jueves. 28.03.2024
cumbre clima
Imagen de archivo.

Cada día que pasa, la necesidad de la transición energética para prescindir de los combustibles fósiles (gasolina, gasóleo) y del carbón es más apremiante. Tras dos años y medio del encuentro del clima en París, en el que se supone se acordó reducir las emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero, éstas siguen siendo muy elevadas. Demasiado.

¿Es normal que haga calor en febrero? No lo es, pero también es muy preocupante que en febrero de 2018 hubiera heladas en toda la península ibérica hasta alcanzar los 10 grados bajo cero y en febrero de este 2019, en las últimas semanas del invierno en el lluvioso norte y noroeste del país, la gente haya podido ir a la playa con más de 20º con cielos despejados y días soleados. También hay más noches tropicales, olas de calor prolongadas y más intensas, más alta temperatura del agua del Mediterráneo, desertización... Son realidades que constata la Agencia Estatal de Meteorología. El cambio climático ya está aquí y España es uno de los países más vulnerables, con 32 millones de españoles afectados, el 70% de población. Quienes más riesgos corren son los habitantes de las zonas costeras y de las grandes ciudades.

Causas del cambio climático

En España, en 2017 aumentaron las emisiones de gases de efecto invernadero un 4,4%, respecto a 2016, el mayor aumento anual desde 2002

Conocemos las causas del cambio climático desde hace años. Como la producción de grandes volúmenes de dióxido de carbono (CO2), el más abundante y perjudicial de los gases de efecto invernadero, por el uso creciente de combustibles de origen fósil por el transporte individual privado, colectivo y de mercancías. Por la industria y por la propia producción de energía. Más la deforestación que también contribuye a que haya más dióxido de carbono porque al talar árboles al por mayor se destruyen bosques y se elimina una de sus funciones más necesarias: reducir e incluso eliminar naturalmente el dióxido de carbono.

Asimismo, hay cultivos y usos de la tierra que generan gases de efecto invernadero, además de los que provoca la ganadería intensiva. También perjudican los refrigeradores y neveras que emiten clorofluorocarbonos, al igual que lo hacen los aerosoles, los espumantes de la industria de embalaje y la elaboración de productos químicos y de limpieza.

Las emisiones de dióxido de carbono, principal causa del cambio climático, alcanzaron en 2018   cifras récord, según la Agencia Internacional de la Energía. Aumentó un 3%, la cantidad más alta desde que hay registros. Según la Organización Meteorológica Mundial, el nivel de los mares y su temperatura también alcanzaron el año pasado sus cifras más altas. La temperatura fue la más elevada en un año y el nivel del mar fue el más alto desde que hay registros. En España, en 2017 aumentaron las emisiones de gases de efecto invernadero un 4,4%, respecto a 2016, el mayor aumento anual desde 2002. Una cifra que demuestra que este país se aleja de sus objetivos en la lucha contra el cambio climático.

Y consecuencias

Si no reducimos a la mitad las actuales emisiones de dióxido de carbono en diez años se superará el máximo aumento de temperatura aceptable 

También conocemos las temibles consecuencias del cambio climático. Según estudio de la entidad Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS por sus siglas en inglés), cada año mueren en el mundo tres millones y medio de personas por causas relacionadas con la contaminación atmosférica. Que, a su vez, es consecuencia del uso de combustibles fósiles. Además, el aumento de las temperaturas que supone el cambio climático, permite que aumenten los mosquitos que transmiten enfermedades tropicales graves (dengue y zika), que, más allá de sus hábitats habituales localizados hasta ahora, se reproducirán en todo el mundo habitado hacia 2080 lo que afectará a la salud de 1.000 millones de personas más que hoy.

Hay más letales consecuencias del cambio climático. Esta primavera, el ciclón Idai arrasó grandes zonas de Malawi, Mozambique y Zimbabwe en África. Y al menos 23 personas han muerto y 200 han resultado heridas en las inundaciones de la ciudad de Shiraz, al sur de Irán. Y hay que tener en cuenta el informe de la Agencia Atmosférica y Oceánica de EEUU que avisa de que las inundaciones que se esperan en el medio oeste del país “no tendrán precedente” por lo enormes que serán. Además, la intensidad y fuerza de las tormentas tropicales y huracanes por el aumento de temperatura dañará severamente las masas forestales, lo que a su vez acelerará el cambio climático, según un estudio de Nature Communications...

Dos años y medio después de las conversaciones de París sobre el clima, las emisiones de dióxido de carbono y las concentraciones atmosféricas de gases de efecto invernadero son muy elevadas. Demasiado. El clima cambia hacia temperaturas cada vez más extremas y, en España, uno de los países europeos más afectados por el cambio climático, en los próximos años habrá aún más sequías, abundarán los cambios bruscos de temperatura, las olas de calor y habrá menor disponibilidad de agua. No son rumores, son hechos contrastados científicamente y es suicida negarlos. Y de hecho se niegan al no hacer casi nada.

Según la comunidad científica, lo peor es que acaso solo dispongamos de 11 años para salvar el planeta y evitar que el cambio climático llegué a un punto sin retorno. Más claro, para que no haya error ni duda: si no reducimos a la mitad las actuales emisiones de dióxido de carbono, en diez años se superará el máximo aumento de temperatura aceptable de un grado y medio centígrado más que en la era preindustrial.

Avanza el desierto

El mar está también cada vez más caliente y la temperatura media del Mediterráneo en las costas españolas ha aumentado 0,34 grados centígrados desde los años 80

El cambio climático es, sin el menor atisbo de duda, el mayor problema de la humanidad. En España, por ejemplo, las estaciones de la Agencia Estatal de Meteorología, distribuidas por todo el territorio, han registrado un aumento constante de la temperatura media en la superficie terrestre desde los años 80. Aumentan en frecuencia e intensidad las épocas de calor en las últimas décadas y el verano ya dura cinco semanas más que hace cuarenta años. La desertización es considerable en varias zonas del país y las áreas de clima semiárido ya ocupan un 6% más de territorio nacional que en los últimos treinta años. Las regiones más afectadas por el avance del desierto son el valle del Ebro, el sureste de la Península (Almería, Murcia y Jaén) y Castilla-La Mancha.

El mar está también cada vez más caliente y la temperatura media del Mediterráneo en las costas españolas ha aumentado 0,34 grados centígrados desde los años 80. Y desde 1993 el nivel del mar ha subido 3,4 milímetros. Tal vez alguien considere que es una cantidad pequeña, pero en realidad no lo es porque es síntoma de una amenaza mucho mayor: la subida del nivel de las aguas del mar que, de seguir, inundaría muchas tierras costeras e insulares.

Sin embargo, los gobiernos del mundo parecen no enterarse de lo que se nos viene encima. El ejecutivo español que se forme tras las elecciones generales próximas, por ejemplo, deberá empezar a tomar enseguida las medidas necesarias para que, en once años como máximo, la electricidad de este país se produzca íntegramente con energías renovables, además de que en 2025 todas las centrales energéticas de carbón y nucleares estén cerradas a cal y canto.

Por ahora, los gobiernos del mundo no parecen hacer lo necesario para detener el cambio climático y permiten que las grandes empresas sigan contaminando, en tanto que los vehículos a motor movidos por combustibles de origen fósil se mueven a sus anchas echando a la atmósfera cantidades ingentes de gases de efecto invernadero.

Es un suicidio ante el que urge reaccionar. Y la primera media sería mantener enterrado en el subsuelo más del 80% de las reservas conocidas de combustibles fósiles si queremos tener alguna posibilidad de frenar el cambio climático.

El cambio climático está aquí y España es uno de los países más vulnerables