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- ¿Una Renta Básica Universal Verde para una Transición Ecológica Justa?
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- Un futuro más justo y sostenible para todos
Transición Verde
En el momento de redactar estas líneas, todo apunta a que Teresa Ribera se enfundará el traje de vicepresidenta de Transición Verde y Competencia en Bruselas, dejando atrás su despacho en el Ministerio para la Transición Ecológica. La ministra de Sánchez se dispone a asumir una de las carteras más espinosas del entramado comunitario, justo cuando la UE se encuentra en pleno pulso geopolítico con Estados Unidos y China.
A Ribera le aguarda la hercúlea tarea de abanderar la agenda verde europea, un proyecto que en los últimos tiempos se ha visto asediado por una pinza de intereses económicos y cálculos políticos. La –aún presunta- flamante vicepresidenta tendrá que desplegar sus dotes diplomáticas para navegar las turbulentas aguas de Bruselas, donde las buenas intenciones medioambientales a menudo encallan en el arrecife de la realpolitik.
El nombramiento llega en un momento crucial, con la sostenibilidad convertida en campo de batalla entre potencias. Ribera deberá demostrar que la transición ecológica no está reñida con la competitividad, un mantra que repetirá hasta la saciedad en los pasillos de la Comisión. Su desafío será convencer a escépticos y entusiastas por igual de que el verde no es solo un color, sino el futuro de la economía europea.
A Ribera le aguarda la hercúlea tarea de abanderar la agenda verde europea, un proyecto que en los últimos tiempos se ha visto asediado por una pinza de intereses económicos y cálculos políticos
Pero. Pero hay algo más que escépticos y entusiastas.
Reflexionando sobre los desafíos de la Transición Verde, surge una pregunta provocativa: ¿podemos realmente lograr una transformación ecológica efectiva sin tener en cuenta los costes económicos y sociales que soportarán las clases no favorecidas de la sociedad? Esta cuestión, planteada por varios expertos, no solo debería despertar el interés por su impacto económico y social, sino que también debería abrir un debate crucial sobre la equidad y la sostenibilidad en el camino hacia un futuro más verde y justo. Si no abrimos ese debate, como se dice de la política, otros nos lo abrirán, y sus alternativas no nos serán favorables.
“…por mucho que la transición verde sea necesaria y globalmente positiva, ello no significa que no haya territorios, sectores sociales o nichos económicos a los que no les vaya a afectar dicha transición Y por tanto es necesario asumir que toda transición tiene oportunidades, pero también tiene costes, y que más vale asumir el reto desde la madurez y no desde un buenismo que trate como iletrados a aquellos que se opongan… [Por lo que debemos dar] una batalla abierta a favor de los cambios culturales que debemos protagonizar. El objetivo debe ser doble: acompañar a los sectores damnificados por los escenarios de transición y a la vez amortiguar aquellos sectores que sin ser los más afectados pueden protagonizar una reacción que haga que dicho cambio quede definitivamente varado.” (Joan Herrera, Alternativas Económicas, julio/2021, Vivir mejor, pero con menos)
¿Una Renta Básica Universal Verde para una Transición Ecológica Justa?
Cuando hablamos de una Política de Transición Verde efectiva, a menudo pasamos por alto un elemento crucial: la Renta Básica Universal (RBU).
En mi opinión, es difícil, si no imposible, implementar una transición ecológica exitosa sin considerar seriamente la implantación de una RBU. ¿Por qué no debería ser verde la RBU? Más aún, me atrevo a afirmar que no podemos hablar de una transición verde plausible sin medidas de compensación y redistribución como la RBU.
Joan Herrera, en el artículo citado, señalaba acertadamente que "por mucho que la transición verde sea necesaria y globalmente positiva, ello no significa que no haya territorios, sectores sociales o nichos económicos a los que no les vaya a afectar dicha transición". Herrera enfatiza la necesidad de abordar este reto con madurez, reconociendo tanto las oportunidades como los costes inherentes a cualquier transición.
