viernes. 29.03.2024
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El Volcán de Fuego visto desde el Volcán Acatenango

Subir el Volcán Acatenango no es una tarea apta para todos los públicos. Estamos hablando del tercer pico más alto de Guatemala. Eso sí, es uno de los más accesibles en Centroamérica ya que se encuentra cerca de dos núcleos importantes de población: Guatemala City y Antigua. Es por ello que si tienes unos pocos días para visitar el país y ascender uno de sus volcanes, éste seguramente sea el más cómodo.

La subida al Acatenango implica un esfuerzo considerable, por lo que es importante tener una serie de consideraciones en cuenta: vas a escalar un volcán de casi 4.000 metros con un desnivel positivo de más de 1.500 metros, las temperaturas bajan drásticamente en la cima y el clima es cambiante, hay que ir preparado para cualquier inclemencia; aunque el camino está bien, hay que llevar calzado adecuado, vimos gente subir en zapatillas deportivas que se calaron o resbalaron continuamente; en esta zona de Guatemala y dependiendo de la temporada llueve, por lo que hay que ir bien preparado para no llevarte un buen catarro de vuelta…

La experiencia se hace inolvidable por las magníficas vistas del Volcán de Fuego. Si tenéis fortuna, podréis verlo en su máxima expresión, expulsado lava y emitiendo unos rugidos impresionantes.

A continuación os cuento nuestra experiencia en la ascensión, toda la información que necesitas para poder ascenderlo con seguridad y consejos para que todo vaya sobre ruedas.

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Las vistas que nos esperan al amanecer

La previa

Nos encontramos en la magnífica ciudad colonial de Antigua, parada obligatoria para cualquier viajero que visite Guatemala. El día comienza temprano, hemos quedado en el Hostal Tropicana para desayunar. Con ellos hemos contratado el trekking al Acatenango. Es recomendable reservar con una de las agencias, hoteles o empresas que operan esta actividad porque te facilitan mucho la vida. Nosotros nos decidimos por Tropicana porque fue la que más confianza nos dio cuando hablamos con diversas agencias y tras haber preguntado a algunas personas que conocíamos en Antigua. El tour nos incluyó lo siguiente:

  • 3 guías locales
  • Traslado de Antigua a los pies del Volcán y vuelta
  • La entrada al Parque, que estaba en 110 quetzales (unos 14,5 euros) cuando hicimos la ascensión (septiembre 2022)
  • 4 comidas (desayuno, almuerzo, cena con vinito y desayuno del segundo día)
  • Acampada en el campo base

El precio del tour está en 475 quetzales (unos 62,5 euros). Sinceramente, no encontramos nada más barato porque sí había tours que lo ofrecían por algo menos pero no incluían la entrada del Parque, que había que comprarla al comienzo de la caminata, por lo que además se hacía más engorroso por estar haciendo colas y pagos. En nuestro caso, eso ya estaba resuelto.

Tras un contundente desayuno en el Tropicana, nos ponemos en marcha hacia las 9. Somos un grupo de unos 20 montañeros deseosos de vivir una aventura inolvidable. Parece que somos los únicos que hablamos español (luego conoceremos a un Guatemalteco del tour). El autobús nos lleva por las sinuosas carreteras, atravesando pequeños poblados, siempre cuesta arriba.

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El grupo, cansado y feliz tras haber conquistado el Acatenango

Cuanto más vamos subiendo más nos vamos adentrando en la nube. Estamos en temporada baja y ahora el clima no suele ser favorable. De aquí a enero las temperaturas irán en progresivo descenso. Para hoy se espera en la cima una máxima de 6° y una mínima de -1°. Hay que recordar que el volcán Acatenango alcanza una altura de casi 4000 m. 

El autobús nos deja pasada una hora a los pies del volcán. Ahí nos están esperando los guías que nos llevarán hasta la cima. Santiago, Nelson y Denis, quienes con la ayuda de Laura como traductora nos explican cómo van a ser nuestros dos próximos días. Partimos de una altura de 2450 m, por lo que el desnivel será de más de 1.500 m. Nos explican todo lo necesario que tenemos que acarrear. Y lo que no tenemos podemos alquilarlo o comprarlo a los locales que están esperando.

