viernes. 29.03.2024

Más de mil científicos apoyan la desobediencia civil no violenta ante la crisis climática

Eva Rodriguez Nieto |Ya son más de mil, y el número sigue creciendo, los científicos que se han adherido a la declaración de apoyo a la acción directa no violenta ante la emergencia climática. Este manifiesto, impulsado tras las acciones civiles de las últimas semanas, está firmado por investigadores de todo el planeta, entre ellos treinta de centros españoles.

Algunos de los firmantes de la declaración en una manifestación el pasado 12 de octubre en Londres / Extinction Rebellion

"Como científicos, hemos dedicado nuestras vidas al estudio y la comprensión del mundo y nuestro lugar en él. Declaramos que la evidencia científica señala, más allá de cualquier duda razonable, que los cambios causados por el ser humano en la tierra, el mar y el aire amenazan gravemente la habitabilidad de nuestro planeta”. Así comienza la declaración que han firmado más de 1.000 científicos de todo el mundo, desde Australia a Canadá, y especialistas en diversas materias como salud, biología, fauna silvestre, economía, psicología, ingeniería o clima.

Una de las mayores preocupaciones ante la crisis climática es el poco tiempo que resta para que se tomen medidas efectivas y con compromisos

El escrito continúa constatando las evidencias científicas del impacto que supone la pérdida de biodiversidad y las emisiones de gases de efecto invernadero sobre la vida en nuestro planeta. “Pedimos una acción inmediata y decisiva por parte de los gobiernos de todo el mundo para reducir rápidamente las emisiones globales de gases de efecto invernadero a cero neto”, solicitan.

Los firmantes apoyan así a todos aquellos que en la actualidad se están movilizando pacíficamente contra los gobiernos y su inacción en la crisis climática.

El objetivo, además de la movilización y apoyo al movimiento de Extinction Rebellion, es su publicación en una revista científica destacada, con todos los firmantes, que amplifique y reconozca su mensaje. 

La baza con la que cuenta la comunidad científica ante este problema global es que es “respetada socialmente”, según sus firmantes. Una de las mayores preocupaciones ante la crisis climática es el poco tiempo que resta para que se tomen medidas efectivas y con compromisos estatales e internacionales, tanto de institucionales como individuales.

Emily Grossman, divulgadora científica y doctora en biología molecular leyó la declaración en nombre del grupo el pasado 12 de octubre a las puertas del Museo de Ciencias de Londres. Desde entonces, el número de firmantes no ha parado de crecer.

“Queremos alentar a aquellos que han firmado nuestra declaración a unirse a grupos locales de acción directa no violenta y participar, o reunirse y ayudar a establecer uno. Que den charlas públicas sobre la emergencia y la necesidad de actuar en su área local. Nos gustaría que ejerzan presión sobre nuestras propias instituciones y organismos profesionales”, declara a Sinc Grossman, como portavoz de la agrupación de científicos de Extinction Rebellion.

Muchas universidades e instituciones han declarado su apoyo ante la emergencia climática y los firmantes piden “planes de acción en los campus, cambios en los programas de estudios, nuevas agendas de investigación aplicada y asambleas de estudiantes”, añade.

Hasta treinta investigadores españoles se han adherido hasta el momento. El mayor apoyo a este escrito proviene de científicos del Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona, institución que el pasado mes de septiembre publicó un manifiesto propio ante las movilizaciones para tomar acción contra el cambio climático. Estos son algunos de los firmantes:

Benjamin Lang, investigador posdoctoral del CRG 

“Creo que es importante para todos, después de décadas de fracaso político para cumplir el Protocolo de Kioto, actuar sobre un hecho que tiene evidencia clara detrás”.

Lang cree que firmar esta declaración "como científicos" debería dar un peso extra de alguna manera. “No somos científicos climáticos, solo expresamos apoyo como individuos racionales”, recalca.

Para el científico este apoyo debe ser a gran escala para que tenga sentido y debe comenzar rápidamente. “No puede haber más vacilaciones”.

Insta, por tanto a despojarse de los combustibles fósiles e invertir en la implementación y continua investigación y desarrollo de alternativas sostenibles. “Se trata de alejarse de la explotación destructiva y miope que destruye nuestro futuro”.

El investigador hace un llamamiento final: “Si necesitas una razón más para ponerte en marcha, ¡hazlo por David Attenborough! Es indescriptiblemente triste que algunas de las maravillas naturales que ha estado mostrando al mundo en sus documentales, desde la década de 1950, estén desapareciendo.

Donate Weghorn, líder del grupo de Bioinformática y Genómica en el CRG

“Deberíamos haber tomado medidas en los últimos 30 años. Debido a las campañas de desinformación y la inacción política, ahora tenemos que hacer cambios drásticos en muy poco tiempo”, dice Weghorn.

