miércoles. 24.04.2024
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Foto: Carlos de Miguel de ávilared.com

La Junta de Castilla y León debe declarar la nulidad del procedimiento irregular seguido para el proyecto de la mina de feldespatos en la Sierra de Ávila, y archivar el expediente

Los pueblos de las sierras al suroeste de Ávila están luchando por defender su entorno, pese a que el despoblamiento ha hecho presa en ellos por una política que siempre les ha echado al olvido, quedando cuatro viejos. Cuatro viejos que están luchando por lo que siempre tuvieron, por su paisaje, por su ganado, por su agua, por su flora y fauna. Una lucha a la que se están sumando los que obligaron a ausentarse, jóvenes sin futuro y adultos sin empleo, con la esperanza de volver. Luchan unidos por las cosas que siempre les han rodeado, con las que han vivido y todavía perviven. Llevan luchando desde hace más de treinta años, pero su grito en defensa de lo que ahora les quieren quitar, resuena entre los pobladores de la Sierra de Ávila. Quieren excavar una mina con la falsa excusa de la “creación de puestos de trabajo”, un trabajo de “mierda” (porque es peor que un contrato “basura”). Las reuniones y manifestaciones recorren las calles en contra de empresas y políticas que devastan vidas y montes. Las protestas de esos pueblos han saltado estos días a los medios, por lo menos a los medios independientes (mayormente digitales, pues los demás ya se sabe a quiénes sirven. Desde nuestra “nuevatribuna” nos hacemos eco de las propuestas de esos vecinos, organizaciones ecologistas, asociaciones y sindicatos para evitar desastres como el que nos ocupa, y otros parecidos que vienen amenazando las provincias limítrofes a la capital de España, como en tiempos sucedió con el abandono del campo y la aglomeración industrial, mal planificada y peor desarrollada. Ahora echan hacia esas provincias la mirada intentando sacar provecho de una situación que hasta el presente les ha traído sin cuidado a los industriales y a las políticos que sirven a esos empresarios. Ahora han descubierto el filón -dicho con toda propiedad- del negocio de la explotación minera, una vez agotada la especulación inmobiliaria).

Hispania: “Eldorado” minero de los romanos

Desde el s. III a. C., escritores griegos como Ateneo, hablan de la riqueza de la Hispania cartaginense en metales como el oro y el hierro. Despertaron la codicia de los romanos que ya tenían proyectado extenderse por el occidente mediterráneo invadiendo a su imperio enemigo para adueñarse de sus riquezas. Sueños imperiales que se confirmaron cuando pusieron pie en la Península, con el desembarco de los Escipiones en Ampurias. En esa época las minas más famosas eran las de Carthago Nova, la actual Cartagena, fundada por Asdrúbal, que contaba con los mejores y más productivos yacimientos de plomo argentífero. Polibio, historiador griego, testigo de la conquista de Numancia, visitó estas minas. Su testimonio, recogido por el geógrafo griego Estrabón (“Geografía”, libro III dedicado a hablar de Hispania), describe los métodos de explotación que se empleaban para extraer el mineral y su enorme riqueza. En ellos trabajaban más de 40.000 esclavos, y su extensión minera ocupaba miles de kilómetros cuadrados. Una idea del volumen de explotación nos la dan las montañas de escombros que aún están a la vista en las proximidades de Cartagena. Tan sólo en el montículo conocido como “Herrerías”, se calcula que hay unas 276.000 toneladas de escoria, dando al paisaje cierta atmósfera de desolación donde anteriormente había vegetación. Los metales obtenidos en esa y otras minas hispanas se hicieron famosos por su calidad y cantidad. Una riqueza extraordinaria al alcance de la mano que se afanaron en explotar los romanos para llevarlas a la ciudad eterna, engalanar sus palacios y pagar sus legiones. Como dato curioso que figura en las crónicas, está el botín de guerra obtenido por Publio Cornelio Escipión tras la conquista de Carthago Nova, compuesto por casi tres centenares de páteras (platos de ceremonias), de oro de una libra -algo más de medio kilo- de peso cada una, 18.300 libras de plata trabajada o acuñada, y casi dos toneladas de vasos y recipientes del mismo metal. Breves datos y cifras, como muestra, por las que los romanos consideraban a Hispania como su Eldorado.

