sábado. 27.04.2024
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Fotografía de Bill Devlin. Licencia CC BY-NC-ND 2.0

Pronto va a empezar la temporada o por lo menos eso esperamos todos y con las primeras nieves, también llegarán también los nervios para salir a disfrutarlas.

En un territorio como el nuestro que se encuentra en unas latitudes donde la nieve es algo mágico y estacional hace que con la llegada de la nieve todos nos ponemos más o menos nos pongamos bastante nerviosos y con demasiadas ganas de empezar. 

La duda que siempre nos queda cuando llegan esas primeras nevadas es si duraran o no, así que la mayoría de nosotros no nos queda más remedio que salir para aprovecharla desde el minuto cero, no vaya a ser que por pensar demasiado ésta desaparezca y nos veamos escapar la única oportunidad de hacer esquí de travesía, no hay peor sensación que pensar que si hubiéramos estados más listos esa esquiada no la habríamos perdido.

La nieve es algo mágico y que alegra o cambia , al menos, el paisaje y nuestra perspectiva de la montaña; fuera de estos parámetros y si somos ávidos eskimers, su aparición nos pone en alerta y hace que se nos acelere el corazón, sin pensar en muchas ocasiones que puede resultar algo más que una oportunidad para nuestras actividades y que esconde unos preocupantes inconvenientes.

No hay dudad de que la llegada de la nieve es el comienzo de nuestras actividades de esquí de montaña pero antes de comenzarlas debemos tener unos cuantos conceptos claros si no queremos acabar la temporada antes de empezarla.

Uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta antes de la caída de las primeras nevadas, es el estado general del terreno y de la temperatura previa o mejor dicho si se habían producido días o semanas con heladas o por el contrario periodos de temperaturas suaves o lluvias persistentes.

LA adhesión de esa primera nevada va ser muy distinta esta caliente, por encima de 0º , o helado. Esta situación también afecta al estado de la vegetación presente, lo que nos va a dar situaciones muy distintas en función de estos parámetros. Lo más normal en estos últimos años es que al principio de temporada el terreno este caliente por encima de los 0º, con un comienzo de las nevadas muy tarde respecto al calendario, lo que acrecienta enormemente los inconvenientes.

Estas situaciones nos va a provocar una serie de inconvenientes como:

  • La vegetación suele estar más “verde” y por tanto más alta con toda su frondosidad intacta.
  • El terreno absorbe más nieve por transmisión térmica y por tanto los espesores son muy permeables, disminuyendo muy rápidamente.
  • El viento, muy asociado a esas primeras nevadas puede hacer que la distribución sea muy irregular y por ello puede inducirnos a errores de apreciación en el grosor de la capa.
  • La falta de cohesión con el terreno, pude propiciar aludes de fondo en laderas con poca pendiente si el suelo es carece de vegetación y cuenta con una inclinación de más de 15º.

Así con todo esto tenemos una situación complicada que deberemos evaluar con sensatez y gestionar adecuadamente para no dejarnos llevar por esas primeras impresiones y por las ganas de iniciar nuestra temporada de esquí de montaña. 

 Las primeras nieves si no somos capaces de evaluarlas correctamente nos van a dejar más inconvenientes que ventajas.

  • Baja densidad, normalmente las primeras nieves tienen un abaja densidad, suelen caer con frio y por tanto con mucho volumen y poca cohesión.
  • Velocidad, vamos a tener una menor debido a que su flotabilidad es reducida y la presión de los esquís no obtiene la debida respuesta del suelo.

Todo esto hace que nuestros esquíes se hundan mucho y prácticamente estén en contacto con el suelo donde nos podemos encontrar:

  • Tiburones: piedras escondidas que pueden destrozar nuestras suelas o provocar accidentes peores.
  • Maleza: lo peor, Piornos, Escobas, etc con sus ramas puede provocar que los esquís se queden atrapados en ellos y nos provoquen una caída que en muchos casos puede ser grave.
  • Arroyos: esa falta de cohesión y la gran facilidad de unión de los copos pueden tapar o difuminar los arroyos con lo que estos se pueden convertir en auténticos “agujeros negros” y tragarnos
  • Perdida de material: la falta de cohesión de la nieve también nos puede jugar otras malas pasadas, como la pérdida de un esquí que en caso de que quede libre puede coger las de “Villadiego” e irse al infinito y más allá
  •  Trampas: otra mala experiencia es la de quedar “atrapado” en la maleza o esa falta de suelo nos haga muy difícil salir a la superficie y volver a continuar la bajada.

Podríamos resumir que con las primeras nevadas es muy aventurado salir por terrenos que no conozcamos donde no sabemos el tipo de vegetación o suelo tiene la ladera que queramos esquiar, lo más recomendable es poder empezar por zonas bien conocidas por nosotros que estén limpias de vegetación con pocos obstáculos.

Otro de los aspectos que debemos valorar es que normalmente debido a nuestra latitud E es muy frecuente que las primeras nevadas vengan acompañados con algunos frentes asociados o lo que es lo mismo con un conjunto de borrascas a las que acompañan con muy poca separación de días un frente cálido, algo que va a provocar en la mayoría de los casos fuertes nevadas a las que seguirán con muy poca distancia lluvias que posteriormente darán lugar a las consabidas heladas.

