvas en productos papeleros que llegan a todas partes del mundo en forma de papel de oficina, cartón, packaging para perfumes, entre otros. La existencia de estos informes que datan de años atrás demuestra, además, que todavía se siguen cometiendo abusos y que estas empresas continúan creciendo impunemente, sin que nadie las sancione. Pero también ponen el foco en la responsabilidad colectiva de quienes siguen firmando contratos con estas empresas de reconocida reputación. Es por ello que si España no quiere seguir siendo cómplice de la deforestación en países como Indonesia, entonces debe tomar consciencia de que su consumo de papel y los negocios de sus empresas, tienen un impacto irreversible en la conservación de bosques y selvas. Si las compañías españolas realmente apuestan por el medio ambiente, entonces deben rechazar cualquier producto papelero procedente de la deforestación forestal. Solo así se estará ayudando a poner fin, de una vez por todas, a estos incendios.

2019, año récord de incendios forestales