La ascensión

Ya desde la salida no paramos de subir. No es un desnivel excesivo, pero sí es continuo. Santiago que va en cabeza lleva un ritmo tranquilo pero sostenido, parando cada cierto tiempo para unificar el grupo. Con él conversamos desde el principio y aprendemos sobre el Volcán, el Parque y las condiciones climáticas. A pesar de llevar más de 25 kilos a su espalda se muestra agradable y socarrón, este es su día a día y se ve que le encanta.

Hasta el almuerzo han transcurrido unas 2 horas. Cuando paramos para comer ya vemos las primeras caras de sufrimiento. El clima es fresco y húmedo, llueve pero no en demasía. Aun así, la subida ya se nota en las piernas y todavía nos queda un buen rato.

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La frondosa vegetación de subida

La ascensión en sí es una maravilla. En total son unas 6 horas hasta el campo base en las que se puede ir contemplando cómo va variando la vegetación. Además, hay letreros informativos donde podrás ir viendo la altitud a la que estás, así como información del camino. Nosotros no pudimos ver el paisaje hasta el día siguiente por las nubes, eso sí, el cariz que toma la ascensión se torna misteriosa, intrigante...

El encuentro con el Volcán de Fuego

Justo antes de verlo escuchamos una explosión que sería premonitoria de lo que veríamos a continuación. Es la primera que escuchamos y no sabemos si es una bomba o qué es, porque retumba todo. Eso sí, Santiago sabe que quedan unos pocos metros para ver el Volcán y sale corriendo para intentar ver la erupción.

Le seguimos a la carrera y, tras haber escalado más de 1000 metros de desnivel y más de 5 horas de ascensión, ahí está ante nuestros ojos. El famoso Volcán de Fuego en plena fase eruptiva. Todavía es de día por lo que no se ve la lava, pero sí la inmensa fumarola que desprende hacia el cielo. Ahí nos quedamos descansando un rato, contemplando la majestuosidad que tenemos ante nuestros ojos.

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Primera toma de contacto con el Volcán de Fuego

No podemos demorarnos más, por lo que seguiremos el camino siempre con un ojo puesto de refilón en el Volcán. Durante lo que queda de ascensión hasta el campo base seguiremos sobresaltándonos con los rugidos y explosiones del Volcán. Todavía queda una última parte bastante dura, con un desnivel superior, que hará las delicias de los más montañeros.

El campo base es un mini poblado de cabañas y tiendas de campaña fijas, cada una de una agencia, con espacio para cocinar y para hacer una hoguera. Todo ello con la imponente presencia del Volcán de Fuego. Cuando llegamos al campo base tenemos la opción de descansar una hora y hacer un tour adicional al Volcán de Fuego. Éste cuesta 200 quetzales más (unos 26 euros) y puedes acercarte hasta 150 metros de la lava. Se necesitan un mínimo de 10 personas para que se realice. En nuestro caso no llegamos a tal número, sobre todo porque el clima era muy cambiante y ya habíamos tenido suficiente lluvia, así que quedó para cuando volvamos.

Así pues tuvimos tiempo para descansar, compartir charlas con otros montañeros y disfrutar de las maravillosas vistas. El Volcán de Fuego todavía no nos había dado todo lo que tiene, ya que las vistas que vendrían a continuación no las olvidaremos en nuestras vidas.

Es un momento mágico, te sientes afortunado y feliz de poder contemplar algo único. A la vez te sientes vulnerable ante la magnitud de las fuerzas de la Tierra. Es un espectáculo en sí, pero te demuestra lo insignificantes que somos frente a la naturaleza.

Tener las nubes por debajo, ver las estrellas en su máxima expresión y que de repente se ilumine el cielo con una lengua de lava que es expulsada cientos de metros es algo indescriptible. Todo ello viene seguido a los pocos segundos de un rugido bestial, una bomba que retumbará en tu interior.

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El Volcán de Fuego en su máxima expresión

La cena ya está lista y siempre mirando al Volcán esperando otra erupción, comemos con avidez el estupendo plato que nos han preparado los guías. Ello, acompañado con un vasito de vino, sienta estupendamente. Ya solo nos queda contemplar el espectáculo que tenemos enfrente, hasta que poco a poco todos los montañeros nos vamos yendo a acostar, que tenemos unas pocas horas de sueño antes de atacar la cima del Acatenango.