Es difícil, si no imposible, implementar una transición ecológica exitosa sin considerar seriamente la implantación de una Renta Básica Universal
En esta línea, Xavier Labandeira proponía en El País (18/06/21, Una compensación justa para la transición verde) la implementación de "medidas distributivas compensatorias" para los más afectados por el proceso de descarbonización. Estas medidas, según Labandeira, deben cumplir tres criterios fundamentales: preservar la eficacia de la política climática, enfocarse exclusivamente en los más vulnerables, y resolver el problema distributivo a medio plazo:
“…para poder transitar ese camino pedregoso, será necesario diseñar y aplicar inmediatamente medidas distributivas compensatorias para los más afectados por el proceso de descarbonización. Bajo mi punto de vista, estas medidas han de tener varias características: deben preservar, no obstaculizar, la actuación correctora de la política climática; deben concentrarse exclusivamente sobre los más vulnerables (territorios, sectores y grupos de renta); y deben ser capaces de revertir íntegramente los efectos negativos en el corto plazo y de resolver el problema distributivo en el medio plazo.”
Aquí es donde puede entrar en juego la RBU.
Tres ejes para explicar cómo puede la RBU ayudar a la transición verde:
– Práctico. Unifica en un solo concepto varias necesidades sociales, económicas y medioambientales, lo que permite eliminar burocracia, facilitar que alcance a quien lo necesita, aportar claridad al mensaje y mostrar su impacto inmediato como parte de la solución global de una Política de Transición Verde.
– Cultural. Relaciona directa y naturalmente los problemas del medioambiente (para buena parte de la ciudadanía de alguna manera abstractos o etéreos) con los duros problemas sociales y económicos ya existentes, asociando los beneficios de alguna manera aún futuros de la lucha por una Transición Verde a los beneficios presentes y tangibles de una política contra la precariedad y la desigualdad aquí y ahora flagrantes.
La idea de una Renta Básica Universal en el contexto de la Transición Verde no solo busca mitigar los impactos económicos adversos, sino también abordar desafíos más profundos de desigualdad y exclusión social
– Ideológico. Desmonta las proclamas que desde los populismos de derechas, y de aquellos que se dicen ni de derechas ni de izquierdas, se usan para atacar por elitistas a los que defendemos como necesaria e innegociable una Política de Transición Verde, especialmente cuando nos acusan de poner en un futuro la solución (para todos) y en un presente los costes (para los de siempre), tachándonos ideológicamente de autoritarios o totalitarios, que es como quieren que nos vea la ciudadanía. Centra el debate ideológico en la defensa desde nuestro aquí y ahora de -y esta vez sí estará bien traído- los perdedores de siempre, y ahí sí podemos ganar la batalla de las ideas.
Ayuda mútua
La idea de una RBU en el contexto de la Transición Verde no solo busca mitigar los impactos económicos adversos, sino también abordar desafíos más profundos de desigualdad y exclusión social. Al garantizar un ingreso básico para todos los ciudadanos, independientemente de su situación laboral o ingresos previos, se podría eliminar la estigmatización asociada con los programas sociales tradicionales y proporcionar una red de seguridad económica amplia y efectiva.
Al unir el destino de una Política de Transición Verde efectiva con una política claramente antidiscriminatoria e igualitaria como la RBU, aumentamos nuestra capacidad de arrastre hacia un futuro verde, especialmente entre la población más castigada y, por ende, más reticente a abrazar medidas que inevitablemente, como con perspicacia recuerdan Herrera y Labandeira, conllevan un coste.
No podemos ignorar que el cambio climático es, en esencia, un problema distributivo. Las mayores emisiones provienen de los más pudientes, mientras que los que menos tienen sufren más debido a su menor capacidad de adaptación. La RBU, en este contexto, se presenta como una herramienta poderosa para abordar esta injusticia inherente.
