jueves. 28.03.2024
industria carnica
Foto: Entorno Saludable

En nuestro país la hipertrofia del sector cárnico industrial ha dado lugar a un consumo excesivo de carne, así en España se come seis veces más carne de la recomendación máxima de la Organización Mundial de la Salud (OMS), pero, además, comemos diez veces más carne roja de la recomendada y ocho veces más de la procesada.

La consecuencia de este exceso y su tendencia al alza es dramático e inasumible, desde el punto de impactos en la salud de las personas y pone en riesgo la sostenibilidad del sistema público de salud.

El 60% de toda la salud perdida por culpa de una alimentación insana se puede atribuir al consumo excesivo de carnes rojas y procesadas

La alimentación insana es el factor que más incide en nuestra salud, es lo que más nos enferma y lo que más nos mata a una distancia considerable de otros factores como el tabaquismo, alcoholismo, drogas, o enfermedades transmisibles. Bien, pues dentro de la categoría «riesgo alimentario», el más importante es el cárnico. En concreto, el 60% de toda la salud perdida por culpa de una alimentación insana se puede atribuir al consumo excesivo de carnes rojas y procesadas.

En grandes cifras, sabemos que en España habría 270.000 personas menos con dolencias cardiovasculares si el consumo de carnes procesadas fuera el recomendado, 1,8 millones de personas menos con diabetes y cada año se podrían evitar 17.500 casos de cáncer colorrectal y 8.200 defunciones de cáncer colorrectal si se comiera la cantidad máxima de carne recomendada.

Este impacto en la salud, obviamente tiene su consecuencia directa en el gasto público sanitario. En concreto, la factura del tratamiento de las enfermedades derivadas del exceso de consumo de carne asciende a 7.400 millones de euros, entre costos directos e indirectos. Ello supone un gasto por persona de 157 euros por año, que equivale al 13% del total del gasto sanitario público por habitante.

A estas alturas, usted ya se debe estar preguntando, ¿por qué hemos aumentado tanto el consumo de carne? La respuesta es clara, de media el 55% del coste en la UE y en nuestro país de producir 1 kg de carne está subvencionado. Por tanto, la carne podemos decir que vive en una eterna promoción.

España invierte al año en torno a 3.300 millones de euros en subvencionar los costes del porcentaje de carne que consumimos en exceso

Se trata no sólo de una transferencia increíble de ingentes cantidades de dinero de nuestros bolsillos a esta industria, en detrimento de otros sectores, cultivos más ligados a dietas saludables y sostenibles, sino, que una buena parte ellos nos está enfermando. En decir, invertimos dinero público para crearnos enfermedades. Haciendo un cálculo a la baja, la cifra estaría en torno a 3.300 millones de euros anuales que en España se invierten anualmente en subvencionar de los costes del porcentaje de carne que consumimos en exceso, fundamentalmente el coste más importante, el cereal que formar parte del pienso.

Subvenciones que se inyectan desde la PAC (Política Agraria Común) cuyo  grueso está diseñado para abaratar las materias primas que necesita la industria cárnica y empresas asociadas (fábricas de pienso, especialmente). Una PAC, que es la mayor política europea, con un presupuesto de 50.000 millones al año, de los cuales se calcula que entre el 69% y 79% se destina directa o indirectamente a la ganadería. Lo que supone entre el 18% y el 20% del presupuesto anual total de la UE.

La actual industria cárnica, en las últimas décadas se ha convertido en una grave amenaza para la población, desde el punto de vista de la salud pública y como una de las causantes más importantes de la crisis climática.

Necesitamos una política urgente de prevención y reconversión de este modelo de producción insostenible y perjudicial

Si sumamos lo que el Estado gasta en subvencionar un consumo que nos enferma, y lo que gasta en tratar esas enfermedades, el resultado son no menos de 11.000 millones de euros anuales. Es entonces obvio, que necesitamos una política urgente de prevención y reconversión de este modelo de producción insostenible y perjudicial.

Para ello no tiene sentido que al día de hoy no estén en vigor medidas urgentes destinadas a una bajada drástica del consumo, como la aprobación de una fiscalidad que grave este consumo, la eliminación de las carnes procesadas y reducción de las carnes rojas en los menús escolares, y eliminación de los subsidios dirigidos a la producción cárnica no sostenible.

De otro forma seguiremos inmersos en esta carrusel macabro donde perdemos todos y sólo ganan un puñado de grandes empresas.

Lo que nos cuesta la carne