viernes. 19.04.2024
bosque

El covid 19 sigue causando estragos. La pandemia está aún muy presente y seguimos a contrarreloj en la búsqueda de tratamiento efectivo o vacuna contra el virus. Todos nos preguntamos cómo ha podido ocurrir una cosa como esta, con lo avanzados que estamos, o al menos lo creemos estar.

Lo cierto es que nuestro avance como sociedad es lo que nos ha llevado a sufrir una pandemia. Nuestro modo de vida, dependiente de un gran consumo energético y del petróleo, provoca un aumento exponencial en los niveles de Co2 en el ambiente, que ha provocado el cambio climático, la desertización del planeta, o la desaparición de muchas especies importantes para nuestro ecosistema, entre otras cosas.

Los ecosistemas que forman parte de nuestro planeta, juegan un papel muy importante en el buen funcionamiento del mismo. En ellos hay una multitud de seres vivos, plantas, animales, algas, hongos, insectos, y microorganismos varios, que están interrelacionados entre sí, cuanta más cantidad de especies conviven en un mismo ecosistema, mucho más estable se mantiene, ya que todas forman una sinergia que permite su función determinada, de tal modo que cualquier circunstancia que pueda alterarlo, un contaminante, una fuerte tormenta, un incendio... que provoque la desaparición de alguna o varias de estas especies, al tener otra gran variedad dentro de él que siguen contribuyendo a su correcto funcionamiento, esta sinergia sigue manteniéndose estable.

La destrucción de la naturaleza por una explotación desmesuarda, nos acerca cada vez más a un mundo desértico y estéril

La forma de producción agrícola y ganadera que utiliza nuestra sociedad se basa en ecosistemas muy simplificados, en el cual predomina una única especie. Esto provoca que dicho sistema disponga de muy poco sostén, se convierta en muy vulnerable y pueda desestabilizarse con facilidad, necesitando de la constante intervención del ser humano para su mantenimiento, provocando la aparición de plagas, contaminación etc. Esta industrialización va contra natura, dejando a su paso desiertos, destruyendo la fertilización natural de la tierra, poniendo en peligro algunas especies y aumentando el número de otras, etc. Una forma irresponsable y poco respetuosa de aprovechar los recursos del planeta.

Esta presión ejercida sobre el medio natural sería una de las causas de la pandemia, virus como el que estamos viviendo y otros forman parte del ecosistema y se mueven dentro de él. Un sistema donde prevalece la biodiversidad de especies, funciona como un gran filtro frente a la transmisión de dichos virus, ya que pasa de una especie a otra, a las cuales no afecta de forma agresiva. A su vez, al disponer de un sistema inmunológico fuerte estos otros organismos, la posible agresión se va debilitando. Cuando destruimos, deforestamos, alteramos sistemas naturales, las especies que habitan en él tan sólo disponen de dos opciones: desaparecer o adaptarse a lo que queda. En este último caso se ven obligadas a acercarse cada vez más a zonas pobladas por el hombre en busca de alimento, trayendo consigo otros organismos que seguirán abriéndose camino. Al destruir ese filtro natural, damos paso a que estos virus salten a nosotros con facilidad.

Esta falta de respeto que tenemos hacia nuestro planeta ha provocado serios daños en él por la forma de vida de nuestra sociedad, plagada de grandes ciudades asfaltadas, edificios gigantes, coches circulando a diestro y siniestro, contaminando con la quema continua de combustible el ambiente, y la agricultura y producción en serie. La destrucción de la naturaleza por una explotación desmesuarda, nos acerca cada vez más a un mundo desértico y estéril. La buena noticia es que estamos a tiempo de frenarlo.

La pregunta es: ¿Cómo? ¿Qué alternativas tenemos? Una de ellas es la creación de bosques comestibles.

BOSQUES COMESTIBLES

¿Qué es un bosque comestible? Un bosque comestible está inspirado en la permacultura, una filosofía que defiende la gestión agrícola en armonía con la naturaleza, utilizando cultivos perennes, de bajo mantenimiento, que aprovecha los nutrientes naturales de la tierra y el clima, para conseguir un ecosistema productor de alimentos autosuficiente, acercándose al máximo a los bosques naturales. Se trata de crear entornos agroambientales sanos y bellos, que ayuden al bienestar y cuidado de las personas, cultivando variedades autóctonas, plantas útiles de todas las especies posibles que sean adecuadas a la zona. Con criterios de agricultura ecológica y regenerativa. Se trata de respetar y dar valor tanto al productor como al modo de producción, fomentando la biodiversidad que favorece la autorregulación y resiliencia del sistema.

Esta forma de volver a crear naturaleza ayuda a compensar nuestra huella de carbono, reduce la contaminación ambiental, mejorando así el aire que respiramos, mejora la calidad y cantidad de las lluvias, repobla de animales en peligro de extinción, reduce la presencia de plagas, y nos protege contra pandemias. ¿Qué más se puede pedir? Esto se traduce en una mejora de nuestro bienestar.

Son ya cada vez más numerosas las personas que toman conciencia de la necesidad de ayudar al planeta a regenerarse, aportando su granito de arena, en forma de reciclaje, cultivando pequeños o grandes huertos ecológicos, o simplemente, siendo más responsable con el uso y consumo de sus recursos. Hay quienes deciden poner toda su dedicación y conocimientos al servicio de la naturaleza, creando un bosque comestible, como es el caso de Alicia y David, fundadores de la asociación Ecoterránea, que reinventaron su vida en una finca de Ugena (Toledo), ubicada en una zona muy machacada por el cultivo de cereal, que deja a su paso terrenos desérticos. Esta pareja no solo está poniendo todo su énfasis en convertir el erial en un hermoso bosque, sino que además lo pone al servicio de los demás, para divulgar nuevos modelos productivos mostrando la viabilidad económica, y los beneficios ambientales y sociales de los agrosistemas regenerativos y respetuosos con el medio ambiente. Creen firmemente que la humanidad debe aprender a obtener productos del medio natural sin esquilmar ni contaminar la tierra.

Están creando una finca autosostenible en las que se reduzcan las labores necesarias para su mantenimiento al mínimo. Así en lugares como Ecoterránea, y desde su proyecto “cómete el bosque”, todos podemos aprender y aportar otro granito de arena, además del nuestro propio. Incluso podemos acercarnos más a esa naturaleza, sentirla y reconectar con ella, y poder así llegar a ser más conscientes de lo mucho que necesita nuestra ayuda para regenerarse. Invito a los lectores a adentrarse más en el mundo de los bosques comestibles y conocer cómo ayudan a nuestro planeta a llenarse de vida. A continuación, anoto enlace donde pueden ampliar esta información y participar en sus diversas actividades.

Bosques contra pandemias