viernes. 19.04.2024

Amigos de la Tierra, Food & Water, Corporate Europe Observatory y Greenpeace han publicado un estudio en el que señalan que las cinco empresas de gas y petróleo más grandes del mundo han invertido un mínimo de 251 millones de euros para presionar a la Unión Europea e influir en sus decisiones políticas desde 2010.

Ante esta situación alrededor de 200 organizaciones de la sociedad civil reclaman poner fin a estas prácticas de lobby.

El estudio recoge que estas multinacionales, BP, Chevron, ExxonMobil, Shell y Total, han mantenido 327 reuniones de alto nivel con altos funcionarios de la UE desde que el expresidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ocupase el cargo en 2014.

Esto prueba que las compañías, a través de más de 200 empleados que trabajan en grupos de presión, han celebrado más de una reunión por semana en las que han tenido la oportunidad de incidir en las políticas climáticas y energéticas. 

La investigación de Amigos de la Tierra, Food &Water, Corporate Europe Observatory y Greenpeace se enmarca en una campaña que exige el fin de las prácticas de lobby con intereses privados en espacios públicos de decisión, una demanda que cuenta con el apoyo de alrededor de 200 organizaciones.

Los datos de la investigación han sido recopilados mediante el registro de transparencia de lobby de la Unión Europea, así como de la agenda de encuentros que publica regularmente la Comisión.

Con estas herramientas en la mano, la sociedad civil puede seguir más de cerca las actividades a puerta cerrada de estos sectores, lo que facilita probar los conflictos de interés en la toma de decisiones y, por tanto, exigir a la Comisión Europea, eurodiputados y gobiernos, que fuercen la salida de estas grandes empresas de los espacios públicos.

Tal y como en su día se hizo con la industria del tabaco, es necesario expulsar a estas multinacionales por su contribución al cambio climático y su responsabilidad al poner en peligro la salud de la población. 

Como consecuencia de la influencia reiterada de estas empresas a través de sus grupos de presión en Bruselas, las organizaciones firmantes consideran que se ha logrado retrasar y debilitar la acción europea y estatal en términos de políticas climáticas.

Los objetivos generales y no vinculantes de las directivas del Paquete de Energía Limpia aprobado el año pasado por la UE son un ejemplo claro de su capacidad de incidencia.

Mediante estas prácticas, la industria de los combustibles fósiles se asegura ayudas millonarias al tiempo que sigue con sus actividades lucrativas de manera habitual. 

“La Comisión Europea debe tomar nota y cumplir con el mandato de la ciudadanía, que es a la que realmente debería representar. Es prioritario que los Gobiernos de cualquier ámbito excluyan los intereses privados de su toma de decisiones y empiecen a aplicar medidas que nos permitan enfrentarnos a la emergencia climática, apostar por un modelo energético limpio y en manos de la gente, basándonos en los principios de la energía comunitaria”, ha señalado Héctor de Prado.

El estudio concluye señalando que estas cinco compañías, responsables del 7.4% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero entre 1988 y 2015, tan solo en 2018 han contado con unos dividendos que ascienden a los 82 mil millones de dólares.    

DECLARACIÓN FIRMADA POR LA SOCIEDAD CIVIL

EXIGIMOS UNA POLÍTICA LIBRE DE COMBUSTIBLES FÓSILES

Estimados/as políticos:

 Estamos ante una emergencia climática creada por la industria fósil. Exigimos una política libre de combustibles fósiles. Las comunidades ya están sufriendo los impactos del caos climático, con tormentas, sequías e incendios récord, que afectan especialmente al Sur global.

Nuestros derechos a la vida, a la salud, a la alimentación y a un nivel de vida adecuado están en riesgo, mientras que unos pocos privilegiados viven una vida de lujo. Más de dos tercios de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por la actividad humana provienen de una sola fuente: la industria fósil. Para evitar el colapso climático global, la gran mayoría de las reservas de gas, petróleo y carbón de estas compañías deben permanecer bajo tierra. Necesitamos medidas urgentes a gran escala para deshacernos de los combustibles fósiles y transitar hacia energías 100% renovables, priorizando a las personas trabajadoras y las comunidades.

La industria de los combustibles fósiles es uno de los sectores más lucrativos de la historia: solo Shell, BP y ExxonMobil se embolsaron casi $ 55 mil millones en 2018. La industria ha contaminado durante décadas nuestra política para proteger sus ganancias. Las compañías de combustibles fósiles han tratado implacablemente de negar la ciencia y retrasar, debilitar y sabotear la acción climática, a pesar de saber que sus negocios contribuyen al calentamiento del planeta y destruyen comunidades a lo largo de la cadena de suministro.

Su modelo de negocio está matando nuestro presente y futuro. Los gobiernos del mundo se comprometieron en el Acuerdo Climático de París a mantener el calentamiento global por debajo de 1,5 grados. Pero desde que se firmó, las cinco grandes corporaciones de combustibles fósiles (Shell, BP, ExxonMobil, Total y Chevron) han gastado $ 1 millardo en lobby y publicidad para socavar este objetivo. Estas tácticas de cabildeo corporativo han sido devastadoramente efectivas: los gobiernos de la UE y Europa continúan estableciendo límites de emisión y objetivos de generación de energía renovable inadecuados, animándonos a consumir combustibles fósiles, subsidiando nuevos gasoductos y plantas de carbón y promoviendo falsas soluciones.

Esto termina aquí. Más de un millón de jóvenes han salido a las calles, uniendo fuerzas con otras personas alrededor del mundo para exigir justicia climática y un futuro libre de combustibles fósiles. Ya no podemos permitir que la industria fósil se involucre en la toma de decisiones democráticas si queremos detener el caos climático, arreglar nuestro sistema energético y proteger a las personas y al planeta.

El único camino a seguir es garantizar que la política climática y energética se lleve a cabo completamente bajo el interés público. Al igual que las restricciones existentes sobre los lobby en la industria tabacalera, necesitamos un firewall que proteja nuestras instituciones democráticas y responsables de la toma de decisiones de la interferencia generada por la industria fósil: no más reuniones privadas de lobby, asociaciones o colaboraciones. Necesitamos una política libre de combustibles fósiles, antes de que sea demasiado tarde.

Hacemos un llamado a nuestras instituciones políticas para defender una política libre de combustibles fósiles: 1) Instituir un cortafuegos para poner fin al acceso de la industria fósil en la toma de decisiones: no hay reuniones de lobby; no aceptar sillas en los órganos de expertos y asesores en las empresas de la industria; no permitir representación ni papel en los organismos gubernamentales de investigación. 2) Evitar conflictos de intereses de políticos: no hay puertas giratorias entre los cargos públicos y la industria fósil; no se ocupan cargos ni colocaciones en la industria; no se contratan consultores de la industria. 3) Poner fin al trato preferencial de la industria fósil: no participa en las negociaciones climáticas; no participa de las delegaciones gubernamentales en negociaciones internacionales o misiones comerciales; no más subsidios o incentivos para actividades relacionadas con los combustibles fósiles. 4) Rechazar asociaciones con la industria fósil: no establecer patrocinios ni colaboraciones; no compartir plataformas con representantes de la industria; no organizar ni asistir a eventos de la industria; no aceptar donaciones a partidos ni candidatos.

Más de 250 millones de euros de las grandes petroleras para presionar a la Unión Europea