viernes. 29.03.2024

Ayer, el mismo día que celebramos que nuestra Constitución cumple 41 años, nos manifestábamos en Madrid, junto a decenas de miles de personas de todo el mundo, para concienciar a los gobiernos y la sociedad en general que estamos ante una emergencia climática, el mayor reto al que se enfrenta la humanidad, y que debemos afrontarlo con urgencia y desde la justicia social y laboral.

Porque sufrimos una crisis climática, un punto de no retorno si nuestros gobiernos y nuestra sociedad no toman en serio la lucha contra la contaminación en nuestro planeta

Para eso, tenemos que poner en marcha, entre todos, una revolución de dimensiones que no se han visto hasta ahora porque implica transformaciones de gran alcance de carácter global, tanto sociales como laborales, industriales y tecnológicas, energéticas y de hábitos de consumo. Un cambio profundo y rápido en la forma en que producimos, nos movemos y consumimos, marcado por la transición urgente hacia una economía baja en carbono.

Transición Justa

Es necesario que en la COP25 se alcancen compromisos ambiciosos, reales y tangibles en este sentido y debemos convertir esta crisis en una gran oportunidad para salvar el planeta y a las personas, con un modelo económico más justo social y medioambientalmente, garantizando, al mismo tiempo, una transición justa para los trabajadores y trabajadoras, de tal forma que no se quede nadie a atrás.

Porque esta transición remodelará profundamente el mercado laboral, generando nuevas oportunidades para los trabajadores y las trabajadoras. Se crearán nuevos empleos, pero también, se destruirán otros muchos y algunas ocupaciones existentes se transformarán en otras nuevas.

Habrá sectores y regiones, especialmente los que dependen de industrias intensivas en carbono, que pueden verse más negativamente afectados que otros. 

La importancia de los sindicatos 

Es imprescindible contar con medidas concretas de apoyo a los sectores e industrias afectados y a los trabajadores y las trabajadoras más vulnerables, y, por supuesto, a su entorno social. No podemos olvidar que es necesario diseñar planes de formación y de reactivación territorial, en los que prime la diversificación de actividades económicas sostenibles, ayudando a la vertebración del territorio y al desarrollo rural.

Es necesario anticiparse a estas tendencias y a su impacto en los trabajadores y las trabajadoras. Y para ello, la labor sindical es especialmente importante. Tenemos que participar en la gobernanza climática y en la planificación de las correspondientes políticas a todos los niveles.

De nuevo la Constitución 

Por eso debemos recordar el artículo 45 de la Constitución Española, que afirma que “Todos tienen el derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona, así como el deber de conservarlo; que los poderes públicos velarán por la utilización racional de todos los recursos naturales, con el fin de proteger y mejorar la calidad de la vida y defender y restaurar el medio ambiente, apoyándose en la indispensable solidaridad colectiva; y que para quienes violen lo dispuesto en el apartado anterior, en los términos que la ley fije, se establecerán sanciones penales o, en su caso, administrativas, así como la obligación de reparar el daño causado”.

En este 41 aniversario de la Carta Magna, que coincide con la celebración en Madrid de la Cumbre de Naciones Unidas sobre el Clima, el cumplimiento de este artículo se hace más necesario que nunca. Porque sufrimos una crisis climática, un punto de no retorno si nuestros gobiernos y nuestra sociedad no toman en serio la lucha contra la contaminación en nuestro planeta.

Una revolución en la que nadie se quede atrás