 En estas situaciones, el manto de nieve va a sufrir una transformación y nos va a nos a cambiar a peor el estado de la montaña, donde si se mantiene el patrón antes descrito las laderas se pueden llegar a convertir en unas auténticas pistas de patinaje con el aliciente de contar además con los obstáculos propios del terreno como piedras, rocas, vegetación donde podemos golpearnos en caso de tener alguna caída. Quizá este tipo de situación es más evaluable que la primera, pero no por ello menos preocupante.

Ya lo dice el refranero español: “La prisa no es buena consejera”, aunque nieve y nos puedan las ganas, lo primero es pensar en las condiciones, el estado de la zona donde pensamos salir, para luego tomar la decisión más acertada al momento.

Y si hacemos caso a este último proverbio y al final tenemos un prospera temporada podremos llegar al final de la misma, donde de nuevo vamos a tener otra estado muy diferente al ideal.

La nieve es un elemento vivo que evoluciona en función de diversos parámetros: Temperatura, lluvias, , pendiente...., por esa razón cuando la temporada llega a su fin se encuentra surge otro aspecto muy importante a valorar como es: la gran cantidad de agua que contiene el manto de nieve con el agravante de tener poca estructura morfológica (cubiletes con poca cohesión basada en la temperatura).

La nieve desde su aparición va metaforseando y por tanto cambiando su estructura desde sus estrellas iniciales, más porosos y con mayor cohesión, a los cubiletes donde la cohesión se basa en la capacidad de rehielo.

La teoría esta muy bien, pero a nosotros como esquiadores que nos afecta. La respuesta es muy sencilla, eso significa que a medida que la temperatura del día vaya cambiando el estado de la nieve va a evolucionar muy rápido presentando situaciones muy cambiantes con muy poco margen de tiempo entre ellas.

Hay que recordar a efectos de partes del BPA que todos los “estudios*” nivológicos se circunscriben a nieve “seca”, por tanto la nieve húmeda, la habitual a final de temporada y la única presente en la gran parte de nuestro territorio, carece por tanto de estudios o de partes reales.

Pero a nosotros como esquiadores de montaña ¿Qué nos afecta?.

Pues ante todo deberemos escoger muy bien la franja horaria para realización de nuestra actividad; la nieve al tener presentar en todo su manto una gran carga de agua, va a ser muy propensa a helarse en superficie, para a continuación ir transformándose a lo largo del día hasta igualar temperaturas con su fondo.

Estos cambios son más o menos rápidos en función de las oscilaciones de la temperatura presente en el día , cuanto mayor variación tenga el día más rápido será su transformación.

Estas situaciones nos va a dejar un abanico de estados que van desde una nieve agradable de esquiar con la presencia de una pequeña capa de agua que facilita el deslizamiento y favorece la conducción hasta una nieve cemento que nos bloqueará los giros con tendencia final a dejarnos atrapados al final de cada giro;, lo que puede aumentar la posibilidad de una lesión grave.

No quiero ser un pájaro de mal agüero, pero cuando llegamos al fin de temporada tenemos que prestar atención a otros detalles que nos permitan acabar la temporada con un buen sabor de boca.

Para mi, los más importantes son:

  • Horario: Algo muy fundamental, la gran cantidad de agua que contiene la nieve hace que ésta evolucione muy rápido, por ese motivo debemos estudiar muy concienzudamente los recorridos, estableciendo las orientaciones y horarios de paso para buscar lo más idóneo, para encontrar las mejores condiciones.
  • Huellas: No suele ser un motivo de estudio, pero si nuestro recorrido es muy frecuentado, su presencia puede ser muy determinante para garantizar la seguridad tanto en ascenso como en descenso, una huella helada o una ladera acribillada a huellas puede resultar una desagradable sorpresa.
  • Aludes: Antes de nada hay que matizar que los estudios nivológicos, algo muy de moda, no contemplan la nieve húmeda por tanto no es muy fiable encomendarse a los boletines nivológicos. Los aludes de nieve húmeda se caracterizan por su baja velocidad pero por su poder destructivo, su funcionamiento se basa en la densidad y peso, si nos coge uno nos va a triturar y lo peor, una vez que pare las elevadas temperaturas a las que se ha sometido la nieve por fricción va a provocar que ésta aumente su capacidad de agua y se hiele más rápido de lo normal, convirtiendo la nieve en una capa de cemento poco porosa, con un peso muy elevado y por tanto pocas posibilidades de supervivencia. La señal del Arva también se dificulta por la poca transmisión del manto.
  • Obstáculos: la reducción de manto hará aflorar más obstáculos en el terreno con los cuales podremos impactar, si a eso le sumamos la velocidad que podemos adquirir por la situación de la nieve. El resultado puede ser que el peligro de impacto sea critico.
  • Caídas: El efecto cepo que tiene la nieve húmeda puede aumentar la posibilidad de agravar una lesión, las rodillas suele ser la articulación más afectada.
  • Grietas: En nuestro territorio no es un tema problemático, pero si los arroyos o por ejemplo las simas; el no contar con glaciares no nos exime de estar atentos a este tipo de peligro. No hay problema en mojarse pero si caerse en un agujero de un arroyo que presente corriente, esta puede que te succione y te ahogue.

Ya lo dicen los espabilados "no hay mala nieve sino esquiadores que no sabemos esquiar en ella", una frase tópica pero que debemos matizar, lo más importante en el esquí de montaña es saber adaptarse para que esquiar debe sea algo placentero, donde el riesgo sólo sea el que queramos asumir y no aquel que no hayamos saber evaluar.

¡Buenas y Felices Esquiadas!


Artículo de Manuel Suárez Meana, autor del blog Viajes, Montaña, Escalada y Skimo

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