La noche entre rugidos y la búsqueda del amanecer a 3.976 metros

La noche es de todo menos tranquila. Cada cierto rato, los que compartimos habitación nos despertamos sobresaltados por una explosión del Volcán de Fuego. Hay ganas de salir a mirar, pero nos puede más el cansancio y el frío que hace fuera del saco, así que mejor esperar a cuando despertemos.

Son las 4 de la mañana y Santiago está en nuestra habitación haciendo de despertador. Todos en pie que todavía nos quedan más experiencias por vivir.

Con legañas en los ojos y las piernas entumecidas nos ponemos en marcha. Nos queda 1 hora y media de ascensión bastante dura. Aquí los guías nos avisan de la posibilidad de sufrir mal de altura. A la mínima que nos sintamos mal, avisemos a uno de los guías y nos volvemos al campo base. Un chico y una chica se darán media vuelta al principio de la ascensión. Se nota que cuesta más dar cada paso. El silencio reina en el grupo. Las únicas luces que tenemos son las de nuestros frontales, la luna y, cada cierto tiempo, una nueva erupción.

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Laura y Aldo en busca de la cima

Cuando el cielo empieza a clarear anunciando el amanecer vemos la cima. Nos quedan escasos metros y la emoción se apodera de todos. Nos imprime una fuerza adicional y los últimos metros los hacemos casi a la carrera. Este último paso es fácil, la cima es muy amplia y nos permite contemplar el maravilloso escenario que tenemos ante nosotros: volcanes, lagos, nubes y el incipiente amanecer.

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El grupo llegando a la cima con el Volcán de Fuego de fondo
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Últimos metros

Aprovechamos casi 1 hora para hacernos fotos, videos y celebrar con propios y ajenos lo que estamos viviendo. Es en estos momentos cuando se amontonan sentimientos encontrados: cansancio, alegría, emoción, sosiego, satisfacción… Todo montañero que ha alcanzado una cima habrá tenido sentimientos similares, aunque cada uno tendrá los suyos propios. En ello reside en parte la belleza de escalar montañas.

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En la cumbre

El descenso

No podemos estar ahí para siempre, así que Santiago nos conmina a empezar el descenso, que todavía quedan unas cuantas horas hasta llegar a los pies del volcán y dar por finalizada nuestra tarea.

El camino se hace un poco largo para nuestras maltrechas piernas, pero la emoción del momento vivido nos permite olvidarnos de ellas y saborear el momento. Parece que flotamos sobre el polvo y las piedras del camino.

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De vuelta por las escarpadas laderas

Nelson, el guía que ha tomado la delantera en esta ocasión, vuela como experimentado montañero que es, y nosotros le seguimos. Cada cierto tiempo tiene que hacer paradas para reagrupar, ya que los demás compañeros llevan una animada charla. No es para menos. La felicidad está implantada en el grupo y no hay visos de que nos la puedan quitar fácilmente.

Tras unas 4 horas de descenso llegamos al punto de inicio, no sin antes encontrarnos con montañeros y montañeras que comenzaban la ardua tarea con ilusión, más cuando le comentamos lo que les espera arriba.

Allí se devuelve el material alquilado y ponemos rumbo al Tropicana en autobús para dar por finalizada con éxito la ascensión.

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Con los guías Santiago y Denis, Nelson se nos escapó para la foto

Conclusión

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En la cima con la bandera de Guatemala y el Volcán de Fuego

Si tienes un mínimo de espíritu aventurero y un estado físico aceptable, no te lo pienses. La ascensión es dura para alguien que no esté acostumbrado a las montañas, pero la recompensa bien lo merece.

Como decimos al principio, no es una actividad apta para todo el mundo. Eso sí, se puede contratar traslado en caballo o portadores que te lleven la mochila. También lo puedes hacer por tu cuenta, aunque nosotros recomendamos contratar guías locales porque aunque el camino está bien marcado, siempre hay tramos que te puedes despistar y, sobre todo porque podrás hacer noche en el campo base sin necesidad de acarrear nada de material.

Igualmente, se puede subir y bajar en el día, pero para ello será recomendable estar en buena forma física e ir bien preparado para las posibles inclemencias.

En resumen, es una experiencia muy bonita. impresionante y exigente por el desnivel de la subida, los cambios de vegetación y clima y por las impresionantes vistas que depara. A pesar de la lluvia, del frío y de la dureza de la subida, alcanzar la cima de un volcán de 4000 metros y tener ante tus ojos al coloso Volcán de Fuego es algo que nunca podremos olvidar.