Para la científica es fundamental tomar medidas como imponer un impuesto al CO2, poner fin a las industrias basadas en combustibles fósiles, subsidiar las industrias de energía renovable y reeducar a los trabajadores para garantizar una transición sin problemas de empleo.

“Es necesario demandar a los CEO de las industrias basadas en combustibles fósiles por engañar intencionadamente a la gente sobre este tema durante treinta años o más”, denuncia.

Weghorn hace, además, una llamada a todos los sectores de la sociedad, “jóvenes, mayores, científicos, profesores, panaderos, trabajadores de la construcción”, para que presionen a los políticos.

Ionas Erb, bioinformático del CRG 

“Los científicos han alertado sobre la gravedad de la situación por lo que deben actuar en consecuencia para transmitir el mensaje. No hay tiempo que perder. Además, hay cierta conciencia pública e impulso en este momento”, precisa Ionas Erb.

Para el experto en bioinformática, se deben establecer objetivos concretos y ambiciosos para reducir las emisiones de CO2 e incluso imponer medidas para lograrlos, aunque sean necesarios sacrificios económicos.

Francisco Javier Juste Ballesta, científico de la estación Biológica de Doñana

“Es fundamental que la comunidad científica se pronuncie y tome partido ante la situación descrita por el último informe del IPCC, por varias razones: somos un estamento que todavía presenta cierta credibilidad social frente al descrédito (o desconfianza) creciente que otros colectivos profesionales; estamos –o deberíamos estar – más sensibilizados que otros ante la urgencia de la situación. De ahí nuestro deber moral de manifestarnos”, dice Juste Ballesta.

Según el científico, los representantes políticos están prestando “poca o nula” atención a la voz de alarma lanzada por el IPCC. Recalca que no se trata de ser catastrofista, pero dada la escala global del problema y la inercia que el sistema presenta al cambio “se nos acaba el tiempo para actuar e intentar revertir o disminuir la tendencia actual y hay que tomar medidas correctoras que la visión cortoplacista, de rédito electoral de los partidos políticos, les impide tomar a no ser que se vean forzados a ello”.

Juste Ballesta propone abrir un debate social, en el que se utilicen los medios institucionales para explicar la verdad de la urgencia y la gravedad de la situación a la población, así como establecer una regulación de las actividades humanas que provocan efectos ambientales y establecer mecanismos de control y seguimiento de la eficacia de las medidas.

Carme Arnan Ros, técnica de investigación en el CRG 

“La comunidad científica es la que tiene datos objetivos sobre la existencia real del cambio climático. Quizás está en nuestras manos convencer al resto del mundo de que es real y que podemos ponerle freno”, apunta Arnan Ros.

Para Ros este es el momento en el que tienen que hacer oír sus voces y sumarse al movimiento global.

“Ahora más que nunca es el momento de incentivar las energías renovables a escala industrial y a nivel de ciudades. También potenciar y incentivar la fabricación y el uso de coches eléctricos. Es muy importante la reducción de residuos y potenciar el consumo responsable”.

Xinghua Li, investigador posdoctoral del CRG 

“Como científico que cree en la evidencia científica más que cualquier otra creencia, y está capacitado para pensar lógicamente, creo que es importante que nos unamos a este manifiesto para mostrarle al público que hay ciencia detrás del manifiesto. No podemos fingir que todo está bien”, destaca Li.

“Deberíamos estar más sensibilizados que otros ante la urgencia de la situación. De ahí nuestro deber moral de manifestarnos”, dice Ballesta

El investigador espera que los gobiernos se unan al esfuerzo de hacer políticas para manejar esta crisis climática. “Deberían ponerlo como máxima prioridad y lograr el consenso entre los diferentes partidos políticos, forzarlo a escala internacional. La ciencia está para conseguir un futuro mejor. Si no hay futuro, ¿para qué sirve la ciencia?”, concluye.

Raquel García Olivas, técnica en Unidad Advanced Light Microscopy (CRG)

“Me parece importante que los científicos den su apoyo al manifiesto contra el cambio climático porque es necesaria una actuación inmediata por parte de los gobiernos a escala mundial y una concienciación profunda del problema en la sociedad en general”, expresa García Olivas.

La investigadora considera que en estos tiempos “en los que ciertos gobernantes no solo evitan hablar de este problema, sino que lo niegan”, los científicos tienen un papel muy importante a nivel de divulgación a muchos niveles.

“Utilizar las redes sociales, para movilizar a la sociedad en general y que sea consciente del cambio climático. Debemos articular una respuesta a nivel de las personas en primer lugar, luego de la sociedad y finalmente de los gobiernos”, argumenta.

Raquel García Olivas (primera por la izquierda) junto a su grupo de investigación / CRG

Fuente: SINC

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