Por otra parte, pero íntimamente ligado desde una perspectiva práctica, la RBU simplificaría la burocracia asociada con múltiples programas de asistencia social, reduciendo los costos administrativos y mejorando la eficiencia en la distribución de recursos. Esto no solo beneficiaría a los receptores directos de la RBU, sino que ayudaría a incrementar aún más la aceptación pública de las políticas ambientales al demostrar sus beneficios tangibles para la población en general.
La implementación de una Renta Básica Universal en el marco de una Transición Verde permitiría construir un consenso más amplio sobre la urgencia de abordar los desafíos ambientales
Culturalmente, la implementación de una RBU en el marco de una Transición Verde permitiría construir un consenso más amplio sobre la urgencia de abordar los desafíos ambientales. Conectar directamente los beneficios de una economía sostenible con la mejora inmediata de las condiciones sociales y económicas fortalecerá sin duda el apoyo popular a medidas ambientales ambiciosas.
Ideológicamente, la RBU desafiaría las críticas populistas que retratan las políticas climáticas como elitistas o insensibles a las necesidades de las comunidades vulnerables. Al centrar el debate en la equidad y la inclusión, se podría desmontar el argumento de que la lucha contra el cambio climático implica sacrificar el bienestar de los más afectados económicamente.
Mouvement des gilets jaunes
Consideremos, por ejemplo, el caso del Movimiento de los chalecos amarillos en Francia.
Esta protesta, que se extendió rápidamente a otros países europeos, surgió como respuesta al aumento del precio de los combustibles debido a un incremento en el impuesto sobre el carbono. Aunque la protesta tenía una base legítima en la lucha contra la injusticia fiscal y la pérdida de poder adquisitivo, también reveló una reacción conservadora y demagógica que podría obstaculizar seriamente los esfuerzos de transición ecológica.
La RBU podría ser la clave para evitar tales reacciones. Al proporcionar un colchón económico a todos los ciudadanos, facilitaría la implementación de políticas climáticas sin generar la percepción de que se está castigando injustamente a ciertos sectores de la población. Además, la RBU ofrece ventajas prácticas significativas, tal y como hemos explicado, al unificar en un solo concepto variadas necesidades sociales, económicas y medioambientales, reduciendo casi a cero la burocracia, facilitando el acceso a quienes lo necesitan y mostrando de forma inmediata su impacto positivo como parte de la solución global de una Política de Transición Verde efectiva.
Al proporcionar un colchón económico a todos los ciudadanos, facilitaría la implementación de políticas climáticas sin generar la percepción de que se está castigando injustamente a ciertos sectores de la población
Es importante recordar las palabras de Aristóteles: la realización de actividades virtuosas, como sin duda lo son las asociadas a una Política de Transición Verde, solo pueden alcanzarse a lo largo de una vida acompañada de los bienes externos necesarios para su sustento y dignidad. O como dice el refrán: donde no hay harina, todo es mohína.
En conclusión, la Renta Básica Universal no solo puede ser considerada una potente ayuda para una Transición Verde, sino que me atrevo a afirmar que difícilmente se podrá implantar una Política de Transición Verde efectiva sin implementar una Renta Básica Universal. La RBU tiene el potencial de ser el eslabón perdido que conecte las necesidades inmediatas de la población con los objetivos a largo plazo de la transición ecológica.
Un futuro más justo y sostenible para todos
La conexión entre una RBU y una Transición Verde efectiva ofrece una oportunidad única para abordar tanto los desafíos económicos como los ambientales de manera integrada y equitativa. Sólo al unir la protección social con la sostenibilidad ambiental, se podrá construir un futuro más justo y sostenible para todos.
En última instancia, como señala Joan Herrera, no podemos permitirnos ignorar las realidades sociales y económicas mientras avanzamos hacia una economía más verde, ni tratar “como iletrados a aquellos que se opongan”. La RBU podría ser la pieza que falta para garantizar que nadie se quede atrás en este camino hacia un futuro más sostenible y equitativo.
Sólo si adoptamos este enfoque integral, podremos esperar una real aceptación y participación ciudadana en las políticas de transición verde, necesarias para construir un futuro más justo y sostenible para todos.