Sin título1Otras minas famosas y legendarias por su valor y producción fueron las Médulas, en el Bierzo (León), donde extrajeron los romanos toneladas y toneladas de oro durante cuatro siglos; las de cobre, plata, plomo y cinabrio en Sierra Morena; las de Río Tinto, en Huelva; las de hierro en Asturias y Vizcaya; las de carbón, esparcidas en varias zonas que fueron reactivadas en tiempos de Franco y que en los últimos años provocaron la crisis y el desempleo de mineros; las de mármol en las canteras de Mecael en Almería; o las, hasta hace poco muy explotadas, de Berruecopardo, en el oeste de Salamanca, que quieren reabrir próximamente con la oposición de entidades sociales y ecologistas, y cuyos restos y construcciones en ruinas permanecen como prueba de la avaricia y  monumento a la estupidez.

Pero no sólo eran las minas y sus zonas objeto de devastación y codicia. Tampoco se salvaban los ríos de la Península, foco de avaricia en la búsqueda de pepitas de oro y otros metales preciosos. Las cuencas del Tajo, Genil, Tinto, Odiel, Guadalquivir, Duero y Miño fueron sembradas de pequeñas explotaciones dedicadas a extraer la riqueza que entonces arrastraban sus corrientes.

Pueblos contra la mina en la Sierra de Ávila

Se duda de la solvencia de la empresa explotadora, mientras la Junta de Castilla-León mantiene una actitud proteccionista ocultando información en la tramitación del expediente

Una riqueza que, como habrá observado el lector, nunca quedó en su lugar de origen. Siempre fue a parar a otros lugares que se engrandecieron con el bien ajeno. Y no me cabe la menor duda de que lo mismo sucederá con este proyecto de una “sospechosa” empresa que quiere abrir una mina de feldespato en la Sierra de Ávila. Proyecto al que se oponen no solamente los ecologistas, sino todos los vecinos de los diversos pueblos afectados (Majabálago, Ortigosa de Ríoalmar, Cillán, Sanchorreja, Balbarda, La Torre, Narrillos del Rebollar, Valdecasa...), a los que se han sumado el sindicato CC OO, con un estudio exhaustivo sobre la zona, y otras organizaciones y expertos, que han calculado las consecuencias nefastas que acarrea al medio ambiente este tipo de obras, en paraje tan singular que debería ser declarado reserva de la biosfera, para evitar catástrofes durante la explotación, y después de la explotación, cuando todo quede convertido en “paisaje lunar”. Porque cualquier mina no deja de ser pan para hoy y hambre para mañana. Hay otras soluciones para paliar el desempleo y volver a poblar lugares como estos. Sobre estas alternativas, en contraposición a la falacia original del proyecto minero, están trabajando asociaciones, plataformas vecinales y organizaciones sociales, ante la desidia de los políticos del PP que llevan gobernando los destinos de Castilla León desde siempre. Esta zona de la sierra abulense ha sido olvidada como otras tantas, pobres y despobladas. Ahora, cuando hay intereses espurios, se fijan en ella. Ya que esta sierra viene sonando en sus despachos desde hace años, que hagan caso a tantas firmas en contra de dicho proyecto como llevan recogiendo sus habitantes solicitando a la Junta de Castilla y León la declaración de nulidad del proyecto, y que archive definitivamente el expediente.

Según manifiesta a Nuevatribuna Carlos Bravo, portavoz de Centaurea, asociación ecologista de Ávila y Segovia, “no se ha realizado adecuadamente un Estudio de Impacto Ambiental, el expediente está plagado de omisiones notables, por ejemplo, obvia la presencia de diversas especies de fauna protegida existentes en la zona, como el águila imperial ibérica, una de las especies de fauna silvestre más protegida del planeta y que se encuentra catalogada en peligro de extinción. La empresa no da la cara, y la Junta de Castilla-León no ha dejado ver el expediente completo a los interesados, ni siquiera al Sindicato CC OO, que ha denunciado los hechos. Parece como si alguien hubiera separado o eliminado páginas del mismo. Es un expediente -continúa Carlos Bravo- que se centra en aspectos mineros y olvida otros tan importantes como la existencia de dos espacios protegidos prácticamente colindantes a la mina, como son la Zona de Especial Protección de Aves Encinares de la Sierra de Ávila, donde, como he dicho, hay especies en peligro de extinción, y el Lugar de Interés Cultural del mismo nombre, ambos incluidos en la Red Natura 2000... Nos mostramos contrarios porque consideramos, como otras organizaciones que lo han estudiado, que pueden ser considerables e innegables los daños paisajísticos y acústicos”.

La Asociación Centaurea manifiesta su total desacuerdo con que la Junta de Castilla y León tramite, fomente, y ampare una cantera minera de una empresa compuesta por dos personas, denominada Antonio y Javi SL, con claros fines especulativos, a la par que dudan de su solvencia en este sector, tanto por su capital (3000 euros), como por la actividad desarrollada, es una empresa que se dedica al comercio y distribución de ultramarinos y tabaco.

Esta Asociación Ecologista, Centaurea, considera que, por sus importantes valores ambientales y paisajísticos, la Sierra de Ávila debe quedar libre de la actividad minera. Ha presentado un escrito de alegaciones solicitando el archivo del expediente del proyecto minero “LEITO Nº 1122” y la nulidad del irregular procedimiento administrativo seguido al respecto. Sería un atentado contra el desarrollo agrícola, ganadero, turístico y ambiental que hasta hoy se está manteniendo en la Sierra de Ávila. Provocaría la ruina para los habitantes y para las iniciativas e inversiones de turismo, arqueología y otras, propias de este medio rural, sobre las que llevan trabajando y planificando varios años, sin ningún tipo de subvenciones. También solicitan a la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) que realice un pronunciamiento urgente sobre las afecciones de esta cantera minera a los ríos, arroyos, fuentes y otros cursos de agua tanto superficiales como subterráneos.

Me he entretenido en investigar varios tratados para estudiar las consecuencias negativas que sobre el medio ambiente acarrean las obras referidas a la minería. He aquí un resumen de las más notables y frecuentes, mientras duran los trabajos; no digamos una vez que termina la explotación minera, cuyas consecuencias permanecen años y años, y de las que trataremos en el próximo artículo.

Pan para hoy, hambre y desolación para mañana

-Formación de grandes escombreras
-Alteración de cursos de agua
-Peligro de derrumbes en la misma obra y  en sus aledaños
-Modificación de la morfología
-Producción de excesivo y peligroso ruido y detonaciones, a la que siguen formación de nubes de polvo por las excavaciones -barrenos- el tráfico y la erosión, así como vapores de las voladuras, gases nocivos, a los que suman los originados por los tubos de escape de la maquinaria
-Deterioro de la calidad de las aguas subterráneas
-Descenso del nivel freático
-Hundimiento de suelo y peligro de empantanamientos de aguas contaminadas
-Destrucción de la flora en el lugar y alteración en áreas circundantes
-Desplazamiento de la fauna
-Resurgimiento y propagación de enfermedades como cáncer y silicosis
-Conflictos sociales y de convivencia, tanto durante las obras, como una vez concluidas dejando un paisaje “lunar”.

Esto último se puede comprobar en lugares de antiguas zonas mineras, como las mencionadas de Berruecopardo, Cartagena, o el desastre causado por el vertido de las minas de la multinacional “Boliden” en el río Guadiamar, en Aznalcóllar (Sevilla), en 1998, que puso en peligro el Parque Nacional de Doñana. Tres años tardaron las tareas de limpieza y todavía permanecen sus secuelas que afectan al mismo parque.

¿Qué es más importante? ¿La naturaleza, o el negocio? He ahí la cuestión.

La sierra de Ávila, contra la mina de feldespato